Parece ser que el cine comercial más actual peca de poco original y de lasitud de guiones. Hay pocas ideas y, las que hay, no se desarrollan suficientemente o, en la gran mayoría de los casos, parecen conformarse con hacer una taquilla rápida. Christopher Nolan es un director comercial innegablemente, pero tenemos la suerte de que no es un director convencional y, además está en su mejor forma creativa: no hay más que echar un vistazo a su visión de Batman, el legendario superhéroe de DC, en la trilogía que cierra la película que tenemos entre manos.

En la entrega anterior, dejamos a Batman cargando con los pecados del mundo y exiliado para que la nueva Ley Dent pudiera aplicarse con todo su poder para reducir la criminalidad en Gotham, y así ha sido hasta la aparición de un criminal, Bane (Tom Hardy), empeñado en cambiar todo el sistema a base de violencia. Batman (Christian Bale) se ve obligado a regresar…

Si “El caballero oscuro” (2008) nos pareció espectacular, este “Caballero oscuro: la leyenda renace” es la confirmación de la regla: Nolan no puede haber firmado una película mejor. Su reconocido talento para el ritmo constante y los pulsos firmes, para los clímax continuos y para el aura épica, se ve aquí desarrollado como el buen prestidigitador que es, apabullando al espectador con imagen, sonido y ritmo acelerado. Cuando el espectador está henchido y saturado de emociones, después de más de dos horas de puro espectáculo cinematográfico, viene el golpe de gracia en un final que sólo el toque maestro del prestidigitador es capaz de ofrecer a un público ya entregado previamente con la función.

A pesar de que el filme se centra en el sitio de Gotham, con todos los clichés y convencionalismos que lleva consigo, Nolan sabe utilizar todos los elementos a su alcance para evitar caer en reiteraciones y dar una verdadera lección de cine. Enseña cómo rodar elegantes escenas de acción, cómo mantener la tensión sin apenas altibajos, cómo crear una historia interesante, cómo utilizar los personajes a favor de la trama y gracias a un excelente desarrollo psicológico de los mismos… en definitiva, cómo rodar una película comercial sin que lo parezca.

Al igual que hizo con el magnífico “Joker” en la anterior entrega, Nolan profundiza en el personaje de Bane y, aunque no llega a la altura del psicótico “Joker”, se cierra el círculo abierto en “Batman Begins” (2005) con Ra’s al Ghul y la Liga de las Sombras. Además, con la reclusión de Bruce Wayne en una prisión bajo un pozo imposible de escalar, Nolan nos recuerda indirectamente el oscuro pozo repleto de murciélagos por el que cayó Bruce de joven, tal como todos los seguidores del personaje saben y como se vio en “Batman Begins”, y relaciona un hecho y el otro con el nacimiento de Batman y, cual oscura ave fénix, de su renacimiento.

Del resto de personajes, ha sido un gran acierto dar más protagonismo al comisario Gordon (un excelente Gary Oldman), al igual que el dado con buen criterio al personaje de John Blake (Joseph Gordon-Levitt, quien también realizó un excelente trabajo en “Origen”, también de Nolan). Como contrapunto, la aportación del que iba a ser en principio uno de los personajes más importantes, Catwoman (Anne Hathaway), dista mucho de ser más que un mero reclamo sexual con importancia en la trama. Es inevitable recordar a Michelle Pfeiffer en el mismo papel en “Batman vuelve” (1992) de Tim Burton, mucho más misteriosa y felina, aunque el debate sobre a cuál de las dos le sienta mejor el cuero y el látex aún seguirá abierto por mucho tiempo…

Nolan no ha podido cerrar mejor su trilogía del caballero oscuro. Probablemente, nunca veremos a un Batman tan portentoso, pero sí es probable que veamos más proyectos portentosos de un director que ya se ha guardado un buen sitio, por derecho propio, en la historia del cine.