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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
6
Ciencia ficción. Drama. Intriga En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haberme enfrentado y salido mal parado de “Sacrificio” (1986), quise seguir a Tarkovsky durante dos películas más, ambas ellas basadas en novelas de Stanislaw Lem y, por lo tanto, clasificadas dentro de uno de mis géneros favoritos, si no el que más: la ciencia-ficción. De esta forma, me acerqué a “Solaris” (1972) y la acabé con mayor gusto gracias a su estética y planteamiento, lo cual me animó a atreverme también con “Stalker”.

El filme sigue teniendo un aspecto visual sobrecogedor y portentoso, como un cuadro al óleo pintado con el mayor de los cuidados. Sin duda, Tarkovsky sabe como adornar sus películas consiguiendo una ambientación muy lograda. En “Stalker” esto es lo principal, la diferenciación de los colores sepia de la ciudad donde discurre la vida cotidiana, frente a los colores vivos y naturales de “la zona”, ese lugar prohibido devastado por el apocalipsis nuclear.

Pero el diseño de producción no lo es todo, y “Stalker” es, como se espera de Tarkovsky, una película difícil y extremadamente lenta. El filme se centra en sólo tres personajes, un científico, un escritor y un “stalker”: una especie de guía que ayuda a los otros dos a entrar en “la zona”. El “stalker” se ve en la necesidad de proteger ese rincón de cualquier intromisión, por lo que advierte a sus acompañantes que le obedezcan en todo, que no toquen nada y que no pierdan el camino que él les impone.

Tarkovsky nos habla con metáforas, haciendo que nos estrujemos la cabeza con preguntas constantes sobre lo que nos muestra: el científico representa la razón, el escritor la imaginación y el “stalker” la fe. Los tres personajes encarnan tres conceptos condenados a excluirse entre sí, por ello los debates entre ellos se hacen muy persistentes y la sensación de no llegar a ningún sitio es cada vez más patente conforme avanza la cinta.

Una vez acabada la película, nos damos cuenta de que los mejores momentos de “Stalker” son, precisamente, los que no se desarrollan en “la zona”, es decir, los primeros minutos y, especialmente magnéticos, los últimos. Esto dice mucho (y a la vez poco) de Tarkovsky como autor creador de obras sólo para grupos minoritarios (principalmente gafapastiles o que tengan mucho tiempo libre para destripar cada fotograma), aunque se aprecie cierta megalomanía comercial a lo Cecil B. DeMille en la concepción de sus películas. “Stalker” es imposible de recomendar a no ser que quiera uno crearse enemigos, pero también es imposible no recomendarla. He ahí un dilema a lo Tarkovsky.

Lo único que me queda claro al final es que mi andadura por su filmografía acaba aquí, ya que es un hueso demasiado duro de roer aunque me guste su sabor.
Richy
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