El salto del charco de Mathieu Kassovitz después de la lograda “Los ríos de color púrpura” (2000) se ha quedado, cuanto menos, corto. Su película norteamericana se ha contagiado del espíritu taquillero y poco innovador que impera en el cine de terror americano.

“Gothika” es la historia de Miranda Grey (Halle Berry), una psicóloga que trata a sus pacientes en un manicomio. Todo marcha bien hasta que, en una noche lluviosa, cree haber visto en la carretera una extraña presencia femenina que la obliga a descarrilar. Cuando se despierta, se encuentra internada en el mismo psiquiátrico en el que trabaja, descubriendo además que su esposo (Charles S. Dutton), también director de la institución, ha sido asesinado y se le acusa a ella del crimen.

El interesante planteamiento del filme se queda en agua de borrajas cuando Kassovitz hace mezclar lo que parece ser una historia intrigante sobre trastornos psicológicos, con una historia sobrenatural que es la que pretende dar rienda suelta a la dimensión terrorífica de la cinta. El desarrollo resulta tan convencional que la película no pasa de ser un mero entretenimiento, sin ningún momento destacable, con sobresaltos de estar por casa que pretenden hacer saltar de la butaca a un espectador ya saturado del mismo recurso en el cine de terror reciente.

Kassovitz dirige con energía pero presenta la trama sin más interés que el de mantener el ritmo y la cohesión del guión. Es algo que consigue, pero no es capaz de arriesgarse a introducir algún elemento innovador o impredecible que sorprenda al espectador.

En las interpretaciones, tenemos a una Halle Berry muy correcta a la que se le dan bien los gritos de terror, una Penélope Cruz un tanto sobreactuada, y un Robert Downey Jr. con dos registros diferenciados pero en los que tampoco da todo lo que suele dar en otras películas.

Entretenida, pero sin fuelle.