Tras meses de intensa preparación física el actor Will Smith estaba preparado para interpretar en el celuloide la vida del mítico boxeador norteamericano. Dicho esfuerzo no resulta incomprensible una vez vista la película, que comparte a partes iguales combates y argumento. Aquí radica una de las señas de identidad del filme, las peleas, que lógicamente atraerá a los más fanáticos del deporte pero que dejará indiferentes a los inexpertos en la materia. Para intentar motivar a este público se encuentra la sección del argumento que aborda la lucha de Mohammed contra las autoridades americanas y, en general, la opresión que sufrían los afroamericanos hace unas décadas en el nuevo continente.
El largometraje peca de longitud viendo su historia, lo que incita a la siesta súbita cuando se sobrepasa la hora y media de rodaje. Del mismo modo resulta confuso los vaivenes espaciales entre África y USA producidos en la primera parte del filme, que desorientan con facilidad al espectador. Recomendada para seguidores del famoso púgil y mediocre opción para el resto.