"...ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes".

Utilizo la famosa frase de Hannah Arendt en su libro "Eichmann en Jerusalén" para trasladar no una comparación sino una semejanza o paralelismo existente en un concepto utilizado desde que nacemos y que tiene tantas caras como hojas hay en este otoño que comienza... Hojas secas sin duda y que con el tiempo pasarán a formar parte del abono del propio árbol además de regalar al suelo cobijo y alimento a muchas especies. Un micro-mundo que pasa desapercibido pero ahí está. El mal, en nuestra sociedad de bienestar siempre aparece tras la máscara de lo que más deseamos. Currar.

No sé qué es más horrible, si tener un jefe cabrón o no tener nada. Deberíamos reflexionar no acerca de la violencia de género o intrafamiliar, sino cuales son las causas que llevan a ella. La violencia se da cada día, aunque no se vea, y va calando poco a poco hasta que nos deshace.

Ken Loach, en esta nueva cinta, nos muestra un ejemplo de cómo afecta el querer-hacer-las-cosas-bien a nuestra intimidad. Cómo hay tantas vicisitudes intrínsecas a la vida laboral que en lugar de acercarnos nos separan de los seres más queridos.

La violencia como he dicho sigue ahí, lo que pasa que tenemos que tragárnosla... Luego claro, pasa factura.

En mi opinión no es su mejor película ya que repite una vez más con el tema del currante es el bueno y el capo y la sociedad el mal radical, e incluso dulcifica el guión para que todo quede muy de izquierdas y muy políticamente correcto.

La dirección de actores me chirría un poco con el padre de familia... Hay algo que o se pasa o que no llega. No digo que sea fácil pero...

En Daniel Blake por ejemplo, creo que Dave Johns hace un papel sobresaliente, mucho más medido.

Una gran película para todas las familias y los que se plantean si formarla o no.