En unos tiempos en los que nadie -salvo el 80% de los americanos- cree en el cielo y en el infierno, la propaganda ultra cristiana ya no nos habla de pecado, ni de fuegos infernales, ni de que el sexo es algo sucio. No. Ni lanza sus mensajes tonantes desde los púlpitos de las iglesias. O no solo. En el siglo XXI, poderosas productoras como la Fox manufacturan la misma basura, pero camuflada sibilinamente en envoltorios de colores. Este es un ejemplo. (Spoiler, pero da igual, no te pierdes nada): La película /panfleto está protagonizada por la joven Juno que, después de gestar durante nueve meses un hijo y pasar por el trascendental momento del parto, entrega a su bebé en adopción y se queda tan pancha como si le hubieran quitado una espinilla. Y ¿cómo es Juno? Ella es guay, porque escucha a unos grupos musicales muy modernos, y anda y se viste con un look muy guay también. Ah, y también es super-madura. Por eso sopesó las distintas posibilidades de que disponía, incluida la posibilidad de abortar, y ahí fue cuando se dio cuenta de que en las clínicas esas todo el mundo es muy antipático, incluida la recepcionista. De manera que decidió degradarse y pasar de ser mujer a ser una incubadora mecánica. Qué cosas. El desprecio que encierra esta película hacia el hecho de la maternidad y hacia el cuerpo femenino, concebido como un receptáculo insensible, no debería engañar a nadie. Pero, por si algún despistado ha caído en la pegajosa trampa de este film, aquí va el antídoto: la estupenda "Madres e hijas", de Rodrigo García, que pone las cosas en su justo punto.