Antz (Hormigaz)

Woody Allen, Sharon Stone, Christopher Walken, Dan Aykroyd, Danny Glover, Gene Hackman, Sylvester Stallone… todos ellos dan vida, a través de sus voces, a una gran colonia de hormigas, a una gran máquina en funcionamiento para la prosperidad donde una sola hormiga, un solo componente, cambiará no solo el rumbo del futuro, también de la sociedad que lo vio crecer y que lo adoctrinó para ser una buena obrera, un útil reemplazable. Con Antz (Hormigaz) nos adentramos en el hormiguero de Z, una hormiga que no acepta el establecimiento social que impera sobre su raza y que emprende una búsqueda de la personalidad como individuo, de la capacidad de elección y, en resumen, de la felicidad. Pero romper con las imposiciones no es tarea fácil por lo que, con ayuda de su incondicional amigo soldado Weaver y una princesa confusa, Z comienza a demoler la Bagger 288 con la que se consolidó un sistema castigador del individualismo y, por tanto, del bienestar y satisfacción personal.

Eric Darnell y Tim Johnson, animadores renombrados y veteranos empleados de DreamWorks Animation, trabajan juntos en esta aventura inundada de política en la que reina un mensaje antisistema, crítica casi en su total plenitud del capitalismo estadounidense, las condiciones y jornadas laborales y, en general, de una sociedad construida alrededor del trabajo que ignora las virtudes específicas de cada persona como la creatividad o la iniciativa, haciendo de ellas meros utensilios para la producción. Los directores están tan empeñados en acercar este mensaje que lo terminan por agotar, consumiendo a sus personajes y hastiando al espectador ante una vorágine de concienciación social que se olvida de la aventura y del público al que está dirigida esta producción.

La construcción de los personajes no ayuda al guion de Chris Weitz, Paul Weitz y Todd Alcott a la hora de profundizar, o reflejar esa personalidad individual de la que tanto y tanto habla la película. En primera instancia, el personaje protagonista no podía haber sido más desacertado como eslabón fuerte del mensaje: cobarde, egoísta, estúpido, mentiroso y tremendamente pesado. ¿Quizás es un oxímoron lo que quieren que entendamos los directores? No lo sé, pero sí sé que los secundarios tampoco ayudan a consolidar el tema principal. Desde la princesa hasta el amigo, todos parecen estar esperando la orden de Z para cumplir el objetivo principal, sin apenas dudas o reflexión, pasando a formar parte de la maquinaria personal de tal indecente protagonista, contradiciendo de nuevo el mensaje que con tanto orgullo repiten los directores cada tres líneas de diálogo. El único personaje que merece una mención especial, y no por complejidad, sino por veracidad con el argumento es un secundario que sale casi nada, pero que resume los 83 minutos de populismo con holgura: el coronel Cutter.

La banda sonora producida por Hans Zimmer con la cortesía de Yoko Ono vuelve a tropezar en ese intento de reforzar el mensaje, empleando canciones populares como Guantanamera o When Johnny Comes Marching Home Again en lugar de composiciones originales, tomando de la sociedad que critica la personalidad que Antz (Hormigaz) está lejos de tener, y de la que constringe falsamente a sus personajes. Por otra parte, que la última canción citada, himno de la Guerra de Secesión, sea empleada cuando los soldados son mandados a la muerte, me parece a título personal una falta de respeto en cuanto a la obvia representación del conflicto armado entre La Confederación y La Unión. Como la música, los constantes cameos a la cultura fílmica popular como Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) o Acorralado (Rambo) (Ted Kotcheff, 1982), en torno a los cuales se construyen secuencias enteras, denota de nuevo esa carencia latente de personalidad tanto de directores como de guionistas, ambos grupos cegados por el trabajo de contar lo canalla que es el sistema.

A nivel visual es muy bonita, un punto muy a favor y, cuando quiere concentrarse en la aventura de Z en su búsqueda del yo, fuera del hormiguero, consigue divertir aunque sea solo durante una pequeña fracción del metraje total, esbozando la concepción de la realidad extramuros ácida, tiznada de esperanza e incertidumbre, de ilusión y congoja, de la verdadera evolución personal que todos experimentamos al enfrentarnos a nuevas situaciones desconocidas que pueden ser buenas o malas, todos esos sentimientos materializados en una fantasía llamada Insectopía y que buscamos, tarde o temprano, en algún momento de nuestras vidas. Por otra parte, el diseño de los insectos me parece horrible, aunque es una concepción totalmente personal. El único que me ha gustado en ese aspecto es un personaje que, con las burdas maneras de los directores, ensalza la política que usa la cinta, caracterizándolo como un político histórico. Ese personaje es el General Mandible, gracias al cual se crea una subtrama antagonista curiosa referenciando el auge y caída del prolífico Cayo Julio César.

Tengo sentimientos encontrados con este filme, ya que la he disfrutado mucho cuando no me ha atosigado con la idea. Aunque, siendo francos, teniendo el remake de Los siete samuráis (Akira Kurosawa, 1954) llamado Bichos, una aventura en miniatura (John Lasseter, 1998), del mismo año que la que nos encontramos hablando y haciendo una comparativa rápida, Darnell y Johnson están a años luz en todos los parámetros respecto la producción de Disney y Pixar. (5.5).

Vi casi todas las películas de animación conocidas (sólo me falta Shrek y Montruos S.A., a las cuales no les tengo fe) y debo decir que Antz es, por bastante, la mejor y más inteligente de todas. No está dirigida principalmente a chicos como el resto de las de animación, aunque algunos me quieran hacer creer que son películas para adultos.

El guión es simple y sin muchas pretensiones, pero es para un público adulto y resulta bastante inteligente. No hay infantilidades como en las otras del género. Igualmente, si la ven chicos les deja un muy importante mensaje de libertad de pensamiento y decisión para la vida que les viene. Y porque no, quizás también le resulta útil a algún adulto esclavizado que no se haya dado cuenta todavía.

Técnicamente quizás no se acerca a las de Pixar, pero tiene un nivel muy alto.

Y como digo siempre, tenemos el cine que nos merecemos. Vean sino la nota promedio de ésta y comparen con otras más conocidas como Buscando a Nemo o Ratatouille, muy inferiores en calidad (no técnicamente hablando, por supuesto).