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Voto de Adela Hache:
5
4,2
2.033
Drama
Mientras Eliza Naumann se prepara para participar en el difícil Concurso Nacional de Ortografía de Washington D.C., su familia empieza a desmoronarse. Su padre Saúl, un estudioso de las religiones, convencido de que su hija posee un don especial, empieza a enseñarle los secretos de la Cábala. Los resultados son tan extraordinarios que llega a ver en ella el camino que conduce hacia Dios. A la madre esa actividad conjunta de Eliza y Saúl ... [+]
1 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tibia y edulcorada pero así y todo lejos de la categoría de comedia con que se la promociona en algunos medios y más cerca del melodrama, "Palabras mágicas" queda a mitad de camino entre la transposición fílmica de un libro de autoayuda y un intento superador de los clisés habituales.
El desarrollo de su anécdota avanza con un ritmo tal vez más propicio a la literatura que al cine, sin mayores profundidades, y eso deriva en un product epidérmico que no emociona pero al menos deja pensando.
Adaptada de una novela de gran éxito en los Estados Unidos, esta historia reconstruye la existencia de cuatro integrantes de una familia aparentemente perfecta, aunque en realidad se encuentra al borde mismo de su desintegración.
El padre (Richard Gere) es profesor de Teología hebrea en Berkeley, pero en su propio hogar resulta más expresivo cocinando que hablando. Admite no haber avanzado más allá del conocimiento intelectual y se muestra obsesivo en imponer a sus hijos una búsqueda de virtuosismo.
Su esposa Miriam (Juliette Binoche) parece muy reconcentrada en sí misma, hasta el punto de parecer ausente y el desarrollo de la película develará el porqué.
De los dos hijos del matrimonio, el mayor es un adolescente que encuentra en la experiencia con una religión diferente una forma de canalizar su rebeldía. Por su parte, la hija menor, Eliza, una niña en el umbral de la pubertad interpretada por Flora Cross, pareciera ser invisible ante el resto de su familia, hasta que gana un concurso de deletreo. Esta singular habilidad hace reconcentrar sobre ella la atención de sus padres y su hermano, quienes estarán pendientes de los sucesivos concursos donde se destaca como ganadora. De esta forma, Eliza siente que su habilidad le acerca la atención y el afecto familiar.
Pero la niña va por más y, a partir de su singular destreza, llegará a una instancia superior y subjetiva en donde las palabras ya no serán signos o formas sino creadoras de realidad. Por ahí anda el sentido de la película, tematizando las ideas de carencias y necesidades que no alcanza a cubrir la vida cotidiana. Señala que algo roto puede reconstruirse a partir de fragmentos, una acción sanadora que los tibetanos llaman "Tikum Olam".
El desarrollo de su anécdota avanza con un ritmo tal vez más propicio a la literatura que al cine, sin mayores profundidades, y eso deriva en un product epidérmico que no emociona pero al menos deja pensando.
Adaptada de una novela de gran éxito en los Estados Unidos, esta historia reconstruye la existencia de cuatro integrantes de una familia aparentemente perfecta, aunque en realidad se encuentra al borde mismo de su desintegración.
El padre (Richard Gere) es profesor de Teología hebrea en Berkeley, pero en su propio hogar resulta más expresivo cocinando que hablando. Admite no haber avanzado más allá del conocimiento intelectual y se muestra obsesivo en imponer a sus hijos una búsqueda de virtuosismo.
Su esposa Miriam (Juliette Binoche) parece muy reconcentrada en sí misma, hasta el punto de parecer ausente y el desarrollo de la película develará el porqué.
De los dos hijos del matrimonio, el mayor es un adolescente que encuentra en la experiencia con una religión diferente una forma de canalizar su rebeldía. Por su parte, la hija menor, Eliza, una niña en el umbral de la pubertad interpretada por Flora Cross, pareciera ser invisible ante el resto de su familia, hasta que gana un concurso de deletreo. Esta singular habilidad hace reconcentrar sobre ella la atención de sus padres y su hermano, quienes estarán pendientes de los sucesivos concursos donde se destaca como ganadora. De esta forma, Eliza siente que su habilidad le acerca la atención y el afecto familiar.
Pero la niña va por más y, a partir de su singular destreza, llegará a una instancia superior y subjetiva en donde las palabras ya no serán signos o formas sino creadoras de realidad. Por ahí anda el sentido de la película, tematizando las ideas de carencias y necesidades que no alcanza a cubrir la vida cotidiana. Señala que algo roto puede reconstruirse a partir de fragmentos, una acción sanadora que los tibetanos llaman "Tikum Olam".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El guión se empecina en enfatizar las conductas de los protagonistas como manifestaciones de ritos vacíos que buscan resignificarse: la madre acumula en forma compulsiva objetos materiales que reflejan la luz, para reconstruir, a su manera, un universo en lenta desintegración, como las figuras del calidoscopio que es un motivo de continuidad visual a lo largo de todo el film. Por su parte, el padre reconoce que su conocimiento erudito de las palabras no es más que eso.
La experiencia mística, mencionada por la cábala judía y las antiguas runas, donde cada letra conserva un poder primordial que acerca a Dios, es alcanzada únicamente por la pequeña Eliza. Cuando esto sucede, la plenitud del hallazgo hace que ella no necesite más del éxito en los concursos de los que participa, abriendo los ojos a un encuentro con el lenguaje como vehículo trascendente hacia la divinidad.
Con esta historia, "Palabras mágicas" hace equilibrio entre lo fantástico y lo cotidiano, aunque sin llegar a lograr una sólida estructura argumental. Prolija formalmente, con algunas búsquedas estéticas que no superan una tendencia hacia el "adorno", en particular en la casi melosa propuesta auditiva.
Con cierta sensibilidad no habitual, la película insiste en criticar la frivolidad de la sociedad consumista, donde lo sagrado está ausente e intenta reemplazarse por la acumulación de conocimientos o prestigio.
La experiencia mística, mencionada por la cábala judía y las antiguas runas, donde cada letra conserva un poder primordial que acerca a Dios, es alcanzada únicamente por la pequeña Eliza. Cuando esto sucede, la plenitud del hallazgo hace que ella no necesite más del éxito en los concursos de los que participa, abriendo los ojos a un encuentro con el lenguaje como vehículo trascendente hacia la divinidad.
Con esta historia, "Palabras mágicas" hace equilibrio entre lo fantástico y lo cotidiano, aunque sin llegar a lograr una sólida estructura argumental. Prolija formalmente, con algunas búsquedas estéticas que no superan una tendencia hacia el "adorno", en particular en la casi melosa propuesta auditiva.
Con cierta sensibilidad no habitual, la película insiste en criticar la frivolidad de la sociedad consumista, donde lo sagrado está ausente e intenta reemplazarse por la acumulación de conocimientos o prestigio.