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Voto de Servadac:
7
8,2
95.946
Western. Drama
William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2008
165 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustó la primera vez, pero las gentes de buen juicio (gracias, Guille) me animaron a repetir y, sí, la cinta es algo más que un western del montón. Es, ante todo, un precipicio de moral resbaladiza.
William Munny quisiera haber cambiado. Quisiera verse libre de sí mismo y, para ello, se aísla en una granja muy modesta situada en medio de ninguna parte. Sin nadie a mano a quien matar.
El ángel de la muerte está oxidado (es excesiva la manera en que se subraya su decrepitud: caídas del caballo, escasa puntería, torpeza exagerada en el manejo de los cerdos), pero basta dar con el fusible adecuado para que la máquina se ponga de nuevo a funcionar.
William Munny quisiera haber cambiado. Quisiera verse libre de sí mismo y, para ello, se aísla en una granja muy modesta situada en medio de ninguna parte. Sin nadie a mano a quien matar.
El ángel de la muerte está oxidado (es excesiva la manera en que se subraya su decrepitud: caídas del caballo, escasa puntería, torpeza exagerada en el manejo de los cerdos), pero basta dar con el fusible adecuado para que la máquina se ponga de nuevo a funcionar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En este caso el detonante es el asesinato de Ned Logan, amigo y compañero, y la bencina es el alcohol.
La atmósfera es insana. Little Bill quiere imponer la paz mediante la violencia. Ned Logan, que sí se había redimido, es torturado hasta la muerte. The Schofield Kid se convierte fatalmente en sicario antes de dejar la profesión. Y William Munny, que busca redimirse, encuentra un buen puñado más de muescas para su revólver.
Hay líneas de guión aterradoras:
Little Bill Daggett: I don't deserve this... to die like this. I was building a house.
[No merezco esto… morir así. Estaba construyendo una casa.]
Will Munny: Deserve's got nothin' to do with it.
[Lo que uno merece no tiene aquí nada que ver.]
===
Strawberry Alice: You just kicked the shit out of an innocent man.
[Le has sacado la mugre a un hombre inocente.]
Little Bill Daggett: Innocent? Innocent of what?
[¿Inocente? ¿Inocente de qué?]
===
Cuando los pistoleros hablan, habla el terror por boca del cañón de la pistola.
===
El mensaje es diáfano; lo dice, más que nada, la suciedad de la paleta de colores. Si has nacido cazador, no puedes ser porquero; ni darte a la carpintería. Si tu oficio es la muerte, no existe lugar para la redención.
Aquí no hay duelos “limpios” en la calle, al sol del mediodía. El trabajo de matar no es estilismo, es eliminación. Así de simple.
===
Y llega el desenlace:
Las putas, símbolo del eslabón más débil en la cadena del far west, se quedan extasiadas ante el ángel exterminador, que pasa de sicario a paladín, en una escena final que, pese a lo sombrío del tono y la textura, está impregnada de un lírico sabor nostálgico y crepuscular, al más puro estilo del “otro” Oeste americano. Miradas arrobadas, terror reverencial y un jinete que se aleja, de espaldas, directo al horizonte.
Un horizonte más negro de lo habitual, bien es cierto. Pero la sublimación del héroe desmiente ese propósito de enmienda a la violencia como forma de vida que se intuía en la película. El narrador (Clint Eastwood) se acaba confundiendo con el personaje (Clint Eastwood), en un giro de moral inesperada que, cuanto menos, desconcierta.
Comprendo que esa ambigüedad moral devore al personaje, pero me inquieta que salpique al narrador.
La atmósfera es insana. Little Bill quiere imponer la paz mediante la violencia. Ned Logan, que sí se había redimido, es torturado hasta la muerte. The Schofield Kid se convierte fatalmente en sicario antes de dejar la profesión. Y William Munny, que busca redimirse, encuentra un buen puñado más de muescas para su revólver.
Hay líneas de guión aterradoras:
Little Bill Daggett: I don't deserve this... to die like this. I was building a house.
[No merezco esto… morir así. Estaba construyendo una casa.]
Will Munny: Deserve's got nothin' to do with it.
[Lo que uno merece no tiene aquí nada que ver.]
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Strawberry Alice: You just kicked the shit out of an innocent man.
[Le has sacado la mugre a un hombre inocente.]
Little Bill Daggett: Innocent? Innocent of what?
[¿Inocente? ¿Inocente de qué?]
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Cuando los pistoleros hablan, habla el terror por boca del cañón de la pistola.
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El mensaje es diáfano; lo dice, más que nada, la suciedad de la paleta de colores. Si has nacido cazador, no puedes ser porquero; ni darte a la carpintería. Si tu oficio es la muerte, no existe lugar para la redención.
Aquí no hay duelos “limpios” en la calle, al sol del mediodía. El trabajo de matar no es estilismo, es eliminación. Así de simple.
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Y llega el desenlace:
Las putas, símbolo del eslabón más débil en la cadena del far west, se quedan extasiadas ante el ángel exterminador, que pasa de sicario a paladín, en una escena final que, pese a lo sombrío del tono y la textura, está impregnada de un lírico sabor nostálgico y crepuscular, al más puro estilo del “otro” Oeste americano. Miradas arrobadas, terror reverencial y un jinete que se aleja, de espaldas, directo al horizonte.
Un horizonte más negro de lo habitual, bien es cierto. Pero la sublimación del héroe desmiente ese propósito de enmienda a la violencia como forma de vida que se intuía en la película. El narrador (Clint Eastwood) se acaba confundiendo con el personaje (Clint Eastwood), en un giro de moral inesperada que, cuanto menos, desconcierta.
Comprendo que esa ambigüedad moral devore al personaje, pero me inquieta que salpique al narrador.