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Voto de Angel Lopez:
5
Comedia. Drama Dos enfermos terminales de cáncer, de caracteres y mundos completamente opuestos, entablan amistad. Edward Cole (Jack Nicholson) es un engreído millonario mientras que Carter Chambers (Morgan Freeman) es un modesto mecánico. A pesar de todo, deciden emprender juntos un último viaje para poder hacer, antes de morir, todas las cosas que siempre han deseado. (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver a dos pesos pesados de la interpretación en un cara a cara con la muerte, es una bendición. Jack Nicholson y Morgan Freeman al borde de la muerte, luchan por vivir con todas sus fuerzas. Pero el destino; escrito o no, exista o no, no voy a entrar en debate, es el que determina nuestra hora de dejar éste mundo que tanto nos ha dado, en el que tanto hemos aprendido, en el que hemos buscado el cachito de felicidad que nos pertenece. Es verdad, que los recuerdos son los que hacen al hombre, humano, ya sean buenos o malos, y los seres queridos son los que nos hacen seguir luchando por nuestras efímeras vidas. Pero si hay algo que merezca la pena en nuestras vidas, son aquellas pequeñas cosas que nos hacen grandes, nos hacen imperecederos en la memoria. Por eso hay que vivir mientras podamos, buscar ese rayito de felicidad y sentir que estamos de paso en una vida que es el río que va a dar a la mar que es el morir.

Rob Reiner dirige éste convencional y típico drama con gran acierto con los intérpretes. El contraste entre los protagonistas es el punto fuerte de un filme que resulta ser una historia infinitamente vista. Edward Cole es una persona guasona, borde, vacilona, sin ataduras ni responsabilidades, tiene mucho dinero y está solo. En cambio, Carter Chambers es humilde, inteligente, tiene una esposa, tres hijos y un buen puñado de nietos que le quieren, cree en la fe y en el destino.

Puede que el guión de Justin Zackham peque de sensibilidad, emotividad y abuse de tópicos, pero el resultado es agradable y bastante previsible. Los diálogos están cargados de un humor cotidiano, impasible frente a los temas que trata el filme: la vida, la muerte, la vejez, la amistad. También la música de Marc Shaiman peca de ser demasiado melodramática y emotiva. En fin, un filme que se deja ver otra vez.
Angel Lopez
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