Leí el libro y fuí uno de los borregos que se enganchó a él. Y la película es un calco casi fiel, por lo que en teoría no tendría que defraudarme. Pero es que al Akiva Goldsman habría que imponerle una orden de alejamiento sobre cualquier objeto que sirviera para escribir. El libro tenía un principio acelerado, sí, pero aunque parezca contradictorio, se tomaba su tiempo para atraparte. En la película todo es tan rápido y confuso, que te deja frio y sin interés. La cosa se anima cuando salen del museo y la película encuentra su ritmo. Pero a media hora del final, más o menos, la vuelven a cagar. Igual que la novela. Desde que se descubre la identidad del maestro hasta que Tom Hanks vuelve a París, creí que iba a matar a Ron Howard. Es más, estuve a punto de salir del cine y meterme en una iglesia a expiar todos mis pecados. ¿Porqué no alejan a este tipo de una cámara? Después de esto, Una Mierda Maravillosa me parece una película brillante.
Pero no todo es malo. Tom Hanks no lo hace tan mal como dicen, me gustó bastante. Igual que Ian McKellen. Igual que Alfred Molina. En realidad la única que no me convenció fue Audrey Tautou. La música no estaba mal, y la fotografía, bueno, como Ron Howard es un negado para rodar y hacer un plano decente, no me convenció. Los flashback, una basura. De teleserie con presupuesto.
En fin, para que os hagais una idea, cuando estaba en el cine y mis amigos se quejaban de tal o cual detalle, yo pensaba que no era para tanto. Pero cuando se encendieron las luces, no me quedó más remedio que unirme a la crispación. Mi salud mental me lo estaba pidiendo a gritos.