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Voto de VictorRodrigo:
9
Bélico. Drama En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
12 de enero de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La humanidad es responsable de la gran mayoría de los horrores que conocemos en este planeta, desde los inicios de nuestra huella hasta las últimas exhalaciones de la más estricta actualidad. Uno de estos horrores ha sido reproducido cientos de veces con un carácter romántico, casi melodramático, en el cine: la guerra. Los conflictos bélicos han sido fuentes de inspiración desde los primeros celuloides, con un esplendor notorio en el Hollywood de Oro.

Decenas y decenas de películas a lo largo de las décadas han intentado retratar las guerras más importantes de la humanidad, con una tendencia hacia las temáticas de las dos grandes guerras mundiales. La Primera ha sido mucho menos retratada en la gran pantalla y este pasado 2019, el director Sam Mendes decidió crear una obra maestra cinematográfica para poner solución. El film 1917 es una experiencia emotiva, tensa y cargada de una orfebrería técnica a gran escala que pone los pelos de punta.

No se ha hecho mejor película sobre el primer conflicto mundial a gran escala desde la famosa Paths of Glory. En la retina quedan los discursos de Kirk Douglas con el uniforme francés, bajo la dirección de un Stanley Kubrick tocado por la gracia divina. La revolución de Mendes, sin embargo, es superior en todos los aspectos que se puede pedir de una ambiciosa película sobre la guerra. El británico consigue transportar la angustia, la realidad brutalmente cruel de las trincheras, la sangre, el barro, las lágrimas y el cansancio los espectadores. Todas estas sensaciones y sentimientos son trasladados gracias a un impecable lenguaje cinematográfico a través de la cámara.

Los planos secuencia de 1917 hacen vibrar al espectador, que se maravilla por cada esquina de las trincheras, por cada rincón de la guerra que retrata Mendes, fiel a una nula esencia romántica del cine bélico de etapas anteriores. La genialidad del director británico, con un brillante equipo técnico, desde los cámaras hasta los responsables del montaje, glorifica un guión solvente, de una historia alternativa a lo que nos tenía acostumbrados el relato de la Primera Guerra Mundial, pero con los ya más que conocidos soldados británicos.

La carga emotiva pasa por todos los rincones de la película, como balas silbando en el frente, por sorpresa, casi aleatorias. El peso interpretativo lo llevan sobre los hombros dos jóvenes actores británicos que merecen un reconocimiento, pero hay uno que debería ser dignificado, como mínimo, con una nominación al Oscar. George MacKay y Dean-Charles Champan firman unas interpretaciones notorias, absolutamente naturales y con unas características físicas de época que hacen aún más creíbles sus personajes. No son estrellas en un reparto; representan el soldado raso británico, individualidades que pueden ser extrapoladas a cualquiera de los que vemos pasar por los lados. Sin embargo, MacKay recuerda a Leonardo DiCaprio en The Revenant, con una actuación que pasa factura tanto física como mentalmente.

1917 es una experiencia. El metraje pasa por los ojos del espectador con la sensación de que todo está rodado en el mismo plano secuencia, creando una inmersión como muy pocas películas pueden conseguir a través del apartado técnico y los escenarios. Ninguna brizna melodramático que sobre, ningún detalle intrascendente y todas las aportaciones terminan sumando a una historia donde el tiempo es el máximo enemigo y la supervivencia, el único requisito.

Como una pesadilla, la Primera Guerra Mundial pasa a través de los ojos, la angustia y el miedo de George MacKay, en situaciones tan surrealistas que las hace aún más creíbles en un escenario tan abismal como la PGM. La misión de los dos protagonistas, suicida pero con una fuerte necesidad de ser completa, pondrá a prueba todos los personajes, espectadores y los aventureros que se dejen absorber por la película. No será ninguna sorpresa si gana el Oscar a Mejor Película. El viaje por la trinchera infinita lo vale con creces.
VictorRodrigo
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