Denis Côté firma una película cuanto menos curiosa en la que intenta mezclar géneros de forma un tanto extraña con relativo éxito.

“Antología de un pueblo fantasma” comienza con unos fotogramas fijos y un accidente de coche en un pequeño pueblo de Quebec. A partir de ahí, se construye un relato de trascendencia social, donde cada uno de los habitantes del pueblo muestran distintas maneras de enfrentarse al suceso. Es la parte dramática de la cinta, la de mayor peso, proyectada con unos lirismos y comedimientos un tanto excesivos pero hipnóticos, acordes con la ambientación gris y apática de todo el metraje.

La otra parte es la sobrenatural, en la que Côté coloca sus fantasmas como si de otro elemento decorativo se tratase, tan fríos y silenciosos como el clima y los pobladores.

Sin embargo, la quietud y la deprimente ambientación que impera en toda la narración, junto con unos igual de deprimentes personajes, pueden hacer huir a muchos. Côté puede pecar de intentar dar profundidad a unos diálogos bastante superficiales, pero se necesita algo de paciencia para que cada escena vaya calando, y en un mal día puede llegar incluso a desesperar al más paciente, pero quedarse hasta el final tiene su recompensa por lo satisfactorio, por el regusto a trabajo cuidado que deja.

Con una de cal y otra de arena, pero interesante.