El inicio es extraordinario, a pesar de hallarnos narrativamente en el siglo XV: un hombre trata de huir elevándose en un casi globo aerostático no perfeccionado; pero el artefacto acaba dandóse un piñazo en el suelo, lo cual es sintomático de la mismísima película, pues parecidamente comienza tomando altura y poco a poco se da de bruces sobre tierra.

Tratándose de cine sobre santos, me quedo antes con otras películas desacreditadas y nada famosas, también en blanco y negro, pero que al menos relucen por ofrecer un apasionante contenido espiritual, religioso y de la santidad; por ej.: "El hombre que no quería ser santo" (de Edward Dmytryk, USA 1962), "Fray Escoba" (de Ramón Torrado, España 1961) o "Molokai, la isla maldita" (de Luis Lucía, España 1959).

Lo que quizás le pasó a este filme, "Andrei Rublev", para tener tanta resonancia y aduladores, es que provenía de la Unión Rusa Socialista Soviética (URSS), nos contaba la hitoria de un santo ordotoxo de Rusia —Andrei Rublev (¿1360–1430?)—, y esto en los setenta del siglo XX era todo un reclamo ideológico para muchos militantes occidentales del "progresismo pro-soviético, marxista o comunista". De no haberse dado estas circunstancias, quizás esta película de Andrei Tarkovsy no habría sido tan ensalzada ni mitificada como si fuera una de las obras relevantes de la cinematografía. De hecho, la película no nos calienta demasiado el alma, al contrario, nos la deja medio fría. Por cierto, la fotografía de paisajes invernales y escenas climáticas propias de la abrigada Rusia, sí son destacables y notorias.