Almibarado y excepcionalmente insípido drama romántico de Luis Mandoki, especialista en el género con muy pocos títulos memorables.

El relato se desarrolla en torno a una periodista (Robin Wright) y un marinero (Kevin Costner). Ella lo conoce a través de una misteriosa carta que encuentra dentro de una botella, destinada a la fallecida esposa del marinero. Lo que en principio se convierte en una historia interesante para el periódico, se tornará en una irremediable y predecible aventura amorosa en la que ella conocerá la obsesión enfermiza del marinero, basada en culpabilizarse por la muerte de su esposa.

Historia predecible, con una insoportable aura de telefilme de sobremesa, en la que hay poca cabida para llamar la atención del espectador desde el mismo momento en que aparece Kevin Costner en pantalla. Antes de ese momento, sobre unos 15 o 20 minutos desde que comienza la película, la historia parecía prometer algo más que el devenir superfluo de una relación en la que apenas hay química, debido en parte a la parsimonia con la que Costner interpreta a su personaje.

Mandoki sólo se vale de una buena fotografía y una banda sonora realmente bien ejecutada para intentar envolver al espectador en una historia con pocos temas que despierten la curiosidad. Los fotogramas van pasando sin pena ni gloria como si fuera una obligación durante las dos horas de la proyección, durante las cuales hay apenas algún momento de cierto interés, centrado principalmente en las neuras de Costner por su mujer desaparecida.

Ni Paul Newman consigue levantar un filme que al final resulta, francamente, aburrido.