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La condesa descalza

Drama. Romance. Intriga Tres cineastas estadounidenses descubren a una extraordinaria bailarina llamada María Vargas. Sin perder ni un minuto, se trasladan a Hollywood y lanzan a la desconocida al estrellato. Kirk, el productor de sus películas, corteja en vano a María. Ella, para humillarle, accede a acompañar al multimillonario Bravano en un crucero por la Riviera. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, esta película no es la alegría de la huerta. Todos los personajes están heridos, mutilados, vacíos, son superficiales, o directamente son estúpidos (sobre todo los ricos y sus conseguidores).

Mis preguntas son: ¿qué lleva a un director y guionista tan brillante a confeccionar un traje tan sombrío y tan falto de vida?, ¿realmente, todo es decadencia y superficialidad en la vida, como apunta ésta película?, ¿el sueño de la razón produce monstruos?, ¿es Mankiewicz un guionista “razonable”?, ¿el álter ego de Mankiewicz, en esta película, como parece, es Bogart o realmente es Ava Gardner?.

Entiendo por dónde va Mankiewicz, veo sus neuras, veo sus conflictos, veo su visión artística y literaria. Y también veo como nos engaña: veo como todo el rato nos habla del cuento de la Cenicienta (con madrastra y todo), cuando, en realidad, de lo que nos está hablando es de otro cuento: del de la lechera. Lo que le interesa es hablar de como, nuestra mente, está proyectándose constantemente, de cómo estamos llenos de proyectos. De cómo vemos el oso, y ya lo hemos cazado y hemos vendido su piel…por ahí van sus tiros.

Nos habla de como planificamos nuestra vida, intentamos conseguir cosas, tener objetivos, incluso creemos que tenemos la vida controlada, y simplemente somos marionetas al viento. La piedra angular de ésta película es un comentario que dice Mankiewicz por boca de Bogart en la película, algo así como que “un guión debe tener sentido, la vida, no.” Ahí está la filosofía de Mankiewicz, esa es la visión que tiene del mundo en comparación con el cine. Y esa es la confusión que cree que tenemos todos los “actores” de la vida: que creemos que la vida tiene que tener sentido como si fuera un guión de una película, y ése es nuestro error, como el de María Vargas…

A Mankiewicz, acostumbrado a crear guiones “matemáticos”, complejos, y que encajan como el mecanismo de un reloj suizo, le choca el ver, como, la vida en un segundo se encarga de echar por tierra todo. Y aún así, nosotros nos empeñamos en creer que tenemos el control y seguir “actuando” en el gran decorado de la vida, sin darnos cuenta de eso precisamente: de que simplemente estamos actuando en un gran decorado creyendo que, como en una película, todo tiene sentido…

Pero, aunque la idea es muy buena: intentar mezclar cine con realidad, y vernos como actores en la vida…sin guión aparente. Mi sexto sentido, como el que dice que posee Bogart, como director de cine, en la película. Hace que no me trague esta historia, que veo, (como a todos sus personajes) carente de vida. También diría que es una historia aparentemente profunda, pero otra vez, cómo todos sus personajes, es superflua.

Quizás no llegué a su corazón, pero desde luego, ella tampoco llegó al mío. No empatizo con ningún personaje, ya que no detecto su “alma”. Todos parecen fantasmas o almas en pena, quizás en manos de Edgar Allan Poe o Bécquer la historia hubiera sido más fantástica, y a la vez, más humana, y los puntos de vista de los distintos narradores hubieran estado mejor entrelazados, como pasa en Rashomon, o en el gran guión firmado por su hermano: Ciudadano Kane.
alfwild
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26 de agosto de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuevo acercamiento de Mankiewicz al mundo del espectáculo mirado desde dentro. Si en "Eva al desnudo" (1950) era del teatro en "La condesa descalza" se trata del cine. La película supuestamente narra el descubrimiento, ascenso y caída de una estrella de cine de origen español interpreta por la bella Ava Gardner, en medio de la voracidad de productores y demás parafernalia de Hollywood, incluidos frívolos millonarios. Ahora bien, en este sentido no deja de ser un fracaso porque si se piensa bien el cine no le quita nada: ella ya estaba triste y desganada mucho antes de que la encontraran. En realidad, su desgracia nada tiene que ver con el séptimo arte sino con el amor, que es precisamente lo que echa en falta esta estrella, lo que es bastante obvio. Dicho esto prácticamente todos los protagonistas arrastran una fatalidad, una pesadumbre, unas neuras y un pesimismo existencial con el que uno se convence de que nunca van a ser felices. Es el caso de la tal María Vargas (Ava Gardner), que no sé muy bien lo que quiere. Parece ser que simplemente busca un príncipe azul, en una especie de remedo de la Cenicienta pero aún con esto le sigue faltando la alegría que debería proporcionarle ese sueño.

Lo relativamente novedoso de "La condesa descalza" es que está narrada por varios personajes en tercera persona, a partir de varios flashbacks que tienen lugar en el entierro de María Vargas, sí, enseguida sabemos que la protagonista muere así que nos revientan el final. La obra puede pecar de cierta ingenuidad en la ambientación española o de ser demasiado estática y teatral, con una sobreabundancia de diálogos. A pesar de todo, los parlamentos aunque algo cargados son lúcidos por lo que no llegan a aburrir. Además la presencia de dos leyendas como Ava Gardner y Humphrey Bogart le da un plus de calidad si bien el que se llevó un Oscar, como mejor actor secundario, fue Edmond O'Brien, que llega un momento desaparece de la cinta. Sea como fuere, "La condesa descalza" parece funcionar como el negativo del cuento de hadas, incluso como un guión de cine, deslizando que en la vida real las cosas no cuadran como en un libreto o en un sueño rosado adolescente. En este sentido, puede entenderse como una propuesta antirromántica pero la idea me parece excesivamente exagerada, como si en todo el mundo no existiera un sólo hombre decente y valioso que le diera la felicidad a la desgraciada María Vargas.
Reaccionario
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5 de julio de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Joseph L. Mankiewicz fue su primera película en color (1954) pero quizá no la más aplaudida por crítica y público. Sin embargo, muchos pensamos que aportó prestigio a este gran director, independientemente de los defectos o problemas que generase la cinta. Es sabido que, a nivel personal, hubo importantes "roces" entre Humphrey Bogart (que interpreta al director de cine Harry Dawes, amigo privilegiado de ella) y Ava Gardner (María Vargas, bailarina española de origen muy humilde pero "destinada" por talento y temperamento al estrellato inmediato en Hollywood). Tampoco la relación fuera de cámara con el propio Mankiewicz fue demasiado amistosa, digamos.
Sería muy injusto decir que La condesa descalza es una mala película. Mankiewicz unas veces está mejor, otras peor, pero el talento en mi modesta opinión, es indiscutible. Ahí está su magnífico legado cinematográfico.
Y de "monstruos" como Bogart o la Gardner, poco que añadir que no se haya dicho mil veces.
Por supuesto los dos están como de costumbre, ella, deslumbrante en belleza, en actitud, metida completamente en un papel que le queda cercano en lo personal, sensual como ha habido pocas (la escena del baile en el campamento gitano con una camisa ceñida amarilla dejó boquiabiertos a casi todos) y Bogart, también muy centrado en su papel de amigo honesto, de persona sincera, leal, peleando ambos por su identidad personal y su dignidad en un mundo de magnates y ricachones arrogantes, cuando no despiadados y aborrecibles.

El tema de la dignidad es importante en el argumento y da pie al título de la película, en inglés The barefoot contessa, la Condesa Descalza. Los pies desnudos (en contraposición al cuento de la Cenicienta que es usado como referente argumental por el guión donde perder el zapato es el nexo de unión con el Príncipe) en este caso, son un símbolo del orgullo de María Vargas y su reivindicación de autonomía personal frente a un mundo (sobre todo de hombres pero también de su autoritaria madrastra, envidiosas varias y demás) muy hostil.

Es de destacar también el papel del subordinado Oscar Muldoon (Edmond O'Brien), hipócrita y sudoroso cobista de cuantos altivos personajes le contratan, con María por medio "dificultando" las cosas y el bueno de Harry quitando hierro y ayudando en lo que puede.

Quisiera mencionar un detalle simpático en la escena de la taberna española en que actúa María, donde, por cierto, no vemos en ningún momento la actuación y sí las reacciones de un público entregado. A la mesa donde se sientan el desagradable magnate sin escrúpulos Kirk Edwards (Warren Stevens), Oscar, Harry y una linda actriz invitada llamada Myrna (Mari Aldon), acuden a servirles los camareros entre los que hay un niño que se sitúa instintivamente al lado de Myrna, deslumbrado por su belleza y porque seguramente no ha visto habitualmente estrellas del cine americano. El camarero adulto le reprocha su actitud con un gesto rápido y el chiquillo debe irse muy a su pesar.

Me resulta interesante esa especie de "polifonía" en la narración que supone entremezclar los diálogos de los personajes y los razonamientos propios de varios de ellos con voz en off. Lo normal es que escuchemos a uno solo como "yo actante" o bien que haya un narrador omnisciente externo nararndo lo que tengamos que saber pero no es tan habitual que se vayan turnando varios personajes en estas tareas.

En resumen, una película clásica que hará las delicias de los fans de la Gardner, Bogart y cía.
Película con defectos, sí, cosas que mejorar (por ejemplo, su longitud, dos horas largas, algo típico en Mankiewicz) pero elegante y agradable de ver, no solo para mitómanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luth
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9 de marzo de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En numerosas ocasiones se ha considerado a La condesa descalza una "obra menor" dentro de la filmografía de Mankiewicz. Quizá por poseer ciertos esteriotipos que disminuyen el realismo y la credibilidad del relato. Pero todo esto en mi opinión en vez de restarle interés hace que potencie la historia, no podemos olvidar que es cine dentro del cine, y todo el cine es tramoya y engaño, cierta treatalidad y dramatismo destacado por la narración de la vida de María contado en flash back, por un Humphrey Bogart lleno de humanidad y comprensión.
Ava Gardner, está en su mejor momento tanto físico como artístico (la fotografía de Cardiff hace que esté radiante) y siempre será recordada como una de sus mejores interpretaciones.
El guión escrito por el propio Mankiewicz está lleno de cinismo con concesiones autobiográficas destacando la mezquindad de los nuevos productores cinematográficos sin escrúpulos y sin sensibilidad por el arte.
En definitiva, un espectáculo visual, muy bien escrito, dirigido e interpretado reflejo de las miserias de Hollywood capaz de crear al animal más bello del mundo y destruirlo.
galital
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27 de noviembre de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente Mankiewicz sea un autor al que nunca revindiquemos lo bastante. Inteligente y cercano con sus personajes, es cierto que aquí crea un melodrama un poco imposible en algunas de sus concepciones, pero que cautiva y deja encantado al público, pese a que la vida a veces sea tan mala guionista.

Ava Gardner fue una estrella de Hollywood que además tenía un componente de mito sexual inaccesible, conocida es una encantadora e ingeniosa anécdota de Groucho Marx al respecto. Mankievicz aprovecha eso a la perfección para crear a una dama tan atractiva como distante, tan bella como frágil, condenada a la adoración y a no sentir para sus adentros la pasión consumada de amar y ser amada.

Descubierta en los suburbios de Madrid (presten poca atención al horrible acento y sí al magnífico lenguaje corporal que desde el primer momento brinda la actriz) por un séquito de cienastas, la futura María Vargas suscita el interés de muchas personas, en un relato que va mezclando puntos de vista, pero donde sobresale, ahora y siempre, la figura de un Humphrey Bogart en un rol un poco atípico pero que clava con solvencia que dábamos por adelantado.

Bogart encarna al guionista que más trabaja con la improvisada estrella, un tipo no del todo admirable, que trabaja y recibe dinero de un jefe al que aborrece, que hace mucho tiempo vendió un trocito de su alma a las grandes productoras... pero que es cercano, ameno y obsevador inteligente, tal vez uno de los pocos que conoció a la condesa descalza.

Un folletín amoroso de condes italianos y celos, pero narrado como casi nunca, con eficacia, solvencia, respeto... y no cometiendo el imperdoble error de presentar a ningún personaje ni demasiado bueno, ni demasiado malo.

A fin de cuentas, incluso Helena de Troya estaría un poco ridícula sin calzado y con los pies mojados tras una cortina...
El Libanés
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