Como diría George Lucas, toda saga tiene su comienzo, y el caudaloso serial cinematográfico de James Bond tuvo su origen en esta primera película de Terence Young en el lejano 1962.

“Dr. No” no es el primer relato del personaje más conocido de Ian Fleming, pero sí es la primera de las, hasta hoy, 22 películas que se han hecho sobre este espía británico con licencia para matar y que, desde 1962, siguen siendo un reclamo muy importante para el público. El renombre del personaje es tal, que los actores que lo han interpretado permanecen en la memoria colectiva sólo por haber sido James Bond en algún momento de sus carreras. Fue Sean Connery el primero que se enfundó el elegante traje del espía más famoso del mundo, y probablemente el que mejor encarnó a este antihéroe misógino, de gustos refinados y técnicas letales.

El filme de Young inicia lo que serán las constantes en las futuras películas del personaje: los psicodélicos créditos iniciales, la archiconocida pieza musical principal, las persecuciones con coches de lujo, los archivillanos y, cómo no, las “chicas Bond”, una distinta por cada película. La historia de esta “Dr. No” es bastante sencilla, por no decir simple, y su desarrollo combina la acción, el humor sutil y los toques de alta tecnología que también serán otra constante en la serie, aunque en este primer filme de Young no aparezcan los muy conocidos “gadgets” que Bond utilizará en todas las demás películas.

El Dr. No (Joseph Wiseman) es el primer archivillano “naif” que nombra a la asociación criminal SPECTRA, contra la que Bond se enfrentará en no pocas ocasiones. Un villano con los típicos aires megalómanos de conquista y poder, rodeado de alta tecnología y seguidores estúpidos. En el otro lado, la primera “chica Bond” será Ursula Andress, cuya inolvidable aparición saliendo del agua en su bikini blanco elevaría la temperatura del cine de espionaje de la época de la guerra fría.

Young pone el listón a una altura de la que los directores que vendrían después sólo igualarían o se quedarían por debajo, y no es un listón muy alto. El acierto de Young es haber rodado una historia sencilla con un buen sentido de la acción y del entretenimiento, manteniendo un pulso narrativo alto y con una ejecución bastante correcta. La película en sí no es para tirar cohetes (lo mismo se podría decir con las del resto de la saga), pero estableció unas bases muy concretas que serían un punto de inflexión en el género, y por supuesto el nacimiento de un personaje icónico a escala global.

Recomendable.