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Café Society

Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
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Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2016
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody ha vuelto a sorprender a esa gran legión de seguidores, entre los que me cuento, que esperan cada año el estreno de su proyecto de temporada. Y ha vuelto a sorprender por hacer lo que siempre hace: cine con mayúsculas que te hace creerte lo que cuenta, querer vivírlo y sentir empatía por sus personajes. No se puede pedir más a un maestro del séptimo arte que maneja la escena y los tiempos como ninguno.
Los estrenos de Woody siempre generan críticas de todos los tipos entre los que le aman y los que no lo soportan... y eso, necesariamente, debe ser bueno. No deja indiferente a nadie. Cada estreno las críticas sesudas dicen lo mismo: que se repite, que no aporta nada, que le falta comicidad, que le sobra dramatismo, que si está mayor, que si no tiene nada que contar...
CAFÉ SOCIETY nos trae una nueva/vieja historia contada con amor por el público que espera sus guiños, sus sentimientos. No engaña a nadie y esa honestidad en un autor con el bagaje del autor se agradece.
Los actores adoran trabajar con Allen y se nota en cada título. En esta ocasión vuelve a reunir a un granado grupo de estrellas que se pasean por la trama derrochando arte y amor en un guión lleno de referencias a la historia del cine y arrancando sonrisas y lágrimas de los espectadores.
No es la obra maestra de Woody Allen pero es porque todas lo son. LA ROSA PURPURA DE EL CAIRO, MANHATTAN, DÍAS DE RADIO...y ahora CAFÉ SOCIETY, en todas ellas encontramos puntos comunes y mucho amor por el cine.
Muy recomendable.
LuisOrtiz
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30 de agosto de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Café Society

"La vida es una comedia escrita por un sádico", Woody Allen

Este su humilde servidor hace al menos cuatro décadas que ya no mide los años guiado por la fecha de su nacimiento sino por los días de estreno de cada una de las película de Woody Allen.
Porque, Allen es un ser prodigioso, lúcido, y su inteligencia un arma que apunta y dispara contra todo lo que se mueve con enorme precisión, un bisturí que disecciona a sus personajes con la habilidad de un experto cirujano. Sin aplicar paños calientes deja al descubierto todas sus flaquezas, los conoce profundamente y tal vez por eso también los ama, creando un universo propio, reconocible, sí, pero diferente en cada ocasión. Estamos ante alguien que ha madurado felizmente como los buenos vinos y que, con el trancurso de los años, ha pasado de la comodidad contemplativa del diván a transformarse en un gran fabulador decidido a psicoanalizar a toda una sociedad con el humor de la ironía más ácida y corrosiva.
Y ahora vuelve renovado con "Café Society", una comedia situada entre Los Ángeles y Nueva York en los fabulosos 30, fresco, en perfecto estado de forma, oficiando de director y guionista como ya nos tiene acostumbrados. Como es natural, ya no cuenta con edad para encarnar ciertos papeles pero utiliza en esta ocasión al joven Kristen Steward (como curiosidad les contaré que este reconocidísimo actor neoyorkino padece en la vida real -recuerden el inolvidable papel de Jack Nicholson en "Mejor imposible", para se hagan una idea- el síndrome de TOC) y lo trasforma en su "alter ego" con la finalidad de interpretar, y lo hace magistralmente, un papel que al mismo Woody le hubiera venido como anillo al dedo. En su aventura le acompaña la encantadora Kristen Steward, una deliciosa y bellísima criatura californiana de apenas 26 años que se dio a conocer a la temprana edad de 12 en "La habitación del pánico" y más adelante como Bella Swann en la saga de "Crepúsculo" y, cómo no, en "Viaje a Sils Maria" con mi adorable Juliette Binoche. Es además en la actualidad modelo de Chanel y Balenciaga, lo que la ha convertido en una exitosa y joven millonaria.
¿Y qué hace de este filme un hermoso y fascinante espectáculo? Pues, como en botica, un poco todo: una espectacular fotografía nos deslumbra por su colorido; imágenes que se suceden vertiginosas sin dar un instante de tregua al espectador; la chispeante agudeza de los diálogos a un ritmo desbocado; una ingeniosa estructura que cohesiona el guion sin una sola fisura; el gran mérito que supone dotar a una historia de increíble sencillez con la magia de la seducción; piezas de jazz, swing y música de la época, elegidas con muy buen gusto, suenan sin interrupción e inundan de júbilo cada rincón de la sala; la infinita capacidad de Allen para burlarse -"No entiendo por qué no tenemos un paraíso como los otros. Eso aumentaría la clientela"- de sus propios correligionarios y de sí mismo con absoluta naturalidad y desenfado; el hipnótico atractivo de sus estrafalarias, desmedidas y caricaturescas marionetas a las que da vida así como los escenarios en donde las sitúa.
Sin embargo y a pesar de todo, "Café Society" es una comedia agridulce, triste, melancólica, en momentos incluso descarnada, e invita a la reflexión sobre el lamentable estado en el que se encuentra nuestra condición humana.
Así pues, de nuevo, el incombustible prestidigitador de Brooklyn, ha cumplido acudiendo a su cita anual. Y si este hombre se permite año tras año hacer sencillamente aquello que le viene en gana es porque, cada vez más, el maestro se reconoce como Woody Allen.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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27 de agosto de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera película sonora fue El cantor de Jazz (1927), de Alan Crosland, y la primera entrega de los Oscar tuvo lugar el 16 de mayo de 1929: con esos antecedentes tan próximos, no es de extrañar que la década de los treinta fuera la de la consolidación del cine como industria. Pues bien, es precisamente a la década de los treinta en Hollywood adonde nos traslada Woody Allen en su película de 2016 Café Society.

La década de los treinta en Hollywood vio también la llegada a la meca del cine de dramaturgos españoles de la talla de José López Rubio y Enrique Jardiel Poncela para ejercer labores de guionistas en español.

De su etapa hollywoodiense nos dejó Jardiel una serie de aforismos que han sido recogidos por su nieto Enrique Gallud Jardiel en El cine de Jardiel Poncela, publicado a finales de 2015 por Ediciones Azimut. Veamos algunos de esas opiniones en frases cortas, según aparecen en este libro:

EN HOLLYWOOD...
En Hollywood, todo el mundo viste como quiere, y no hay opinión ajena.

HORARIO
En Hollywood se trasnocha como en Madrid y se madruga como en Burgos.

TRABAJO Y DESCANSO
En Hollywood trabaja todo el mundo y todo el mundo parece no hacer nada.

EL AMOR
En Hollywood el amor es gratuito.

MONUMENTOS
En Hollywood no se alzan más que dos monumentos: el uno, que representa un ángel de pie, inmortaliza a Rodolfo Valentino, y el otro, que figura un guerrero a caballo, es el anuncio de una farmacia.

URBANIZACIÓN
En Hollywood hacen calles nuevas todos los días y, cuando os invitan a una fiesta en alguna casa particular, los anfitriones se ven obligados a enviaros, además de la invitación y de las señas, un plano a lápiz del sitio donde está emplazado el edificio.

Particularmente interesante, a mi modo de ver, esta última cita, puesto que la película que nos ocupa se inicia, precisamente, con una fiesta.

Dicho lo cual, lo que Woody Allen nos ofrece en Café Society una historia de folletín: chico conoce a chica y se enamora de ella, pero chica está enamorada de un hombre casado, que además es su jefe. ¿Una historia de folletín? Hmmmmm, quizá necesitemos un segundo visionado de este filme, porque en él, tenemos las grandes obsesiones del cineasta neoyorquino: el amor, el sexo, el judaísmo, la muerte, que son algo así como sus dobles parejas preferidas, si hablamos en términos generales.

Y si hablamos en términos particulares, observamos en Café Society la parodia de la frivolidad hollywoodiense, como en Hollywood Ending (2002): todo el supuesto glamour se fue al garete el día que Peg Entwistle se suicidó en 1932 cuando tenía 24 años arrojándose desde la letra H de HOLLYWOOD en la famosa colina.

Comprobamos también en Café Society relaciones matrimoniales cruzadas, como en Maridos y mujeres (1992). En Café Society se da también la duda acerca de si la chica de la que me estoy enamorando milita en el mismo partido que yo, una broma que recuerda otra similar de Todo lo demás (2003). En Café Society aprece una historia gansteril, como en Balas sobre Broadway (1994), si bien en este caso con mucho mejor desarrollo. En Café Society se recuerda la infancia en un barrio periférico de Nueva York, como en Días de radio (1987). En Café Society se rechaza la prostitución de modo parecido a como ya se hiciera en Poderosa Afrodita (1995). En Café Society se compara el judaísmo con el cristianismo, como sucediera previamente en Hannah y sus hermanas (1986). En Café Society se observa Manhattan con mirada poética exactamente igual que en Manhattan (1979), incluso hay un mínimo momento George Gershwin. En Café Society se sufre el mismo espanto por el paso del tiempo, simbolizado en una fiesta de Nochevieja, que en Si la cosa funciona (2009). Pocas veces ha utilizado Woody Allen un alter ego tan similar a sí mismo, como en Café Society. Y bueno, seguro que se me han escapado otras muchas referencias a películas previas, pero creo que las anteriores son suficientes para que nos replanteemos la pregunta anterior: ¿Verdaderamente es Café Society una película de folletín?

Es Woody Allen, en definitiva, quien se nos muestra tal cual es, con mayor sinceridad que nunca, con mayor claridad que nunca. Y por ello, no me parece ocioso que la acción de gran parte de la película se desarrolle en Hollywood, uno de los ecosistemas menos valorados por el director de Manhattan: porque necesita una perspectiva desde la que observarse a sí mismo. Por eso no me parece fútil que lo que no sucede en Hollywood acontezca en Nueva York: porque Woody necesita también reconocerse a sí mismo.

Con todo, hemos de convenir, que todas las referencias a películas previas del mismo autor que hemos enumerado más arriba están bastante más deslavazadas de lo que estamos acostumbrados con este creador. Falta algo así como la lechada que los albañiles ponen a los azulejos para que el conjunto sea más coherente y no parezca el resultado final algo así como un goteo de posibilidades que no terminan de constituir un todo armónico.

Y quiero finalizar ésta con lo que para mí es el principal logro de Café Society: el desdoblamiento o la dualidad de posibilidades, muy evidente en Melinda y Melinda (2004), pero es que en Café Society las dos protagonistas femeninas se llaman igual: Verónica, familiarmente Vonnie una de las dos.

Además de lo anterior, la estética de la dualidad podemos observarla en los dos escenarios básicos: Hollywood y Nueva York; la doble del productor casado, interpretado por Steve Carrell; los dos amores de Vonnie y los dos de Bobby, el protagonista masculino; los dos contextos esenciales de la acción: el familiar y el gansteril; y la gran mentira de la fábrica de sueños, donde el glamour es el maquillaje de crueldad.

Constituye Café Society, por lo tanto, como un diagrama con dos coordenadas sobre las que se van colocando cada uno de los grandes temas de Woody Allen, incljuido él mismo..
Fco Javier Rodríguez Barranco
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29 de agosto de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allen llevaba ya demasiado tiempo instalado en un vodevil anual, que si bien siempre se dejaba ver, también dejaba que desear, sobre todo cuando hablamos de un director otrora más ambicioso en el mejor sentido de la palabra. A veces parecía que trabajaba por contrato (una película al año) y en muchas de ellas parecía que se desentendía o se dejaba ir, pasando olímpicamente del empeño. Claro que siempre había que reconocerle una sabia incidencia en 'el factor humano' que podía salvar prácticamente cualquier cosa que hiciera.
He acudido pues con ciertas prevenciones y sin muchas esperanzas a esta su última entrega, 'Café Society', y no he podido salir más reconciliado con la labor del cachondo judío de Manhattan.
De nuevo Allen resulta magistral describiendo los resortes por los que actúa el ser humano, particularmente en este caso la bondad. Bondad que aparece como natural en la película cuando actualmente es un bien preciado. Probablemente Allen, que también debe oficiar de narrador, sueña con transmutarse en el protagonista, también judío y a quien recuerda por su sentido del humor e incluso por su físico. La protagonista es una chica maravillosa con unos ojos de infarto. Los secundarios están divididos entre la hilarante tribu judía del protagonista y la distinción de los residentes de Hollywood, todos muy bien dirigidos e interpretados. Precisamente Woody se esfuerza en ofrecernos una muy creíble panorámica de lo que se cocía por ese barrio de Los Ángeles en tan gloriosos años como los treinta. Gloriosos para el cine, gloriosos para el jazz, gloriosos para el glamour. Tan gloriosos que para mí el principal valor de la película es el reflejo de aquella gloria sin la cual, y a pesar de lo trascendente del contenido, el film probablemente se vendría abajo. La puesta en escena es arrolladora; gloria al art decó, al vestuario, al entorno en general. La música, Allen se ve que disfruta con esta banda musical, es variada y acertadísima.. Y por último la fotografía, que 'marca' muy mucho esta obra. La calidez, las texturas, los tonos, los encuadres, Nueva York, los amaneceres y los anocheceres. Todo vibrante e inolvidable. Obviamente todo a lo que no es ajeno Vittorio Storaro, que pesa mucho en ello. Estoy seguro de que la película sería también una obra de arte sin la banda sonora.
Parece que con todo lo anterior ya sería suficiente para aplaudir calurosamente a Allen esta vez, pero lo que sobre todo hace brillar especialmente 'Café Society', lo que la hace sublime, es que relata una gran historia de amor, porque habla de un amor grande, y lo sabe hacer con sencillez e incluso con humor. Además este film también demuestra, como otras obras, que se puede querer a dos personas, que el amor no tiene patente de exclusividad. Algo que siempre viene bien recordar.
Me descubro maestro, viva tú..
Nota al margen.- Qué gente más curiosa va al cine, ¿verdad? Estaba yo tranquilamente instalado en mi butaca en esquina contra la pared, en la que por eso mismo no suelo tener compañía, cuando ha llegado, ya a oscuras, una chica bien contorneada que se ha sentado al lado. Buena compañía para una buena película, he pensado. Ha desenvuelto algo y se ha puesto a comer. Bueno, lo ha hecho en silencio y ha terminado pronto. Ay, pero al poco ya ha empezado a consultar su móvil iluminando su alrededor. Y peor, la película no debía ser de su agrado pues según avanzaba cada vez miraba más su pantallita y menos la pantalla grande. Nada más encenderse las luces ha salido escapada.
Fagus
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11 de septiembre de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen tiene casi 81 años.
Vamos a repetirlo: casi 81 años.
Y el tío sigue haciendo películas como Café Society.

La nueva cinta del genio de Manhattan es cine romántico de primer nivel con su particular sello, ni muy cómica ni muy dramática, pero sí muy adulta. Tiene una de las mejores reflexiones sobre el amor perdido y el amor encontrado que se han visto en años, así como un devastador final que pone los pelos de punta (atención a las expresiones perdidas de unos estupendos Jesse Eisenberg y Kristen Stewart). Como siempre, Allen demuestra que es un maestro del romance, del cine sencillo que llega al corazón del espectador sin mucha dificultad y sin necesidad de grandes cosas o elementos superfluos.

Bueno, sí hay un elemento superfluo en la película, que es su propia narración en off, bastante pesada e innecesaria, y también es cierto que el ritmo al principio y después de que aparentemente se resuelva el triángulo entre Bobby, Vonnie y Phil es más lento de lo deseado, pero la película es tan elegante, tan inteligente en su planteamiento y diálogos, tan cinéfila (la subtrama gangster, por alguna razón, recuerda a ese sabor a cine clásico de la era Wilder) y, en una palabra, tan hermosa, que se le perdona todo. El segmento que detalla el romance entre Vonnie y Bobby es sencillamente delicioso.

Allen, una vez más, dando lecciones de todo al 90% de los directores actuales. Gran cine.

Lo mejor: Casi todo
Lo peor: El principio y el final no están a la altura (en cuanto a ritmo narrativo) del resto de la película y la voz en off es excesiva.
Sibila de Delfos
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