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España España · teruel
Voto de simón:
6
Drama Todos los lunes por la mañana Vincent empieza la misma monótona rutina. Una hora y media de viaje sin fumar a un trabajo nada estimulante en una fábrica. De vuelta a casa, las obligaciones familiares interrumpen siempre su pasión por la pintura. ¡Vincent ya no puede con otros lunes por la mañana! Está harto de la fábrica, de la mujer y de los hijos, de las incomprensibles contradicciones y de un pueblo con inesperadas excentricidades... ... [+]
6 de enero de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suena el despertador, son la seis de la mañana; como cada lunes te levantas con sueño atrasado y de mala gana, con un cansancio casi existencial, pues el fin de semana ha sido corto y fugaz; pero duro, muy duro, no en vano después de una semana de tedioso y rutinario trabajo, lo que menos te apetece es dejar tu cuerpo en el sofá varado, así que desganado, te acicalas, aunque como casi siempre en vano, pues esa cara no la arreglaría ni un inesperado milagro; pero a pesar de ello persistes y sales un rato, y como cada sábado sólo consigues llegar a casa muy tarde y muy borracho.
Son las seis de la mañana, es invierno y todavía no ha amanecido, en la habitación hace un frío polar que te deja aterido, y te cuesta un mundo despegar las mantas de la cama, pero, ¡que remedio!, acabas realizando ese supremo esfuerzo, y cabizbajo sales de tu cuarto, y tan es así que en ese momento sólo te reconforta pensar en la siesta que casi nunca tienes tiempo a disfrutar.
Y como no te apetece aguantar esa inmensa marea humana arremolinada alrededor de un vagón de metro, decides coger el coche en dirección hacia el centro, pero el atasco es eterno y tardas más de una hora en llegar a la puerta de tu particular matadero, donde te espera tu jefe con gesto serio, y con el rostro congestionado y amargado, y sin decir ni una palabra adviertes que a la próxima serás un número más en la lista de la cola del paro.
Y de pronto tu mente se evade y viajas hacia lejanos lugares que sabes que nunca llegarás a visitar, y eso te jode, sobre todo porque el trepa de tu compañero, que no tiene ni el bachillerato pero hace la pelota a tu jefe casi sin recato, acaba de llegar con su nueva novia de un viaje desde el continente americano; y tu estás tan sólo, y lo peor, te sientes tan, tan, tan abandonado....
Después de un largo día por fin llegas a tu casa, pero no tienes ánimo ni ganas ni de hacerte una insípida ensalada, así que te preparas únicamente un pequeño bocata, y te apoltronas en la cama, para así poder mirar un poco esa tonta caja cuadrada.
Y mañana será otro día, habrá que poner el despertador y levantarse temprano, para llegar a ese pesado y estúpido trabajo, que te no motiva ni te gusta ni un carajo, pero recuerdas que no tienes otra cosa que poder agarrar y también a tu madre cuando profetizó que sin ese trabajo a su casa, aun con treinta años, tendrías que regresar.
Y en ese momento piensas que desearías que todo fuese diferente, que venderías tu alma al diablo, como fausto, porque te ofreciesen un trabajo que te resultase por lo menos algo grato, y, como no, tener una chica a la que querer toda la vida, y poder admirar su presencia y, abrazarla con fuerza, cuando le frío llenase los huecos de tu angustiosa existencia.
simón
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