Cuando esta película fue realizada, la idea de un microprocesador estaba aún muy en el aire para el ciudadano común. Entonces el director y guionista, tras ver algún documental sobre chips, pensó en usar los microprocesadores en su próxima película. No tengo ni idea de si en 1983 se creía en la posibilidad de ordenadores cuánticos, pero lo que no creo que se pensara es que un microchip podría alcanzar la vida y dedicarse a matar gente a través del ascensor que controla. Sé que es ciencia-ficción y que el señor Mass puede inventar lo que quiera, pero hoy en día resulta tan ridículo que empaña toda la película. Además la mayoría de los actores dejan bastante que desear y la aparición de la periodista es una estupidez (debía ser una famosilla de la época), dejan historias en el aire y es cansina toda la investigación.

Como parte positiva, todo lo que rodea al ascensor. Al cabo de un rato la atmósfera claustrofóbica te agobia. A mí siempre me ha dado espeto un ascensor e imaginármelo así, más killer que Rocky Balboa, me estremece.

Película regulera con una nota más cargada de nostalgia que de realismo. Y os aviso, ojito con vuestros electrodomésticos, que cualquier japonés pudo colocar chips biológicos que se reproducen a gran velocidad y acabar muriendo a manos de un TDT.
PD: espero que en la vida real, tras la tercera muerte en un ascensor en una semana, cierren los ascensores.