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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
10
Fantástico. Comedia. Romance Lucy Muir es una joven viuda que decide irse a vivir a orillas del mar, a una casa encantada que perteneció al capitán Gegg, un marinero cuyo fantasma se le aparece. Al principio, el capitán utiliza los mismos trucos que le sirvieron para librarse de otros inquilinos, pero con Lucy no funcionan. (FILMAFFINITY)
2 de abril de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bellísima y joven viuda Lucy Muir (Tierney) decide irse a vivir junto a su hija a una bonita casa a orillas del mar, supuestamente maldita, al estar habitada por el fantasma del capitán Gegg (Harrison), suicidado allí mismo... Solo fue la tercera película de Mankiewicz pero estamos ante una joya indiscutible de una maestría y perfección que la hacen tanto un clásico incorruptible como una obra "rara avis" en el conjunto del cine americano de su época. Esto es así por la desarmante y modélica mixtura entre fantasía "light", comedia blanca y desesperadamente romántico melodrama que la hacen caminar bajo la elegante tutela de Mankiewicz por unos caminos no muy transitados hasta entonces y muy arriesgados para que esta obra maestra fuera considerada a la altura que mereció desde su estreno.
Muy reivindicada hoy día, estamos ante un delicioso y adorable banquete de Cine y Arte desde el primer fotograma con una espléndida fotografía del también director Charles Lang, una adecuadísima y perfecta partitura de Herrman y un reparto formidable completado por unos secundarios de lujo. En ese reparto está ella, un ángel divino, esclarecedor, de estremecedora belleza, que refulge en la pantalla: Gene Tierney, un faro de luz impresionante que compone una interpretación modélica, delicadísima en los matices, perfecta, maravillosa. Es un ángel real que parece irreal, un fantasma perfecto, tan hermoso que ilumina la pantalla con su sola presencia. Su fantástico y gustosamente romántico romance con el fantasma Harrison resulta grandioso y apasionante, haciendo que lo surreal y fantástico pase a ser cotidiano de forma naturalísima. Así, junto a ese fino humor, se aparece una realidad de acogedora y maravillosa melancolía. Un precioso final remata el formidable guión de Dunne: este film es, en esencia, un ejemplo deseable de convivencia de los vivos con los muertos, de lo terrenal con lo espiritual, de la muerte dulce, silenciosa, de un vivo, para vivir (porque ama) eternamente. Obra maestra irrepetible.
Solo fue candidata al Oscar a la mejor fotografía en su momento. Madre de Dios....
kafka
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