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Apur Sansar (El mundo de Apu)

Drama Apu, que ha logrado trágicamente su ansiada independencia, siente reforzada su ansia de conocimiento. Sus deseos de escribir, soñar y amar parecen cumplirse cuando conoce a Aparna y se casa con ella. Tercera y última parte de la "trilogía de Apu". (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
19 de junio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta tercera y definitiva parte de la trilogía de Apu, comienza con un breve prólogo, que precede a los títulos de crédito, en el que el ya adulto Apu recibe un certificado de conclusión de sus estudios por parte del director del centro de enseñanza. La aparente simplicidad de la escena tiene la función de erigirse en irónico contraste con lo que va a venir a continuación, me refiero a sus problemas económicos, que no puede ni pagar a su casero el alquiler. En su piso de Calcuta. A pesar de estar amenazado de desahucio, Apu piensa ganarse la vida como escritor, pero un extraño golpe del destino decidirá su existencia, acompañando a su amigo Pulu a un enlace matrimonial, el azar será la causa de que conozca a su futura esposa de forma rocambolesca.

Por supuesto, la vida conyugal de Apu y la bella Aparna, su esposa, no será un camino de rosas. El joven desconfía de que su esposa acostumbrada a una vida acomodada, pueda superar la dura prueba de una convivencia en la pobreza que Apu le puede ofrecer, más allá del amor. Resulta magistral la utilización dramática del sonido por parte del cineasta, para describir los momentos cruciales en la relación de pareja: el goteo de una cañería de agua combinado con el monótono sonido de una maquina de coser (que recibe a Apu y Aparna, cuando llegan a su hogar en Calcuta), el timbre del despertador que suele despertar a los esposos a modo de costumbres rutinarias, dibujando así, la monotonía de la vida en común, ese agudo silbato del tren que escucha por primera vez Aparna, que luego expresará un agudo dolor para Apu, o ese tic tac del reloj cuando Apu se mira en el espejo, como si su desgraciada vida se hubiera detenido en el tiempo.

Este emotivo film, completa de forma perfecta la digresión sobre el ciclo de la vida que Ray ha dibujado previamente en “Pather Panchali” y “Aparajito”, obligando a nuestro protagonista a vivir y sufrir en sus carnes, las responsabilidades que debemos asumir los adultos, el descubrimiento del sexo, la vida matrimonial, el nacimiento de un hijo y la sistemática destrucción de las ilusiones y proyectos personales forzado por circunstancias imprevisibles en la vida de cada ser humano, porque no hay nada seguro en nuestra aventura cotidiana, teniendo que hacer frente situaciones complicadas. Apu agobiado por el dolor y la angustia, recapacita sobre el sentido de su vida en un escalofriante momento de lucidez. Tendrá que renunciar muchos sueños que la realidad no le permite cumplir. El panteísmo será el camino que debe emprender Apu, en busca de lo que la vida le ofrece, su obligación como padre y su empeño en continuar el curso de su existencia. Satyaji Ray concluye las peripecias de su héroe con una nota impresionada en la pantalla, es el resultado de esa filosofía panteísta, la consecuencia lógica de un ciclo vital en el que lo natural y espiritual conforman un todo.
Antonio Morales
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20 de febrero de 2006
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez leí en una enciclopedia escrita por un tipo que había visto un montón de películas que ésta era la mejor de todas. Bueno, por fin he podido verla. Ahora ya puedo decir algunas cosas: en efecto la realización es brillante y llamativa. Saca gran provecho de los paisajes y ambientaciones indias. Tambien de la banda sonora, quizá una de la más gratas sorpresas de la película. La producción no deja mucho que añorar al mejor Hollywood -tal vez la calidad de algunos actores, como el protagonista, que en mi opinión a veces no está a la altura-. El estilo, con una tenencia que podríamos llamar "moderna" -grandes elipsis, encuadres enfáticos,...- parece corresponder a una película diez o veinte años posterior a su fecha real de estreno, y se diría especialmente diseñado para ridiculizar a algunos pedantuelos de nuestro tiempo como Julio Médem.
Ahora bien, los indios parecen tener en común con otros asiáticos la costumbre de emplear de forma racionada el lenguaje hablado. Apenas unas breves frasecillas en momentos escogidos. El resto se cuenta mediante sublimes combinaciones de imágenes móviles y sonidos en el tiempo, como si se tratase de llevar a la práctica El-Gran-Arte-Del-Cine-Con-Mayúsculas. La pena es que todo ello está puesta al servicio de una historia que a mi no me ha producido mucho entusiasmo.
En fin, al menos puedo congratularme de que hace una cierta defensa políticamente incorrecta de las bodas apañadas.
loisdocampo
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14 de abril de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que la segunda parte, la tercera entrega de la trilogía se ideó de forma espontánea tras cosecharse otro éxito. La desafortunada vida de Apu sigue siendo mostrada por medio de la espléndida música de Ravi Shankar y las elipsis dejan una sensación de que de no haberlas realizado habría habido material para dos trilogías más.
hpbordon
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12 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que descubrí la trilogía de Apu prácticamente por casualidad. Había leído hace unos años buenas referencias sobre la misma y, tras olvidarme de ella, hace unos meses encontré las películas de la trilogía a dos euros y medio cada una en uno de esos cajones llenos de dvds en oferta que tienen en Media Markt. Sin pensármelo dos veces me las llevé, un poco por ver que me encontraba y, después de haber visto las tres, pienso que no pude invertir mejor mi dinero.

Como muchos han escrito en sus reseñas antes que yo con otras palabras, es difícil no enamorarse de los paisajes de la India, de la poesía de lo cotidiano, del halo de misticismo y del realismo que casi se puede palpar y oler de esta trilogía del director Satyajit Ray. Y por si todas estas virtudes fueran pocas, en los tres filmes se encargó de la banda sonora el gran Ravi Shankar, tristemente fallecido hoy, por cierto. Sobra decir que su trabajo fue impresionante.

Soy consciente de que una trilogía casi costumbrista, en blanco y negro y de corte íntimo sobre la india suena cien por cien a cine intelectual, pretencioso y gafapasta, pero la verdad es que nada más lejos de la realidad. Satyajit Ray nos habla de emociones y situaciones prácticamente universales y, por tanto, fácilmente comprensibles también para el público occidental. Puede, eso sí, que acostumbrados al ritmo del cine hollywoodiense actual a algunos espectadores se les hagan por momentos un poco lentas. Sin embargo, creo que esta posible lentitud compensa a cambio de todo lo que ofrecen, al mismo tiempo que nos demuestra nos demuestra que el cine de la India no se reduce a las epopeyas de tres horas con colorido, música, baile, romance y final feliz de bollywood.

Aunque en España son muy poco conocidas, no soy ni el primero ni el último que opina que esta trilogía es una de las mejores de la historia del séptimo arte. Se me vienen a la mente muchas sagas emblemáticas y de géneros dispares como El Padrino, La Guerra de las Galaxias, La Trilogía del Dolar, El Señor de los Anillos... y tengo claro que la obra de Ray no tiene nada que envidiarle a ninguna de ellas.

Hablando concretamente de Apur Sansar (El mundo de Apu), en este último episodio se nos muestra a Apur, el protagonista, como un joven recién llegado a la adultez, tras habernos enseñado su infancia en Pather Panchali (La canción del camino) y su adolescencia en Aparajito (El invencible). Al igual que las otras dos, aunque tal vez tengo una menor carga de misticismo al estar ambientada en una gran ciudad como Calcuta, tiene imágenes y momento inolvidables, incluido un final que es difícil que no emocione y reconcilie, aunque sea un poquito, al espectador con la vida y con el mundo.
Roverandom
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5 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto final de esta maravillosa trilogía de Ray se traduce en una obra extraordinaria, una sincera reflexión sobre la vida, el sufrimiento, el amor, la obsesión o la paternidad. Ray se vale de una narrativa tan ferozmente veraz como profundamente poética. Levantando de nuevo el vuelo hacia las más altas cotas que ha dado el cine, el resultado solo puede ser equiparado a Pather Panchali, una prodigiosa muestra de cine con mayúsculas. Para empezar porque parte de un maravilloso guion, por un lado por sus diálogos llenos de vida, cotidianos y naturales que a la vez introduce más elementos poéticos, pero también por presentar unos personajes perfectamente apuntados y definidos, en especial el de Apu (por fin protagonista del film) que irá construyendo de forma ejemplar en su evolución a lo largo del film, y de paso nos regala una de las más bellas historias de amor que recuerdo. De nuevo deja gran peso sobre los actores, que están esplendidos, sobresaliendo la encantadora Sharmila Tagore como la esposa de Apu y Soumitra Chatterjee como el mismo Apu, en una interpretación compleja, llena de giros y cambios en el film que resulta totalmente creíble y en ocasiones conmovedora. Pero una vez más es el talento de Ray el que más destaca, demostrando una puesta en escena depuradísima, elegante y llena de imaginación (impresionante la escena del braserillo y el tren), valiéndose poderosamente del sonido, la fotografía y la música así como los simbolismos (de nuevo fundamental el tren) para construir un rico tapiz audiovisual de profundo calado emocional y gran belleza formal. Una autentica obra capital del cine. Imprescindible.
cineoptero
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