Cualquier con dos dedos de frente sabe a qué atenerse cuando se dispone a ver la quinta entrega de una saga de terror más o menos exitosa (repetición de formulas, muertes más rebuscadas, actores cada vez más mediocres y desconocidos…). La que nos ocupa cae en casi todos los tópicos inherentes a este tipo de secuelas, pero también termina resultando más entretenida y sorprendente de lo esperado.

El argumento sigue tan rígido como en títulos anteriores (un grupo de personas salvan la vida de una muerte segura pero comienzan a sufrir terribles accidentes), por ello la gracia de la cinta hay que buscarla en cada una de las muertes o accidentes (la primera, como casi siempre, es espectacular, las siguientes se dividen entre rebuscadas o directamente absurdas y grotescas pero divertidas). Lo mejor: el magnífico giro final.