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Sátántangó

Drama La historia relata gradualmente los problemas de una granja colectiva durante unos pocos días de otoño en los años de la Hungría post-comunista, observada desde la perspectiva de distintos personajes. (FILMAFFINITY)
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
3 de febrero de 2013
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película Béla Tarr analiza el fracaso de las granjas colectivas desde el punto de vista de su inviabilidad social y humana, no tanto desde una perspectiva político-institucional o de teoría política. Es interesante el uso reiterado que hace el director de grandes planos generales, a través de los cuales nos sumerge en un contexto que quiere que palpemos, invitándonos así a un viaje a la Hungría comunista.

Hay dos características que hacen que esta película sea, cuanto menos, llamativa:

Por un lado, el análisis de los personajes se lleva a cabo a través de los aspectos más cotidianos y mundanos, algo original con respecto a lo que habitualmente se viene haciendo, considerando lo mundano como un aspecto que puede (o incluso debe) obviarse. Béla Tarr transmite a través de lo banal, convirtiéndolo entonces en capital, pues sólo a través de lo aparentemente banal se puede llegar a comprender el contexto que lo explica: Lo específico hace lo general.
Por otro lado, con esta película el director húngaro rompe con las pautas establecidas en relación a las formas, rompe con los cánones de duración y ritmo del cine convencional, rompe con un modelo de cine demasiado establecido cuando no directamente impuesto.

Por ello, valoro también la película en términos de obra artística por encima de todo, sin supeditarse a lo que el denominado "público general" demande o rechace. Lo que Béla Tarr transmite no podría hacerlo en un formato convencional de 2 horas.

Cada escena de la película es una pincelada imprescindible para entender todo el cuadro.
Palao
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30 de octubre de 2014
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es el nivel de la mayoría de las críticas de esta película es bastante alto. Me han encantado muchas de ellas y aportan datos muy interesantes sobre un director que no solo está entre los grandes del cine, sino que merecería un estudio y una atención mayor.

Para mi estamos ante una obra maestra por 2 motivos.

1 – Como ya decían otros, el cine de Bela Tarr es puro, real, nítido, sin trampa ni cartón. Te podrá gustar o aburrir, darte sueño o excitación visual… da igual, su cine es otra cosa. No es cine, es una mirada, un abuelo sentado en la plaza del pueblo, un documental con cámara oculta, una novela visual. Y nadie dice que te tenga que gustar. Porque en realidad, dejando de lado el detalle de las 7 horas (mucho más dura cualquier serie y nadie se queja ni se las chupa del tirón), en esta historia no hay decorados, ni actores, ni descansos para comer, ni focos, ni maquilladores. Los personajes son reales y habitan esas casas y beben en esos bares y bailan así y vomitan así y comen así y hasta mean así como los hemos visto. La lluvia es lluvia de verdad y los charcos son reales, los actores no parecen actores y sus barbas, sus arrugas y sus ropas son tan reales como ellos. Como ya han dicho otros, Tarr no decide los tiempos, sino que acepta con naturalidad lo que exige cada acción, sin prisas ni imposiciones. Hay que ser valiente para hacer cine de este modo. Al margen de modas y patrones.

2- Sàtàntangò es un documento único sobre la Hungría postcomunista. Es mejor que un documental porque es irrepetible, en el sentido que si alguien quisiera hacerlo hoy, no podría: el doctor ya murió y la granja es ahora un hotelito rural. En los años 90 visité ampliamente esta parte de Europa y recuerdo nítidamente como observaba cada detalle de cada pueblo. Los adoquines de las aceras, los tejados de las casas, las omnipresentes cortinas de punto blanco, los edificios grises, las grietas, los bares de pueblo donde había que acostumbrarse al olor, y las gentes, que me fascinaban tanto. Lo miraba todo como la cámara de Bela Tarr. Del mismo modo, sin prisa, entregándome a los detalles.

Obviamente, alguien podrá decir que ya tiene demasiada realidad en casa y que prefiere encontrar en el cine historias más edulcoradas, coloreadas y simpáticas. Incluso podrán decir que al carajo la historia húngara postcomunista. Y tienen toda la razón. Pero entonces es mejor no ver el cine de Bela Tarr. Sería como criticar a la manteca porque engorda. Y eso no tiene sentido. 
Giorgio
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18 de noviembre de 2014
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sátántangó de Béla Tarr es un drama rural sobre la Hungría postcomunista de los años 90. Dirigida con un ritmo solemne y con el estilo íntimo y muy personal que caracteriza al director, es una joya cinematográfica de más de 7 horas de duración de una exquisita calidad fílmica y profundo mensaje que narra la vida de unos granjeros de la época recién salida del comunismo, que están hastiados de su vida y el lugar donde trabajan y en el que unos pocos quieren quedarse con el dinero ahorrado por todos durante un año, concluyendo una historia extraordinaria por cómo está contada y plasmada en su crudo realismo. Realizada de manera provocadora en ciertos aspectos tiene un resultado irresistible para los amantes del cine como arte en sí.
La fotografía en blanco y negro muestra parajes humildes, casi apocalípticos de un país devastado, exhibiendo también la naturaleza con tono oscuro y lúgubre ya que casi siempre está lloviendo, obteniendo un bello resultado aún dentro de sus devastadoras imágenes. La música es hipnótica en las escenas oportunas e inquietante en otras con el simple uso del sonido de un reloj, mostrando también canciones autóctonas que te transportan a la región pero sin abusar de ella, ya que el silencio es uno de los detalles importantes del film. Los planos y movimientos de cámara son largos y lentos, con eternos plano-secuencia ininterrumpidos que muestran con majestuosidad las zonas donde transcurre la acción, empleando también primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, detalles, seguimiento, subjetivos, panorámicos, reconocimiento y cámara en mano en una labor muy artística y elaborada.
Las actuaciones son herméticas e inexpresivas, ya que el director se propone desconcertar con la naturaleza de cada uno de ellos que es difícil de comprender por su mirada, sino más bien por sus hechos. Cuenta con las admirables interpretaciones de Mihály Vig, István Hováth, Peter Berling, Erika Bók, Miklós B. Székely y László Fe Lugossy. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones humildes y carentes que son alusivos según el personaje, ya sea militar, granjero, niño o ciudadano común y que por supuesto, plasma con acierto la baja clase social a la que estos pertenecen, al igual que los asolados decorados que le hacen una idea al espectador de los tiempos que vivieron en la Hungría postcomunista en el campo.
El guion, escrito por el director junto con Laszlo Krasznahorkai y basado en la novela de este último, está dividido en 12 capítulos que se inspiran en el ritmo del tango, 6 pasos adelante y 6 hacia atrás, y se esfuerza en mostrar la falsedad y corrupción humana en sus más bajos instintos, con todo su engaño, maldad, infidelidad, robo y amenaza de una sociedad supuestamente comunista, mostrando por tanto el fracaso de esta ideología cuando se plasma en la realidad. Esto se lleva a cabo con una narrativa escasa y recóndita que es en ocasiones onírica y desde luego pesimista, utilizando de vez en cuando una voz en off sombría y explicativa de lo que está sucediendo con tono lírico. Cabe destacar también el excelente montaje de más de 7 horas de duración que introduce en su interior pocos días de la vida de una granja en declive desde el punto de visto de sus habitantes, y que además, no se mete la más mínima prisa en exponerlo.
Concluyendo, la considero una joya del séptimo arte inmortal y esencial para todos aquellos que conciben el cine como arte y no como entretenimiento, ya que sus más de 7 horas de metraje guarda en su interior auténticos plano-secuencia, profundidad en los personajes, una fotografía magnífica y cuidada en detalles, una música hipnótica y autóctona, una soberbia dirección, un guión dividido en capítulos que se centra en cada personaje, un extenso montaje que apenas resume unos pocos días, unos movimientos de cámara lentos y mayestáticos y unos vestuarios y decorados que muestran la humildad y desolación de los protagonistas, haciendo con ello de Sátántangó un largometraje de visión obligada para todos aquellos que quieran descubrir cine de autor y experiencias cinematográficas sobresalientes.
Elcinederamon
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7 de febrero de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que no escribía una opinión aquí, pero tras ver "Satantango" no he podido resistirme a escribir mi opinión. Si no escribo para esta película, no escribo para ninguna.
"Satantango" pertenece a ese selecto grupo de películas que son únicas e irrepetibles, y es, para mí gusto, la mejor película de su director. Es muy larga (7 horas) pero a pesar de su duración, no hay demasiados acontecimientos, ya que a su director le gusta profundizar bien en los personajes y algunas escenas son bastante largas, lo que hace que parezca relativamente corta. Durante su visionado uno parece que pierde la noción del tiempo, debido a la fascinación que provocan sus imágenes, y cuando acabas de verla, incluso te quedas con ganas de más, porque quieres seguir sintiendo esas sensaciones que provoca su visionado. Yo la vi en tres días, un tercio por día, porque no puedo soportar estar mirando una pantalla durante 7 horas seguidas. Otra que también me gustó mucho es "El hombre de Londres" y también me gustó "La condena", aunque esta algo menos. La que no acabó de gustarme fue "Armonías de Werckmeister", aunque tiene el inconfundible sello de su director y tiene algún o algunos grandes momentos. Para dar una pista y que se haga a la idea quien no lo sepa, diré que el cine de Bela Tarr es muy parecido al cine de Andrei Tarkovski.
Estos son algunos de los motivos por los que "Satantango" me parece inmensa:
- Atmósfera: la película tiene momentos realmente enigmáticos, que se nota un ambiente irreal o metafísico que le deja a uno en un extraño estado de estupor. Estos momentos son verdaderamente alucinantes.
- Dirección: La cámara de Bela Tarr seduce e hipnotiza al espectador, se mueve con una elegancia pasmosa, con suaves y pausados travellings, que hacen que el visionado de la película sea un auténtico placer para nuestros ojos.
- Sonido: El sonido es un elemento clave en esta película, y está tratado de tal manera, que el espectador se siente cercano a lo que ve en todo momento, es como si los sonidos estuviesen amplificados. Esto hace que los sonidos naturales (la respiración, los pasos, dejar un objeto encima de una mesa, encender una cerilla, los pájaros, el galope de unos caballos, arrastrar un carro, el tictac de un reloj, la lluvia...) sean prácticamente la banda sonora de la película, consiguiendo así un efecto realmente inmersivo. Se siente uno cercano a todo lo que pasa en la pantalla y cualquier sonido o ruido, por débil que sea, se aprecia con claridad y adquiere gran importancia y valor en la película. Además la película apenas tiene música, salvo escasos momentos. La música escogida es, casi toda, música electrónica ambiental, y con ella se consigue un efecto muy enigmático e inquietante. La verdad es que no me gusta que las películas tengan mucha música de banda sonora, porque encuentro que resulta artificioso, prefiero el sonido ambiente ya que así la experiencia es, digamos, más real y natural.
- Actores: Grandiosos. La verdad es que me quito el sombrero con todos los actores que participan, tanto hombres como mujeres y hasta la niña. "Satantango" es una película que requiere unas actuaciones impecables, para que no desentonen dentro de tan valioso conjunto. Además Bela Tarr es un director que se recrea bien en las caras de sus actores y su cámara a veces puede estar filmando la cara de un actor durante varios minutos, lo que exige una gran implicación por parte de ellos. Parece como si el director quisiera captar con su cámara la esencia de cada personaje, de cada actor, y entonces cualquier pequeña desconcentración por parte de alguno de ellos, estropearía el conjunto. Me atrevería a decir que no hay ni un segundo de tiempo que se aprecie alguna estridencia o salida de tono por parte de algúno de los intérpretes. Se ve y se siente que estan inmersos dentro del proyecto, hasta el punto de que, parece que se han olvidado de que son actores y están viviendo una realidad. Os aseguro que no es broma.
Conclusión:
"Satantango" es como una buena comida hecha a fuego lento. Una obra imperecedera. Una película que ha conseguido que la mayoría de las películas que he visto me parezcan un simple pasatiempo. Sin duda, Bela Tarr siempre será uno de los directores más importantes de la historia del cine, aunque sólo hubiera dirigido esta película. Nadie debería pasar por alto esta obra, sólo hay que saber apreciar el arte hecho con entrega y pasión. Hay que verla antes de morir. Tal vez les cambie la forma de entender el cine.
Bohemius
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9 de enero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tengo que valorar esta película por lo que cuenta y como lo cuenta, mi puntuación sería un 1 o un 0 si no nos atenemos a la puntuación de FilmAffinity. Claro que sí la tuviese que puntuar por su apartado técnico, incluso su tempo narrativo que, aún siendo un coñazo, tiene momentos que atrapa y eso que no cuenta absolutamente nada, pues su puntuación rondaría el 9 o el 10.

Y es que la película no cuenta nada y si lo cuenta yo no me entero, pero tiene una forma de contarlo con escenas larguísimas ( la mayoría sobran o piden a gritos que sean acortadas) que tampoco voy a negar que me atrapen; en especial esas caminatas larguísimas que se marcan unos de los personajes, con el viento batiendo en sus espaldas y la basura siguiéndolos a cada paso, que son innecesarias pero tampoco se puede negar que ejerce un efecto hipnótico. Por no hablar de el baile en la taberna o la tortura del gato por parte de la niña. No me entero viéndolas pero me atrapan.

Pero más allá de esto, la película cansa y me pregunto el porque de tal duración. Porqué es necesario ver subir a un tipo al campanario para que esté vea a otro tipo aporreando una campana y gritando idioteces y, de la misma forma, verlo salir del campanario y alejarse.

Y son 8 horas de las podemos rescatar una. Lo demás es paja, (de la de rellenar y de la mental).

Hay gente por aquí que dice de volver a Sátántangó, y otras, incluso más valientes, de verla cada año. A saber si lo cumplieron o, por lo contrario, hacen como yo, piensan que ya vieron la película que recomiendan en cantidad de listas (hace unos años, FilmAffinity siempre me la ponia en las favoritas de mis almas gemelas), ya soportaron sus 8 horas repartidas en 4 días (ya se que la dividen en tres partes pero aguantar las tres horas seguidas de la tercera parte me parecía una tortura china) pues una vez vista, huyen como alma que lleva el diablo para no volver más. Pienso que hay más de estos que de los otros.

También es verdad que para ser una película que me gustó poco o nada le dedico bastantes líneas y no del todo malas. Controversial Mode, diríamos.
.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jesus
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