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Mi semana con Marilyn

Drama En 1956, la joven actriz Marilyn Monroe (Michelle Williams) llega a Inglaterra para protagonizar con Sir Laurence Olivier (Kenneth Branagh) la película "El príncipe y la corista". Colin Clark (Eddie Redmayne), un joven de 23 años con buenos contactos, consigue un trabajo como ayudante de producción y es testigo del choque de egos y la tensa relación entre Olivier y Marilyn durante el rodaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Consciente del reto, Michelle Williams echa mano de la técnica para ser absolutamente fiel en el aspecto externo al personaje. ¿Cómo si no íbamos a creernos que es Marilyn Monroe? Y triunfa donde otras actrices antes que ella fracasaron. Porque todas 'imitaban' al mito mientras Williams lo recrea, lo exhibe y lo luce como una segunda piel perfectamente encajada en su cuerpo diminuto. Cierto es que las labores del equipo de maquillaje ayudan, pero ni con todo esto nos hubiéramos creído que veíamos a la Monroe si no existiera ese trabajo de aprehensión gestual, tan vivo, tan auténtico, por parte de Michelle Williams. Es fácil imitar a alguien cuyos gestos son más famosos que sus películas. Lo que no es tan fácil es conseguir que cada gesto, cada mirada, cada sonrisa de ese alguien se adhiera a tu modus operandi y resulte absolutamente innato, espontáneo. He ahí que, cuando Curtis nos obliga a ver al mito en la intimidad (y a pesar de los mitos) a uno le embargue la sensación de que realmente está observando a Marilyn Monroe.

No sólo en los gestos, la voz de Michelle Williams parece la de Monroe e, incluso, llega a desprender ante la cámara el mismo brillo, la misma luz, ese aura que convirtió a Marilyn Monroe en mito. Y no, no hay ganas en el cuerpo de Michelle Williams de hacer de su personaje alguien de carne y hueso. Y yo, personalmente, se lo agradezco. No habría soportado tremenda osadía porque no hablamos de un ser común, hablamos de un mito. De ahí, que terminada la película, uno siga manteniendo las mismas inquietudes acerca del mito que tenía antes de verla. No hay en el trabajo de Williams intención alguna de entender (y hacernos entender) los monstruos, traumas y pormenores que sacudían el espíritu interior de Marilyn Monroe. Una postura a todas luces inteligente ya que resulta absolutamente innecesario y hubiera denotado por su parte no poca pedantería. El retrato de Williams se adscribe al del mito, no al de la mujer. Por ello, sin ser la bomba sexual que fue Marilyn, Michelle logra aparecer en pantalla absolutamente arrebatadora, poderosamente sexy porque el mito pasaba por ser el objeto de deseo de medio mundo. Y Williams, en la piel de Marilyn Monroe, se lo cree.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
Juanma
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11 de abril de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si luego de ver éste biopic, la conclusión de alguien es :”Qué poco se le parece Michelle a Marilyn”, es que no se ha enterado de la película.

Michelle Williams busca meterse dentro de la piel de MM y en muchos tramos lo consigue. Le cuesta un poco al principio, sobre todo porque su personaje tarda bastante en entrar de lleno en escena, pero es que a esta película hay que verla desde los ojos de quien la relata, no desde MM, porque sino no se tiene plena conciencia de los personajes.

Imposible que Laurence Olivier tuviera tan mala leche, sus caras y sus gestos son agrandados por la imaginación de Colin Clarke, que está mucho mas cerca (en todos los sentidos) de MM que de LO, a pesar de que es su jefe.

Me ha gustado todo, incluso la sorprendentemente lejana-reciente relación con su nuevo marido Henry Miller, donde se muestra y demuestra que ella revolucionaba todo lo que la rodeaba, sobre todo si llevaba pantalones y sobre todo si estos no los llevaban puestos.

Era una amante voraz, nadie se le resistía y nadie volvía a ser el mismo después de recibir su picadura.
La lista de “picados” ha sido muy extensa, pero repito, sorprende ver la facilidad con la que llegaba a ser infiel a sus recientes maridos.

Cuando “Una Semana Con Marilyn” acaba, uno se queda con ganas de más.

No importa que ya sepamos cómo acabó todo, ya sea con sus maridos, con sus directores o con su vida; sin embargo su magia y su misterio inunda la pantalla, aunque el vestido que cubre su piel abrigue a una actriz que se llama Michelle Williams.
Maximo Decimo Meridio
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19 de febrero de 2013
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Interpretando con brillantez a la bomba sexual maldita de los 50, Michelle Williams(Lou Lumenick: New York Post)
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Michelle haciendo de Marilyn es algo digno de verse,(David Rooney: Variety)
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¿HABRÉ VISTO LA MISMA PELÍCULA QUE ELLOS?

Nunca durante la película me creí que estaba viendo a Marilyn. Esta actriz con cara de galleta no logro en ningún momento hacerme olvidar que estaba viendo a "Michelle Williams con el vestido blanco de Marilyn".

Su actuación acá es cualquier cosa. Pintarse un lunar y teñirse de platinado no es suficiente para caracterizarla. Lo único que hace es sacar trompita con la boca, guiñar el ojo y sonreir como una niña con problemas mentales.

¡Marilyn no era así en privado! ¡Ese era su personaje hacia el público! La voz de pelotuda sexy la impostaba, no era la del día a día. Miren "The Misfits" (1961) con audio original, la escena de los caballos, donde la rubia agitada por el esfuerzo físico pierde momentaneamente el personaje y le sale la voz normal de cualquier mujer.

Marilyn hacía la representación de la rubia tonta, y lo hacía tan bien, que la gente idiota cree que era su verdadera personalidad. Y en esa categoría incluyo a los que hicieron este embole de película.

Kenneth Branagh, no obstante, sí hace una representación convincente de Sir Laurence Olivier.

El Principe y la Corista (1957) es una comedia casi perfecta, con MM inspirada al máximo y gran dirección de Olivier: no pierdan un segundo viendo este biopic insulso que puedan emplear para ver la película original.
Giskdan
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2 de marzo de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine sobre cine. Parece que está de moda. Durante los últimos tiempos hemos asistido al estreno de un gran número de películas que hablan sobre el mundo del séptimo arte. Ahí tenemos a las recientes aglutinadoras de estatuillas doradas de la meca del cine, The Artist o Hugo (La Invención de Hugo). Como me decía un muy buen amigo mío hace poco, "si es que cuando se hacen películas que hablan sobre el cine, a esta gente les toca la fibrilla y no dejan de darse premios y de loarse unos a otros"... en lo que no está nada exento de razón.

En este caso, Simon Curtis, basándose en las memorias de aquel joven Colin Clark que pudo compartir aquel rodaje con Marilyn Monroe, nos lleva a otra época brillante de la industria y nos acerca a una de sus grandes estrellas. A aquella "rubiaca" que dejó una huella imborrable y por la que suspiraba medio mundo; quizá la actriz que más poso haya dejado en el cine, no sé si por talento, pero sí por todo lo que la rodeaba y por su brillo ante la cámara, por cómo la lente la quería, la deseaba y le pretendía hacer el amor en cada escena, en cada toma.

No obstante, no se dejen engañar, estamos ante una película menor, que pasaría completamente desapercibida si no hablase de la vida del mito, de la vida de aquella estrella que irradiaba los 50.

No logra enganchar ni convencer y por mucho bombo que se la haya querido dar a las interpretaciones de sus protagonistas, éstas tampoco lucen ni destacan. Desde luego que cumplidora está Michelle Williams, pero no para aglutinar nominaciones por doquier, lo que me lleva a la misma reflexión que hacía mi buen amigo... No sé tampoco si Sir Laurance Olivier estaría muy contento con la interpretación del señor Branagh, al que no acabamos de tomarle el punto, ni delante, ni detrás de la cámara. Pero bueno, eso es sin duda por nuestra falta de criterio. Sí acompañan ciertos secundarios de lujo que abrillantan; la siempre magnífica reina del cine británico, Judi Dench, y la correcta Emma Watson alejándose de su encasillado papel de Hermione. Julia Ormond como Vivien Leigh? Acertado sólo por cierta similitud física...
La cinta no ofrece mucho más que el traslado a aquella época y al esplendor de una Marilyn en pleno estrellato. Una Marilyn de dos caras. El personaje y la persona. El esplendor y la fragilidad/tormento.
No es más que cine en busca de épocas mejores para el cine, lo que me da cierta pena, cierto mal gusto, dado que desde esta tribuna seguimos siendo unos defensores de que se hace y se puede seguir haciendo buen cine...no hace falta que la industria se mire al ombligo y rescate sus momentos más dorados y a sus estrellas más brillantes, tratando de esconderse y hacer bueno aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Señores, sigue habiendo buenas ideas...
Nota general: 4,0 sobre 10.
Lucas Liz
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26 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tema que en principio no me era atractivo, se convirtió en una muy agradable película que se me hizo corta. Excelente la interpretación de Branagh, muy adecuada la de Redmayne y excepcional la de Michelle Willians, que con un físico y un atractivo sexual bastante inferior al de la auténtica Marilyn, muy pronto se transforma en ella, se hace ella. Todos los secundarios son muy buenos, algunos de lujo, y también la ambientación y la música; y la historia, aunque superficial y sin complicaciones, trasmite autenticidad y se hace muy entretenida.
En fin, que hay que verla.
Becerreo
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