La pradera sin ley

King Vidor realizó aquí su mejor aproximación al western, un film compacto, pétreo, vitalista, breve pero intenso, con una gran capacidad de síntesis, que se presta a múltiples lecturas. Sin la menor fisura en una puesta en escena ágil y aparentemente sencilla y con un guión que ordena a la perfección una historia plena de temas del universo de Vidor: la independencia personal por encima de lo material, el individualismo y la amistad. Todo en “La pradera sin ley” gira en torno al personaje de Dempsey Rae, memorablemente interpretado por Kirk Douglas. Es un aventurero fuera de lugar, un héroe de otros paisajes.

Si se siente obligado a ayudar a los pequeños propietarios amenazados por Reed Bowman (Jeanne Crain), la poderosa dueña del Triangle, el mayor rancho de la zona, no podrá quedarse con ellos para compartir la parcelación de la tierra con alambre de espino. No sólo las alambradas causaron la muerte de su hermano menor. Además están ayudando a acabar con los horizontes abiertos, el único espacio por el que sabe moverse. Dempsey odia las alambradas de espino pero pretende demostrarnos que se puede ser libre e independiente, aunque a la vez solidario. Como todos los grandes héroes errantes que poblaron el oeste. Siempre confiará en su amiga Idonee (Claire Trevor), la prostituta acostumbrada a otro tipo de soledad. A Jeff (William Campbell) el chico con el que mantiene una relación paterno-filial le enseñará a ser un buen vaquero, humano y prudente.

En el fondo de la trama subyace la guerra por los pastos para el ganado del poderoso (poderosa en este caso) y los pequeños ganaderos. Ni siquiera la belleza de Reed con sus pistoleros amedranta a Dempsey con su idealismo. Como se desprende de su título original “El hombre sin estrella” extraído de la balada que canta Frankie Laine durante los títulos de crédito, Dempsey es un hombre sin destino que aún no ha encontrado su estrella para que le guie. También es un western político sobre el conflicto entre el individuo y la sociedad en crecimiento, planteando una situación doblemente amarga: la desaparición del aventurero individualista y el cuestionamiento de los valores del liberalismo yanqui, cuya puesta en práctica se convierte en la aplicación de la ley de la fuerza. “La pradera sin ley” es un western dialéctico anudado en torno a un conflicto histórico expuesto con claridad, contundencia y singular agudeza.

Es un western de personaje y su protagonista es un hombre idealista y aventurero que vaga sin destino en busca de su libertad y de un paraíso perdido, un lugar donde el capitalismo y sus límites aun no esten asentados. Por eso, por su trauma pasado y sus cicatrices exteriores e interiores odia los cercos de alambre de puas: los límites de la propiedad privada que solo llevan a la destrucción individualista.
El maestro King Vidor además de contar con la magnífica performance de un actor tan imponente como Kirk Douglas tiene a Jeanne Crain en el rol de una mujer moderna de negocios. Este personaje femenino está claramente emparentado con otras mujeres fuertes y caóticas de la filmografía de Vidor: Ruby Gentry (Jennifer Jones) y Rosa Moline (Bette Davis)

Como western no está mal, sobre todo en cuanto a algunos momentos de acción, algunos buenos diálogos, la figura emblemática de un vaquero solitario (Douglas), con código de honor, la metáfora que se emplea para denunciar que las alambradas (las fronteras) son las que ahogan la libertad del ser humano.

El tema animales lo he puesto sólo casualmente, aunque los animalistas pensaran que es absolutamente procedente el referirlo.

Como comedia es la parte más floja, especialmente el que hace de "chico" (creo que es W.Campbell), la verdad es que no da la talla en mi opinión. Douglas está más payaso de lo normal y eso le resta puntos, pero es cierto que lo compensa con otros buenos momentos.

Lástima de esos momentos de infantilismo grande, lástima también de algunas resoluciones argumentales más bien forzadas, así como lástima de todo ese tabaco fumado por orden de la productora, sino le hubiera clavado con gusto un 7 al menos. Qué le vamos a hacer, se queda con el 5,1.

Convencional Westher sustentado en un magnífico Kirk Douglas que está espléndido, como siempre. En el papel de mujer dura y fuerte está interpretada por Jeanne Crain, una clásica de toda la vida, de muchas películas, que no pega mal, aunque no es Barbara Barbara Stanwyck, ni mucho menos... que tiene papeles similares, 40 Pistolas de Fuller y, sobre todo, Las furias, de Mann.
Como secundario de lujo está Richard Boone, auténtico hombre de todo género para todo tipo de películas, muchas del Oeste.
Muy transitado guion, tantas veces visto. Mujer propietaria de una finca, de un rancho que cuenta con diez mil cabezas de ganado. Sus vecinos no llegan a mil, y pretenden imponer la regla de determinación de los campos mediante alambre de espinos que divida las propiedades, lo que supondría una gran pérdida para la explotación grande. El título original es muy expresivo: "Man Without a Star", que expresa bien lo que pretende narrar.
Un descastado que fuerza su suerte con la propietaria dura que pretende hacerse rica no permitiendo que se alembren los campos. La dramaticidad de la lucha se muestra co toda su crudeza. Es una guerra por la supervivencia, por la propiedad privada, por el mantenimiento de las explotaciones grandes. La película que mejor narra esta situación es Open Range de Kevin Costner (2003), magnífica película, muy lograda en todos los sentidos.

Básico, directo, forzado, previsible, absurdo y decepcionante western, que queda atrapado y condenado al olvido, por la bochornosa aportación de todo el reparto sin excepción.

La película tiene un comienzo prometedor y atractivo, pero a medida que avanza su desarrollo, cae en algo endeble, reiterativo y ridículo.

La personalidad y los intereses de los personajes protagonistas, queda presentados con claridad y su intervención a lo largo de la trama, no llega a resultar nada convincente.

Ni siquiera el nexo de las diferentes historias, presenta cierto atractivo, resultando en conjunto aburrido y letárgico.

La pradera sin ley, queda como un desenfadado e irregular western de enredo