Era muy difícil, muy difícil no repetirse. Qué bello encuentro aquél, no se puede ni si quiera hacer una crítica de esta temporada sin recurrir al flash back. A la reiteración situacional y emotiva de la primera (originariamente Channel 4).

En esta segunda temporada y espero que última por gentileza de Netflix, se repite la materia en sentido aristotélico, y se añade cierta forma. Dejémoslo en agradable, cómo no.
La música, excelente selección del gran Graham Coxon vuelve a adornar a esa bella Alyssa (Jessica Barden) y sus devenires. Las localizaciones y situaciones ya no sorprenden tanto pero embriagan.
Pasar de un guión basado íntegramente en la novela gráfica de Charles Forsman para meterse en otra historia, lo sabemos, no era tarea fácil. Al menos el nivel es bastante más elevado y no tan forzado y cutre como la secuela de Breaking Bad, El Camino (Vince Gilligan).

Aún así, me quedo con las reflexiones de esa voz en off, esta vez sí, algo repetitiva pero justificada en el propio texto, que casi acaba siendo un contexto:

"El miedo empieza como algo tan silencioso que puedes fingir no escucharlo hasta que se transforma en ruido. Really loud! Y ya no puedes ignorarlo".

Es una reflexión acerca del amor y de lo fácil que se nos puede escapar si no lo cuidamos y no nos enfrentamos a los miedos, a la vergüenza, a las situaciones adversas.

Aunque segundas partes nunca fueron mejores, creo que honestamente volver a dar un paseo junto a "The end of..." ha sido no sólo agradable, sino nutriente. Aunque eso sí, un poco más sosa que la anterior, obvio.

Esquizofrénica, rallante, por momentos no sabes bien hacia donde va... Al fracaso sin ninguna duda. El género no sabría bien dónde encajarlo. Tiene algo de thriller, comedia, drama, romance, la verdad es que lo toca todo y no se casa con nada. Garnett enorme, tanto él como su "papel". Magnífico guión, mezcla de imágenes de archivo, reescritas tras el NO de Kobe Bryant, de Embiid, es una locura que estuvo 10 años en un cajón, con 5 posibles protagonistas sobre los que se reescribió el guión en función de los partidos reales de archivo.

Un soberbio ejercicio de arte y ensayo, de tira y afloja, de aquí te pillo y aquí te mato.

La he visto en dos partes y lo recomiendo ya que sí es cierto que el ritmo es frenético y algo... ¿Denso?

No le encuentro ningún parecido a ninguna película, y la verdad es que no sé si es buena o me ha flipado cómo se las han ingeniado para que todo cuadre.

Sin ninguna duda para fans de los Celtics y de New York, ¿tiene esto sentido? ¿No lo tienen también los sueños?

Bellísima serie que formalmente llaman la atención los paralelismos visuales entre Oriente y Occidente. Yuxtaposición de anécdotas que acaecen como si estuviésemos en la Caverna de Platón y no distinguiésemos bien los rasgos de las sombras. Veríamos doble, sin raza, sin idiomas, sin diferencias entre lo uno y su doble. Doble pero no lo mismo. Antagonismos superados. Différence et répétition de las que hablaría Deleuze.

Fotografía, ritmo y velocidades coinciden y se separan como vórtices. Abstracto y concreto se dan la mano. La trama gira en torno a la redención, a la religión (judía), los gánsters son yakuzas y no. No son lo mismo pero hacen lo mismo. Matar para redimir, morir para renacer. Hay tantos elementos, que podemos perder el control. Y eso mismo es lo que nos mantiene en vilo.

Amistad sin compasión y sin pasión. Amistad de verdad. Familia, rencor y deshonor. Y de vueltas con lo redimido. El amor entre hermanos que nos obliga a saltarnos la ley de Dios. A matar por amor, a matar por honor, a matar por el deber.

"Todo lo que pasa iba a pasar", "Todo está planeado", sigue un único objeto que está ya dictado. Preconcebido.
"¿Alguna vez piensas que lo que hacemos es un eco de algo?", "Todo lo que hacemos ya ha pasado en otro sitio"

El Karma siempre presente, Yuto es el Karma. En torno a él giran acontecimientos que cambian la historia. Eso sí, sin ninguna intención por su parte.

El eterno retorno de lo mismo de Nietzsche está presente casi las veces en las que la teleología lo permite.
Vemos una vez más esa aparente oposición o más bien superación de los contrarios de Hegel.

Serie nada ligera pero a la vez pasa volando. Me ha parecido con una profundidad enorme pero quizás un abuso de una voz en off demasiado trascendente, un poco reiterativa al igual que la presencia de los teléfonos móviles, mensajes, fotos, ufffff... Pero ¿no es esto donde vivimos?

Valoración: Excelente, no hay nada que pueda añadir yo que no se haya dicho ya.
Sensación: Desde La Pianista (2001) de Michael Haneke no experimentaba una atracción tal por algo tan bello visualmente y escalofriante. ¿Estoy viendo un clásico? Sí. Un clásico que a medida que pasan los minutos, si es que el tiempo no se ha detenido ya, va llenándome de admiración. La imagen y el sonido te transportan a un mundo creado... que ha estado ahí siempre. ¡Estamos ante un sueño? ¡Es realmente el Bronx o Gotham?

¿Personaje de carácter o de destino?

Se escucha esa música envolvente (Hildur Guðnadóttir) que hace bailar a ese incomprendido clown. ¿personaje o persona? ¿Loco diagnosticado o héroe (sin duda)? Y de golpe resucita al gran Ray Borger a todo color, pero en otro contexto. En ese que nos hace apreciar el trabajo de Joaquín, ¿o es Arthur Fleck? ¿Qué ha hecho este señor para no creernos que no es el mismo Joker?? Realidad y ficción se confunden, o más bien me confunden... Algo pasa en la sala de los Cines Verdi... Hay un silencio sepulcral... Todos compartimos admiración. No quiero pestañear, no quiero que se acabe, ¿cómo es posible hacer tan bien algo? ¿Cómo es posible que nos entre repulsión por el hasta ahora admirado y querido Thomas Wayne? ¡Nos habían engañado!!! ¡Todo era una farsa!!

¡Los cómics representan la realidad!! Ahora más que nunca. Ha habido un antes y un después en la historia del cine. Necesito urgentemente ir a la estación de metro de Bedford Park Blvd, a esas escaleras a hacer el indio como seguro estará alguien ahora... y hace muy bien... La próxima vez que vuelva a New York, ¡para el Bronx que nos vamos!! Claro que sí. Un gusto contemplar 2 horas de belleza... y que no acabe nunca esa sensación. Qué no haya segunda parte, que no haya más nada.

"...ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes".

Utilizo la famosa frase de Hannah Arendt en su libro "Eichmann en Jerusalén" para trasladar no una comparación sino una semejanza o paralelismo existente en un concepto utilizado desde que nacemos y que tiene tantas caras como hojas hay en este otoño que comienza... Hojas secas sin duda y que con el tiempo pasarán a formar parte del abono del propio árbol además de regalar al suelo cobijo y alimento a muchas especies. Un micro-mundo que pasa desapercibido pero ahí está. El mal, en nuestra sociedad de bienestar siempre aparece tras la máscara de lo que más deseamos. Currar.

No sé qué es más horrible, si tener un jefe cabrón o no tener nada. Deberíamos reflexionar no acerca de la violencia de género o intrafamiliar, sino cuales son las causas que llevan a ella. La violencia se da cada día, aunque no se vea, y va calando poco a poco hasta que nos deshace.

Ken Loach, en esta nueva cinta, nos muestra un ejemplo de cómo afecta el querer-hacer-las-cosas-bien a nuestra intimidad. Cómo hay tantas vicisitudes intrínsecas a la vida laboral que en lugar de acercarnos nos separan de los seres más queridos.

La violencia como he dicho sigue ahí, lo que pasa que tenemos que tragárnosla... Luego claro, pasa factura.

En mi opinión no es su mejor película ya que repite una vez más con el tema del currante es el bueno y el capo y la sociedad el mal radical, e incluso dulcifica el guión para que todo quede muy de izquierdas y muy políticamente correcto.

La dirección de actores me chirría un poco con el padre de familia... Hay algo que o se pasa o que no llega. No digo que sea fácil pero...

En Daniel Blake por ejemplo, creo que Dave Johns hace un papel sobresaliente, mucho más medido.

Una gran película para todas las familias y los que se plantean si formarla o no.