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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
8
Comedia. Romance Un pobre vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una florista ciega (Virginia Cherrill) de la que se ha enamorado. (FILMAFFINITY)
19 de noviembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmovedora película del inmortal Charles Chaplin, verdadero canto a los sentimientos humanos del mayor genio de la comedia de la historia del cine.

"Luces de la Ciudad" es una de sus grandes obras en las que se da ese tono burlesco tan propio de él para contarnos una historia de ricos, pobres, miserables y desgraciados, en un mundo donde la distancia entre clases sociales era muy palpable y la Gran Depresión del '29 aún daba coletazos. Todo este marco está muy bien plasmado y parodiado en esos mágicos fotogramas en blanco y negro, de una notable calidad y una puesta en escena magnífica. Habrá gente que no entienda el por qué Chaplin quiso hacer una película muda cuando el cine sonoro estaba ya en auge por aquellos años, pero si "Luces de la Ciudad" hubiera sido una película sonora se habría perdido toda la sensibilidad que desprende la cinta. No hablamos de la banda sonora, buen trabajo de Chaplin donde hace unos arreglos de "La Violetera", sino del sonido ambiente de la calle o de las conversaciones entre actores. El sonido hubiera matado los silencios dramáticos, las miradas dulces, los gags coreografiados (impagables momentos como el baile o el combate de boxeo) o, simplemente, el maravilloso ambiente bohemio y nostálgico de cada uno de sus 81 minutos.

Como todo el arte debería ser, si el cine es una sucesión de imágenes y argumento capaces en su conjunto de provocar sensaciones en el espectador, nadie debería dudar de que "Luces de la Ciudad" cumple con su cometido como obra de arte. Es sorprendente que una historia tan sencilla como la que se cuenta sea capaz de transmitir tanta emoción, tanta ternura y tanto humor como la que emana de esta cinta ya inmortal, con momentos que llegan al corazón de forma instantánea, otros que hacen reír hasta doler las costillas y otros, como esa sonrisa final de Charlot, que simplemente se quedan grabados en nuestra experiencia vital.

Y vital es también el visionado de esta película, pues sería difícil comprender el cine sin ver a uno de sus hijos predilectos.
Richy
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