Douglas Adams fue un escritor de ciencia-ficción bastante atípico, con un sentido del humor socarrón, irónico y bastante crítico. “La guía del autoestopista galáctico” es su obra más famosa, compuesta por tres libros de los cuales este film adapta el primero de ellos.

“Guía del autoestopista galáctico” comienza en un lejano planeta azul donde vive un ser llamado Arthur Dent (Martin Freeman), el cual ve horrorizado cómo quieren demoler su casa para construir una autopista. Su mejor amigo, Ford (Mos Def), resulta ser un alienígena que le advierte de la inminente demolición del planeta por la misma razón, para construir una vía intergaláctica por parte de los vogones. En la nave vogona, Arthur descubrirá la “guía del autoestopista galáctico”, todo un compendio de conocimientos universales imprescindible para sobrevivir en el espacio.

Quien conozca la obra de Adams estará de acuerdo en que Garth Jennings no ha podido hacer una adaptación mejor. El humor que respiraba el libro se plasma aquí de forma envidiable, con un adecuado uso de los extravagantes personajes y con un guión bastante fiel a la obra original. Sea dicho que el propio Douglas Adams colaboró en el guión, pero no siempre las colaboraciones de los creadores dan películas bien adaptadas. Éste no es el caso de “Guía…”, pues Karey Kirkpatrick supo entender a la perfección la esencia paródica del texto de Douglas, el cual murió durante la elaboración del guión en 2001.

El talón de Aquiles del filme es, sin duda, el conocimiento que el público tenga de la obra literaria. Quien ha leído a Adams verá en la cinta de Jennings una plasmación casi perfecta de lo que ya conoce de la trilogía literaria. Pero quien se sumerja en la película sin conocimiento previo, será más probable que vea una disparatada serie de chorradas espaciales varias sin ningún fundamento argumental, con unos personajes irritantes (sin ir más lejos, el “Zaphod Beeblebrox” de Sam Rockwell) sin ninguna gracia, todo adornado por unos buenos efectos especiales.

Aunque el tono del filme es preminentemente jocoso, se aprecian perfectamente las sutiles críticas de Adams a aspectos sociales y culturales tales como la burocracia excesiva, las ansias de poder y la ironía misma de la vida, sujeta a una serie de probabilidades e improbabilidades que son las que la sustentan.

El desarrollo de la cinta recuerda algo al estilo narrativo de directores independientes como Jared Hess, por lo que “Guía…” es de esas películas que cuesta mucho recomendar debido a su gran dependencia a los niveles de “frikismo” del espectador.