Inmersos como estamos en la actualidad con todo el tema de las IA, parece que Gareth Edwards ha querido aprovechar el rebufo para presentarnos su versión sobre el tema, y lo hace de la única forma que sabe hacerlo: con una superproducción repletita de efectos especiales.

Cualquiera puede pensar que el cine de gran formato de hoy en día, dominado por películas muy vistosas con héroes marvelianos que cargan con guiones de consumo rápido bajo sus coloridos disfraces, está argumentalmente muerto. Edwards ya nos enseñó con su magnífica “Rogue One: Una historia de Star Wars” (2016) que hay vida detrás de los grandes presupuestos destinados al espectáculo visual, ya que no sólo de los FX viven los productores sino también los guionistas.

“The Creator” es la búsqueda de la paz en medio de un mundo controlado por las IAs, donde hay tanto simpatizantes de las mismas como detractores, lo que ha ocasionado una guerra a nivel global. El filme cuenta la odisea de Joshua (John David Washington), un ex agente que es contratado para buscar al Creador y acabar con él, ya que lo suponen el responsable de la IA que ha ideado el arma definitiva. Pero su misión da un giro de 360 grados cuando descubre que la IA tiene el rostro de la pequeña Madeleine Yuna Voyles, y tanto su objetivo como su manera de pensar y actuar cambiarán significativamente.

Edwards propone una caza del gato y el ratón a través de un mundo desolado, pasando por escenarios panorámicos que sobrecogen por su majestuosidad y vastedad, un apocalipsis bien recreado en el que se siente todavía el calor de las no muy lejanas explosiones termonucleares que lo devastaron todo. Joshua y su joven acompañante “high-tech” van solventando los muchos problemas que se encuentran por el camino, con ese aire de suficiencia de los que saben que no se van a encontrar ninguna sorpresa que ni ellos ni el respetable no vean venir. Los obstáculos que se les presentan son meras excusas para ofrecer vistosas escenas de acción a la par que sirven para desarrollar la relación entre los dos, la consabida y muy manida relación “hombre-máquina”. Edwards tenía la gran oportunidad que le brindaba el trasfondo del filme para haber profundizado más en las repercusiones morales y éticas, pero ha preferido quedarse en la superficie (estamos en territorio Disney, no lo olvidemos).

Aunque a grandes rasgos resulta predecible, “The Creator” es un entretenimiento de calidad, explora ideas interesantes e intenta cimentarlas con un guion más elaborado de lo habitual en este tipo de cintas.