No voy a entrar aquí en debate sobre las casi obligatorias discusiones morales que incita el visionado de esta película, pues no sería tanto una crítica cinematográfica como una discusión sobre ética, y no creo que esto último sea el objetivo de este foro.

Así pues, decir que estamos ante todo un ejemplo de hacer cine. Amenábar ha firmado un dramón costumbrista de una belleza y emotividad pocas veces vista en el cine patrio. Su dominio del lenguaje cinematográfico es en esta película más notorio que en ninguna otra de su filmografía, sobre todo teniendo en cuenta el delicado tema que tiene que tratar. El toque sensiblero se hace necesario, pero el enfoque de Amenábar hace que la cinta no se abandone a la lágrima fácil gratuitamente.

El espectador tiene motivos sobrados para emocionarse gracias a las soberbias actuaciones de todo el reparto. Bardem hace un trabajo impecable, con un registro dramático difícil debido al hecho de estar encamado casi toda la proyección, pero lo solventa con gran acierto. Belén Rueda, otra gran actuación sólo eclipsada por Bardem, muestra su mejor vena dramática. Pero no se queda aquí la cosa: los actores secundarios brillan con luz propia, destacando una Mabel Rivera y, sobre todo, un Celso Bugallo para quitarse el sombrero. Los secundarios, además, facilitan el logro de esa atmósfera costumbrista de la España profunda en la que tan magníficamente se ha ambientado la fotografía.

El mensaje de Amenábar es claro y, como suele ocurrir en su cine, no está carente de polémica, pero esta vez se escuda en un hecho real muy cercano que conmocionó a la opinión pública y en el que todas las esferas de la jerarquía social quisieron dar su parecer. El público va a ver la película porque conoce de antemano su final, pero lo hace más bien por la curiosidad de ver cómo va a tratar el director un tema tan complejo y tan delicado como la eutanasia. Muchos querrían agarrar el cuello de Amenábar porque ven en la película un alegato absoluto contra la vida, cuando en realidad puede parecer un alegato contra la libertad de decisión sobre la vida. El filme tiene suficientes elementos para contener lecturas en uno y en otro sentido, y cada espectador verá lo que su moral personal quiere que vea.

De una u otra forma, la película es ejemplar y demuestra que el moderno cine español, si se lo propone, puede hacer obras maestras. Ésta casi lo es.