En Magnolia, Thomas Anderson se atreve a quitar el velo y descubrir los secretos que arrastran los sórdidos y excéntricos personajes que van apareciendo en pantalla: Una cocainómana que no olvida traumas del pasado mientras escucha música a toda pastilla, un inspirado Tom Cruise que da lecciones para comerse el mundo cuando él mismo no puede enfrentarse a simples preguntas, un presentador terminal de cáncer que no encuentra el perdón que suplica en el último tramo de su vida, un viejo moribundo que lo consigue cuando ya es demasiado tarde, un niño prodigio que sabe todas las respuestas excepto el porqué su padre no puede ser bueno con él, una espléndida Julianne Moore que no encuentra ninguna solución para conciliar su pasado y su futuro... por encima de todos está el bueno de Jim, un policía que intenta arreglar un poco las vidas de unos y otros, pero que está lejos de comprender el duelo interior que sufren. Cada uno de estos personajes se enfrenta a su carga personal de una forma diferente, el quiz de la cuestión es: ¿Conseguirán finalmente perdonarse a sí mismos?

Anderson maneja a su antojo las vidas de estas criaturas, las entremezcla y las usa como excusa para reflejar la desesperación, el dolor, el sufrimiento y por qué no, el amor.

La lluvia de ranas, como suceso que ha ocurrido extraordinariamente en la historia, quiere hacer despertar a unos personajes que no pueden ver la realidad exterior sino su propia miseria.El suceso es solo uno; las consecuencias para cada individuo, distintas. Será el azar el que decida en última instancia determinar el destino de cada uno, más allá de sus propias decisiones.

El surrealismo y el caos de la desesperación se dan la mano en esta película. Y es que las cosas raras suceden todo el tiempo.