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Voto de FERNANDO BERMEJO:
6
Acción. Drama Kham es un joven que vive apaciblemente en su aldea de la Tailandia rural. Pero esta tranquila vida dará un vuelco cuando una banda mafiosa con base en Australia roba sus elefantes trasladándolos a Sidney. Los dos elefantes son más que unos simples animales para Kham y su padre; son dos miembros más de la familia que han sido preparados durante años para regalárselos como signo de devoción al rey de Tailandia. La única posibilidad de ... [+]
18 de septiembre de 2008
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito cosechado en España por Ong-Bak (en el año 2005 fue la película asiática más taquillera en nuestro país), su actor principal, Tony Jaa, regresó a nuestras salas comerciales a principios del 2006 con Thai Dragon, su segunda película como protagonista. Thai Dragon, al igual que la mencionada Ong-Bak, también ha contado con la dirección genérica de Prachya Pinkaew, y con la batuta de Panna Ritthikrai en la realización de las escenas de acción. Con esta nueva película, este trío de ases ha tratado de repetir, abiertamente y sin tapujos, la exitosa fórmula de Ong-Bak, que no es otra que la de optar por el cine de artes marciales a la vieja usanza, el que se realizaba antaño en Hong Kong; un tipo de películas que carecía de cualquier efecto digital y que ignoraba artificios técnicos como los cables y los arneses, basando toda su espectacularidad en la pericia de los especialistas, la vistosidad de los combates, y en las dotes acrobáticas y marciales de los actores. Así pues, Thai Dragon ha calcado la estructura, el argumento, y la temática de su gloriosa predecesora, adoptando la forma de video-juego de plataformas, en la que, en la peligrosa búsqueda de un preciado objeto robado por los malos, cada nuevo obstáculo y enemigo es de una dificultad mayor a la del anteriormente superado por el bondadoso y aguerrido protagonista. Claro está que quien sólo quiera ver grandes interpretaciones, estructuras complejas de guión, ejercicios cinematográficos autorales, o disertaciones filosóficas, ha de abstenerse de verla, pues Thai Dragon es lo que es: una película de artes marciales trufada de escenas de muay thai (boxeo tailandés tradicional) espectacularmente coreografiadas, un artesanal divertimento de acción, dinámico, comercial, y sin más noble vocación que la de entretener de manera sencilla y evasiva. No es de recibo, pues, sopena de errar el tiro, visionar esta película con ojos resabidos que buscan trascendencia donde ni la hay, ni pretende haberla.
FERNANDO BERMEJO
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