La amoralidad de los humanos enfada tantísimo a Dios que éste decide acabar con ellos de la peor manera posible. Michael (Paul Bettany), un arcángel que reniega de tan drástica decisión, se atrinchera junto a un grupo de humanos en un local perdido en medio de la nada y regentado por Bob (Dennis Quaid), con la esperanza de que el nacimiento del niño de la camarera del lugar, Charlie (Adrianne Palicki), sirva de catarsis y Dios cambie de parecer.

Legión es un trabajo difícil de definir, no puede ser catalogado de blockbuster porque resulta demasiado cutre y sangriento, tampoco funciona como subproducto de terror porque, aunque desprende cierto tufillo a serie B, los sustos resultan más risibles que impactantes. De entre las mediocres interpretaciones (los pobres actores son obligados a recitar frases que provocan vergüenza ajena) destaca, para mal, la cara de palo que luce Quaid durante todo el metraje. Excepto por algún momento muy puntual (el delirante, que no satisfactorio, último tramo) la cinta tiene más bien poco que ofrecer.