El gran éxito crítico del cine español de ese año, bien justificable en la mayoría de sus aspectos.
Uribe se basa en la novela de Juan Madrid y compone un thriller visceral y realista de osada conceptualización: toma la lacra terrorista etarra para desde esa base argumental conceptualizar la historia en un contexto más que político, melodramático y sentimental, de un fatalismo romántico propio de una mixtura entre un film noir de los 40 y el thriller pesimista cargado de antihéroes.
Un terrorista convencido y orgulloso, pero también desencantado y amargado que circunstancialmente se cruza con una mujer desinhibida, con una chica inocente y honesta viciada por toda la mierda que la ha envuelto desde que nació, pese a lo cual la putrefacción que pudiera desprender es para el terrorista sexo libertador, desmembramiento de las armas, minimización de lo divino y lo humano; una rosa de exquisita fragancia sacada del sórdido lodo de lo hueco de la vida que a él (Gómez) y a ella (Gabriel), que a todos los personajes de la película -el policía Elejalde, el "feliz" yonqui Bardem, la pseuprostituta Peña, la enamorada terrorista Mínguez, el sincero Nieto- los oprime y los hace no esperar nada de nadie, cada uno de su lado, igual de cínicos e hipócritas todos ellos, solo quedando el verdadero reducto de la pasión y el deseo, del sexo, del amor tal vez (spoiler)
Uribe no hace apología de nadie en su film, simplemente compone un poema visceral, rotundo, magníficamente narrado, espléndidamente interpretado, hacia lo inútil que resulta casi todo cuando por una vez en la vida, solo una y quizás ni una más, se descubre la verdadera pasión, la sensación de vivir por encima de todas las cosas. Demasiado bueno para durar mucho. Espléndida fotografía de Aguirresarrobe y muy buena música de José Nieto.