La historia de una niña de 14 años, atrapada en la terrible rigidez del catolicismo, encarnado especial y estúpidamente en una madre cerril, necia e indirectamente psicópata. Una película impresionante, segundo film de Brüggemann, que narra bajo la estructura de un auténtico vía crucis de 14 estaciones, el drama de esta niña solapado a una reflexión tan respetuosa como brutalmente crítica hacia la religión, en este caso católica, sin descartar, de forma magistral, la ironía (desarmante sátira diría yo incluso, ese "milagro" final) en los momentos justos y hasta más lacerantes.
De tono ascético, rígido y tan severa como la ideología de la que trata, sin embargo, "Camino de la cruz" es igualmente elástica, interesantemente minimalista, esclarecedoramente hablada, aceradamente certera en sus imágenes. No hay nada gratuito, folclórico, populista, en "Camino de la cruz". Hay ciertas, muy lejanas conexiones, con la excelente "Camino" de Fesser y las huellas, más cercanas, de Bresson, aunque dadas la vuelta como un calcetín en su mensaje.