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Voto de Richy:
775
Comedia. Drama
En el siglo XVIII, los samuráis que llevaban a cabo actos de venganza eran compensados económicamente por los clanes a los que pertenecían. Un joven samurái que llega a Edo (actual Tokio) con el propósito de vengar a su difunto padre busca a su enemigo por toda la ciudad. El problema es que, además no saber manejar la espada, no tiene realmente ganas de ejecutar su misión. Alojado en una vivienda pobre, pero rica en relaciones humanas, ... [+]
5 de febrero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comentar nada, un aclaración: FilmAffinity clasifica la película dentro del género de acción, y no es así. Más bien estaría dentro de la comedia/drama. Lo digo porque podría dar lugar a equívocos y sería conveniente cambiarlo.
La historia se desarrolla a comienzos del siglo XVIII nipón, en un núcleo de población donde reina la miseria llamado Edo (actual Tokyo). Es un barrio pobre cuyos habitantes van superando el día a día con humor y esperanzas, donde escasea el dinero y sobreviven a base de un pequeño comercio de pescado. Hasta allí ha llegado un joven samurai llamado Sozaemon buscando venganza por la muerte de su padre, pero el contacto con la gente de allí y la poca maestría con la espada harán que vaya perdiendo el interés por dicha venganza.
No es un cine de samurais al uso como nos tiene acostumbrados el país del sol naciente, sino más bien un reflejo de la decadencia de los samurais y su inutilidad en los periodos de paz. El director Hirokazu ha querido de alguna forma ridiculizar el sentido que tiene la venganza y el honor en la figura de Sozaemon, un verdadero inepto en el arte de manejar la espada y obligado por juramento a vengar la muerte de su padre, provocada por una pelea en una partida de Go. Esta muerte deshonrosa le quita todavía más sentido a una venganza obligada, y lo acaba por perder en la representación teatral que hacen los habitantes del pueblo.
Aparte de quitarle el superpoder y el temor que inspiraban los samurais durante la Edad Media, Hirokazu muestra una sociedad pobre aunque muy viva, resaltando unos valores optimistas y recalcando que la violencia no es el verdadero camino del samurai para su desarrollo personal, sino más bien el alimento de su honor. Sozaemon hace todo lo contrario que debería hacer su clan por tradición: enseña a leer y a escribir, pasea, se relaja... y se enamora.
Es un filme bien hecho, con una buena fotografía y unos momentos de hipnotizante belleza. Adolece de cierto sopor pasada la primera hora, donde parece estancarse, pero al final consigue dejar al respetable con un buen sabor de boca.
La historia se desarrolla a comienzos del siglo XVIII nipón, en un núcleo de población donde reina la miseria llamado Edo (actual Tokyo). Es un barrio pobre cuyos habitantes van superando el día a día con humor y esperanzas, donde escasea el dinero y sobreviven a base de un pequeño comercio de pescado. Hasta allí ha llegado un joven samurai llamado Sozaemon buscando venganza por la muerte de su padre, pero el contacto con la gente de allí y la poca maestría con la espada harán que vaya perdiendo el interés por dicha venganza.
No es un cine de samurais al uso como nos tiene acostumbrados el país del sol naciente, sino más bien un reflejo de la decadencia de los samurais y su inutilidad en los periodos de paz. El director Hirokazu ha querido de alguna forma ridiculizar el sentido que tiene la venganza y el honor en la figura de Sozaemon, un verdadero inepto en el arte de manejar la espada y obligado por juramento a vengar la muerte de su padre, provocada por una pelea en una partida de Go. Esta muerte deshonrosa le quita todavía más sentido a una venganza obligada, y lo acaba por perder en la representación teatral que hacen los habitantes del pueblo.
Aparte de quitarle el superpoder y el temor que inspiraban los samurais durante la Edad Media, Hirokazu muestra una sociedad pobre aunque muy viva, resaltando unos valores optimistas y recalcando que la violencia no es el verdadero camino del samurai para su desarrollo personal, sino más bien el alimento de su honor. Sozaemon hace todo lo contrario que debería hacer su clan por tradición: enseña a leer y a escribir, pasea, se relaja... y se enamora.
Es un filme bien hecho, con una buena fotografía y unos momentos de hipnotizante belleza. Adolece de cierto sopor pasada la primera hora, donde parece estancarse, pero al final consigue dejar al respetable con un buen sabor de boca.
