Simón del desierto

Me he quedado sorprendido, Buñuel no pudo acabar su película, pero aun así logro meter muchas de las características más importantes de sus trabajos pasados, sin duda una apuesta provocadora que resulta difícil ignorar.
Si bien el film da a notar una crítica bien dirigida, estoy seguro que Buñuel tenía más cosas que criticar, pero en ocasiones hay impedimentos.
Disfrute los 45 minutos del metraje, muy al estilo Buñuel y no quiero pensar en lo que dejo atrás en esta película, de lo que no pudo hablar.
Buñuel genio admirable.

Muy interesante obra inconclusa de Luis Buñuel donde al final puede apreciarse el rumbo que podría llevar la historia de haberse continuado, yendo quizá al tema de la doble moral y la hipocresía del fanatismo, aspectos que pueden ya vislumbrarse desde la mitad del metraje con diálogos que rayan en el humor, la sátira y la parodia. Más allá de la forma de abordar el tema, la realización de la cinta, a pesar de ser evidentemente austera, está bastante bien lograda, tanto en vestuario como construcción del ambiente y de los personajes. Dentro de un escenario tan desértico, literal y no literalmente hablando, sobresale la fuerza que los actores ponen en sus papeles, lo poético en las palabras, un delicioso manejo de términos anticuados que dan gran autenticidad pero también cierto aire teatral, donde pareciera que todo es una escenificación de un pasaje bíblico. Tiene buen ritmo y no hay desperdicio en cada escena, que resulta casi fascinante. Recomendable sin demasiadas expectativas por su falta de conclusión, quizá no para todos los gustos.

Aunque fuera una obra inacabada y con un final un tanto abrupto, para mí el final está bastante bien. Su corta duración es la adecuada para explicarnos lo absurdo del ascetismo o de los que quieren llegar a ser santos, apartados de la realidad, dicen que son humildes y entregan su vida a Dios, pero más bien veo en sus actos, soberbia e incapacidad para aceptar la realidad que les envuelve tal como es. Cómo siempre Buñuel no se corta a la hora de soltar verdades como puños a diestro y siniestro.

Encuentro en esta película algo sublime e inmejorable, quizás sea la mejor película de Buñuel, lección magistral de lo que es o puede ser la vida, de cómo decidimos qué somos. Pueda parecer un canto ateo, pero no lo es. La vida es tránsito, quizás, en ella es imposible no pecar. Si tenemos dos pies, andemos con los dos. Si tenemos boca, comamos. Si tenemos fe, creamos. Pero no jodamos!!! Ándale Buñuel!

Otro disparo del coloso maño que besa las mallas, como es habitual.

Las constantes típicas de su obra más personal y contestataria resplandencen aquí a todo color, como son los destellos surrealistas, el desenfrenado sarcasmo, el envenenado estilete hincado en la religión y, aquí subrayado especialmente, la aversión (merecidísima) a la especie humana, en general.

Como bien apuntó Motta, ciertas secuencias remiten al cine de Bergman, o al del Fellini más delirante, añadiría yo.

No es sobresaliente, podía haber sido más redonda con más dedicación, pero es otra elogiable muesca que añadir al revólver de este tipo, que desde luego disparaba con bala.