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Voto de juanjomuñoz:
8
7,9
9.280
Drama. Intriga
En la Inglaterra victoriana, una famosa cantante de ópera es asesinada. Su joven sobrina, que vivía con ella, es enviada a Italia, y el caso queda sin resolver. Allí estudia canto y se casa con el pianista acompañante de su profesor. Tras la luna de miel, la pareja se establece en la antigua casa de la cantante asesinada, donde la joven comienza a oír extraños e inexplicables ruidos mientras la luz de gas baja de intensidad. (FILMAFFINITY) [+]
4 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la primera a la segunda vez que vi Gaslight, pasaron los suficientes años como para que no recordara más que alguna escena o imagen suelta, la más destacada la de la vieja cotilla y el joven abogado que miran, desde la distancia media de una soleada plaza londinense -en una especie de representación de lo que sería una mirada objetiva- la casa en cuyo interior se crean los tenebrosos fantasmas de lo subjetivo que desembocan en la locura. Recordar de esta película principalmente una escena soleada y exterior en la que los personajes que aparecen ejercen como una especie de narradores testigos -pero no protagonistas-, se me antoja como aquello que dicen que ocurre con los soñadores que envueltos en el arrullo de cualquier sonido más o menos ensordecedor, pero monótono, despiertan de repente cuando este cesa e irrumpe el silencio. En cualquier caso: caprichos del recuerdo y de la percepción que tantas veces constituye la vivencia más valiosa y genuina de la experiencia artística.
Gaslight es un drama psicológico que no destaca por la descripción del proceso psicológico que realiza, ni por la verosimilitud de los procesos y de las vicisitudes narradas. Por el contrario, para ver esta película, el espectador -al menos, lo que yo entiendo por espectador medio actual, acostumbrado a otro tipo de cine-, ha de tolerar ciertas licencias y ha de asumir ciertas coincidencias que pueden atentar en más de una ocasión, con los principios de la asumida como representación realista. Pero esa tolerancia ante ciertas artimañas y debilidades argumentales se verá compensada por la densidad de la atmósfera creada desde la dirección y la puesta en escena, así como por las expresivas interpretaciones de un Charles Boyer y, sobre todo, de una Ingrid Bergman que son capaces de portar en sus cuerpos y rostros toda la significación y toda la matización de los estados psicológicos que esta película comunica.
Gaslight es un drama psicológico que no destaca por la descripción del proceso psicológico que realiza, ni por la verosimilitud de los procesos y de las vicisitudes narradas. Por el contrario, para ver esta película, el espectador -al menos, lo que yo entiendo por espectador medio actual, acostumbrado a otro tipo de cine-, ha de tolerar ciertas licencias y ha de asumir ciertas coincidencias que pueden atentar en más de una ocasión, con los principios de la asumida como representación realista. Pero esa tolerancia ante ciertas artimañas y debilidades argumentales se verá compensada por la densidad de la atmósfera creada desde la dirección y la puesta en escena, así como por las expresivas interpretaciones de un Charles Boyer y, sobre todo, de una Ingrid Bergman que son capaces de portar en sus cuerpos y rostros toda la significación y toda la matización de los estados psicológicos que esta película comunica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Aunque para muchos Gaslight es sobre todo un film acerca del proceso de manipulación psicológica al que ha dado nombre, a mí me resulta, tan sugestivo como este tema, centrado en el personaje de Ingrid Bergman, otro que se apunta de manera más sutil, y que destaca más si nos centramos en el dúo masculino Boyer-Cotten: la autenticidad y la nobleza de los sentimientos que suscitan el amor y el arte en quienes lo contemplan. Cotten, poseedor de una especie de guante mágico que al final de la película logrará juntar con su parejo, como simbolizando las almas escindidas de las que hablaba Platón, y, deslumbrado por los destellos de las reminiscencias de una mujer que, vista desde la infancia, se duplica en la adultez en una especie de eco edípico; Boyer, deslumbrado por el brillo de unas joyas que -como el Halcón Maltés- están hechas con el material del que se hacen los sueños.