De Palma rellenó la década de los noventa con tres títulos notables dentro de su filmografía: la excelente “Atrapado por su pasado” (1993), “Misión imposible” (1996) y la que nos ocupa. La especialización de De Palma en el thriller mafioso es notoria logrando altas cotas de maestría, y “Ojos de serpiente”, aunque no se circunscriba en ese subgénero, bebe mucho de él.

Ya en su mismo comienzo, De Palma da una lección que se queda grabada a fuego en el espectador: un espectacular plano secuencia centrado en Nicolas Cage, haciendo el tonto con sus gestos histriónicos y presentando así a los “dramatis personae” de la trama. En ese plano se encuentra todo el “leit motiv” del filme, cuya trama principal es en realidad una explicación de los hechos que se presentan en el mismo. Huelga decir que es uno de los planos-secuencia más impresionantes, complejos y mejor ejecutados de la historia del cine, con perdón de Andrei Tarkovski.

Los minutos iniciales consiguen, de esa forma tan efectiva, atraer la atención del espectador hacia una trama conspiranoica, cuyo desarrollo se circunscribe exclusivamente en un escenario cerrado al exterior, un casino de Atlantic City donde se ha disputado un combate de boxeo de dudosa legalidad. El único conocimiento que el espectador tiene del exterior se basa en los comentarios de los personajes, los cuales son mordaces y ácidos.

Por desgracia, De Palma empieza tan rematadamente bien que el resto de la película se hace monótona, convencional y previsible. La trama se sustenta en la investigación que realiza Cage para encajar todo lo sucedido en los minutos iniciales para que, a base de flashbacks recordatorios, el espectador vaya atando cabos hasta llegar a un final algo decepcionante. El talento reconocido del director evita descensos en el ritmo, el cual es dinámico y atractivo, pero no puede sostener una historia que no da para mucho más.

Nicolas Cage, acostumbrado a trabajar con el productor Bruckheimer y con John Woo, estaba encasillándose con sus muecas histriónicas y ojos desorbitados que no deja de repetir con De Palma, aunque su actuación no está precisamente fuera de lugar ya que el personaje, un policía poco respetuoso y de malos modales, lo requiere. Su compañero de reparto, Gary Sinise, realiza una actuación mucho más sosa pero correcta.

De Palma da un poco de cal y otro poco de arena con “Ojos de serpiente”, aunque la cal es de notable calidad. Recomendable.