El inicio de la historia se nos presenta a modo de cuento, especialmente en la forma y caracterización de los personajes. En una primera lectura, parece una historia casi infantil y algo inverosímil en sus planteamientos.
Dos amigos íntimos pertenecientes a un universo diminuto del cual es difícil escapar y desligarse de las escasas interacciones humanas que se generan en el mismo, rompen una amistad por la firme determinación de uno de ellos a no perder más el tiempo y elevar su vida a menesteres que le aporten un mayor sentido a su existencia.

La trama da vueltas alrededor de esta decisión que resultará incomprensible para el amigo desairado y que enfrentará la voluntad y determinación de ambos en una espiral que se presume trágica.

A medida que transcurre la película, la profundidad de la misma emerge del fondo transformando las aparentes inconsistencias iniciales en una obra con gravedad propia.

Todas las vicisitudes que se presentan, lo hacen ajenas a un mundo que se derrumba más allá de esa pequeña isla en que transcurre la historia, en plena guerra civil. Este contexto actúa sinérgicamente reforzando las sensaciones producidas por el hilo argumental principal.

Es un film para reflexionar sobre la importancia relativa de las cosas, la amistad y el sentido de la existencia, mostrándonos claramente, lo absurdo que resulta muchas veces la conducta humana, tanto individual como colectiva.

Bellísimos paisajes.