El niño de la bicicleta

Cuando un autor (autores en este caso) decide dotar a su narración, ya desde la confección del guión, con la gracia del hiperrealismo, de la improvisación, la cámara en mano y el plano secuencia, hay que hacer una diferenciación de objetivos clave. Algunos usuarios han querido ver en esta película simbología, circuitos narrativos que se cierran en armonía, etc, yo veo un analisis muy preciso, encomiable en su veracidad, de las fases que sigue un adolescente conflictivo y un dibujo del entorno que lo genera. No solo no hay maniqueísmo, cuando Cyril es violento, agresivo, tierno o empático, no existe un esquema narrativo presionando para generar una trama, si no que la trama se genera por el compromiso con el perfil de un menor conflictivo.

"Jean-Pierre Dardenne" y "Luc Dardenne" no construyen una realidad para un personaje, permiten que el personaje se mueva por la realidad, en su crueldad y belleza. Puede ser entendida como una película que tiene a la veracidad y la honestidad en los roles principales. Por eso creo que es un error ir en busca de sus bases narratológicas, significaciones, posibles "errores narrativos"... La película funciona.

A pesar de todo, habrá quien vea necesario analizar y destripar los posibles errores subyacentes, pues nada: es cierto que hay algún personaje desdibujado, el traficante, la pareja de Sanmantha e incluso el padre, quizás una deliberada omisión o quizás no. A mi me importa poco. "El niño de la bicicleta" es un retrato justo y veraz. Una buena película.

Lo primero que hay que decir de esta película es que, probablemente, sea la película más optimista que hagan en toda su carrera, viendo lo que han hecho hasta ahora, “La promesa”, “El hijo”, “El niño” o “Rosetta”.
No es mala película pero genera demasiadas dudas.
¿Por qué la protagonista acoge al chico sin cuestionarse absolutamente nada?
¿Por qué no realiza un curso rápido de Educación con chavales de riesgo?
¿Se gana tanto con la peluquería para que pueda pagar la multa de más de mil euros que le imponen al niño?
¿Jamás en el centro donde se ha “educado” el niño, le han dicho lo que se puede o no se puede hacer?
Si obvias estas preguntas nos queda una película bastante digna y valorable.
Como, seguramente, el espectador medio de este tipo de cine sea menos quisquilloso que yo, la recomiendo para quien quiera ver una película reflejo de la vida real pero con una pequeña rendija a la esperanza.

La primera película que dio a conocer internacionalmente a los hermanos Dardenne fue La Promesa. Y pese a todos los premios y elogios posteriores, creo (hace tiempo que la vi) que sigue siendo su mejor película. Al menos hasta el estreno en 2011 de su última película hasta la fecha, El niño de la bicicleta. Y es que todas las películas que han dirigido entre estas dos (no muchas, solo cuatro, y excluyo El silencio de Lorna que no he visto), y que tantos reconocimientos han recibido por parte de la crítica y del Festival de Cannes, me dejan tan frío como en ocasiones molesto. Y es que esa obsesión por el realismo tremendista (que a veces roza el disparate como en El hijo), y ese estilo de cámara en la nuca de los actores, que ya es una marca de la casa, resulta bastante cargante.
Afortunadamente con la llegada de El niño de la bicicleta los hermanos Dardenne demuestran que son capaces de hacer una película en la que no todo sea oscuro, deprimente y opresivo. Y que esa dura realidad a la que siempre se acercan en sus historias también puede desprender un poco de luz, de calor y de ternura. Y ya de paso trasladar parte de ese brillo a su cámara, que por una vez nos permite mirar a los ojos de sus personajes y no a sus cogotes.
El niño de la bicicleta cuenta la historia de Cyril, un chaval de once años que vive en un hogar de acogida en el que fue dejado por su padre ante la imposibilidad de ocuparse de él. Ciryl espera que su padre regrese un día, pero como esto no ocurre decide escaparse y volver a su casa a ver si alli le encuentra. Pero su padre ya no está allí. En su huida se esconde en la sala de espera de un médico, donde, ante la desesperación por ser enviado otra vez al centro, se echa en brazos de una mujer que está esperando su turno. Esta chica se llama Samantha, y se siente tan conmovida por la acción del niño, que se ofrece a hacerse cargo de él durante los fines de semana. Con la ayuda de Samantha Cyril encuentra a su padre, pero eso será solo el comienzo de la historia. A partir de ese momento comienza una relación entre estos dos desconocidos tan dura y difícil como tierna y luminosa.
Los Dardenne situan en la relación de estas dos personas el eje central sobre el que va a girar la historia. Dentro de la sencillez del relato, consiguen envolver la historia con una variedad notable de matices, y dotar a los dos personajes de autentica personalidad, carácter y humanidad. No es que Rosetta, por mencionar uno de sus personajes mas notables, no tuviera carácter y personalidad, pero en esta ocasión además permiten que Ciryl y Samantha respiren, vivan.
Posiblemente la mayor virtud de la película sea el retrato que se hace de Cyril. Un niño enfadado con el mundo, que es incapaz de canalizar la frustración que siente por el desapego con que su padre le trata. La mirada del niño que lo interpreta, Thomas Doret, consigue traspasar la pantalla para situarse definitivamente en el corazón del espectador, igual que lo hace, pese a todo, en el de Samantha. La actriz Cecile De France es la encargada de que ese buen corazón de su personaje quede perfectamente reflejado en las serenas facciones de su rostro.
Tal ves la historia que cuenta El niño de la bibicleta no sea especialmente novedosa, y transcurra por caminos un tanto trillados, tal vez sus directores tengan alguna tentación trágica hacia el final, pero hay que valorar positivamente ese cambio de perspectiva, esa mirada limpia con que los hermanos Dardenne han dirigido esta película.

Los Dardenne continúan indagando acerca de las relaciones filiales, cómo se establecen, afrontan o evaden a través de una filmografía en la que a pesar del tópico reiterante, sigue sorprendiendo. "El niño de la bicicleta" no tiene mayores artificios y la historia sencilla es suficiente para inmovilizarnos de la butaca... por momentos no deja de incomodar esa frialdad del europeo, sin embargo se agradece porque evita al máximo la sensiblería y la manipulación para concluir con lagrimas huecas.

Descubrí a los Dardenne muy recientemente, a raíz de su película Dos días, una noche, que me emocionó. Destilaba verdad. Así es que he buscado anteriores películas y esta merece un aparte: una grandísima muestra de talento, cine contenido, social, muy espontáneo, más que creíble, reconocible. Todo en la película te interesa. Nos vemos en la piel del niño abandonado por su padre, incluso en la piel de la peluquera, todo corazón, que es capaz de acoger a un verdadero problema a su lado. Y los comportamientos de otros personajes, que nunca son estereotipos, si no que están perfectamente dibujados. No queremos que se acabe, nos implicamos en la historia de este niño que pedalea durante todo el film buscando una respuesta que nadie podrá darle y que tendrá que encontrar por sí mismo. Qué buenos son estos belgas, por favor.