Connor (Sean Patrick Flanery) y Murphy (Norman Reedus) son dos hermanos irlandeses algo pendencieros que una noche y por cosas de azar terminan con la vida de un par de mafiosos. A partir de entonces deciden acabar con toda la corrupción de Boston, ganándose con ello el afecto de la población. Pero un eficiente agente del FBI llamado Paul (Willem Dafoe) les sigue la pista.

Guste o no guste, la influencia de Tarantino en el cine es indudable, siendo su estilo (el cual muchos consideran como un batiburrillo de ideas, fruto de su antiguo trabajo en un videoclub) imitado hasta la saciedad. Buen ejemplo sería la película que nos ocupa, y no sólo porque mezcle acción (y mucha sangre) con humor negro, sino también por la presentación de personajes e incluso por lo mucho que recuerdan los hermanos protagonistas al Samuel L. Jackson de Pulp Fiction (véase la curiosa obsesión religiosa).

Aunque el comienzo resulte alto titubeante, se eche en falta unos protagonistas con más carisma y la dirección carezca de la fuerza necesaria (a pesar de alguna escena destacable, como la primera pelea y lo que ocurre con cierto retrete, o los saltos en el tiempo que agilizan la narración), lo cierto es que la película se hace más y más amena conforme avanza la trama. Y si bien la fama adquirida me parece algo excesiva, es igualmente cierto que como divertimento políticamente incorrecto es más que aceptable, por muy populista que resulte su discurso.