Reconozno que visioné esta modesta producción un poco por casualidad, casi por obligación, puesto que en principio la idea original no me parecía lo suficientemente atractiva, pero finalmente considero un acierto el poder haber disfrutado de este maravilloso film.

Película que habla sobre las segundas oportunidades, sobre la alegría de vivir, sobre la posibilidad de sobreponerse a las adversidades, sobre la perdurabilidad de la vida; articulando para ello un discurso trazado sobre el protagonismo absoluto de una Bárbara Goneaga maravillosa, que disfruta, todo sea dicho de paso, de un auténtico personaje bombón, regalando al agradecido espectador una interpretación de "Oscar", trasmitiendo a su vez, el auténtico significado de esta película y por ende de la vida, que es la continuidad de lo bello, la posibilidad de combatir la desgracia, revirtiendo su camino y transformarla finalmente en felicidad.

Película que no soslaya una velada crítica a la sociedad actual, a las relaciones de pareja, y a la hipocresía que rodea todo lo que al ser humano se refiere, dejando muy a las claras, eso sí, la posibilidad que de toda esa podedumbre moral y física nazca, crezca y se desarrolle algo hermoso: la vida misma.