El pueblo (Serie de TV)

La primera temporada de El Pueblo la podríamos calificar de pasable, una serie para pasar el rato. Algunos momentos graciosos, algunos personajes interesantes (otros fácilmente prescindibles) tramas sencillas pero con un mínimo de coherencia.
A partir de la segunda temporada se agudizó el proceso de caricaturizar a los personajes nativos del pueblo, representándolos a base de estereotipos ya muy vistos, y los urbanitas definitivamente despegaron (literalmente), hasta situarse en un plano muy superior respecto a los vecinos rurales a los que trataban con una condescendencia y un paternalismo insultantes. No sé el motivo de esto ya que haciendo memoria de los urbanitas, la gran mayoría no tenían ni donde caerse muertos y acudieron a dicho pueblo casi buscando limosna. Aquí la serie comenzó a ir a peor y es cuando uno empieza a tener la sensación de estar perdiendo el tiempo. Con la primera temporada ya es más que suficiente teniendo en cuenta la calidad del elenco y la verosimilitud de las tramas.
En la tercera temporada es evidente que el Ministerio de Igualdad se ha hecho cargo del guión de la misma. Aquí la serie ha dejado de ser serie para pasar a ser una especie de coleccion de charlas sobre estos temas tan de moda últimamente, el género, el patriarcado y demás. El feminismo ya había asomado la patita en la segunda temporada. Y enlazando dichas charlas hay alguna que otra trama para mantener un poco la ficción de serie.
Es la temporada que más corta se le hace a uno, debido a las ocasiones en que es mejor rebobinar hacia adelante las partes que dan verguenza ajena, cada vez más numerosas a estas alturas, y sobretodo la intervención de ciertos personajes, como la señorita del pelo corto rizado y sus sesiones de catecismo sobre los géneros, o los discursos sobre el feminismo de una de las mujeres rurales, que parece ser que ha visto la luz en estos temas y ya no puede dejar de dar la tabarra al resto de vecinos sobre estos asuntos.

Una serie que se ríe de la sociedad incapaz de avanzar pero que al igual que torrente no llega al público debidamente, pues la demostración de esto fue la tercera temporada, en la que añadieron personajes lgbt (nada dos lesbianas y poco más) y la audiencia se ofendió muchísimo, me parece que es obvio que o no han pillado de que vá la serie o la serie a cometido algún error de cálculo, lo que la hace por cierto muy básica, lenta, pedante.... La verdad, me da mas pena que risa, como me voy a reír de una historia de gente incapaz de soñar, avanzar, abrazar, respetar.. En el entorno que yo vivo es surrealista un mundo así ya... Como humor a un pasado doloroso no han dado en el clavo y Mezclar el ahora con el antes ya lo hemos vivido todas las ovejas negras no necesitamos una serie que nos lo recuerda esta serie es como estar durante 1h que es lo que dura cada episodio... En una comida familiar llena de fachas. Lo que a hace favorable para justo esa gente, los fachas. Y retroalimenta la ignorancia. El vivir así. Sin respetar. Sin avanzar. Sin justicia. No gracias.

El Pueblo es, ante todo, una divertida comedia española. Y es que para hacer comedia y ser realista, los guionistas y actores españoles son, inevitablemente, los que mejor pueden conectar con el propio público español, valga la perogrullada.

En El Pueblo podemos encontrar un repertorio de estereotipos de hoy en día que nos van a traer las principales neuras y tendencias de la España nuestra de hoy. Es una comedia, claro, no un drama, por eso valen los estereotipos. Los actores están todos geniales y los capítulos (para mi gusto un poco largos) se disfrutan entre risas como una evolución diaria. Mucho sentido del humor y una fotografía que nos enseña que en la España más olvidada, está la España más bella, porque no hay rincón feo en todo nuestro territorio y nada más (y nada menos) que en la misma Soria, encontraremos los paisajes más fascinantes.

En la fábula que nos proponen entre el campo y la ciudad, entre la sofisticación del tuit y el pastor de ovejas, gana por goleada el campo, gana por goleada la sabiduría concentrada de la madre del alcalde y la mujer de Anastasio, un alcalde ejemplar, un pastor sencillo que nos hará reir y un vecino enfurruñado que aunque lo resuelva todo sacando la escopeta, lleva en el fondo una parte de cada uno de nosotros.

Personajes tiernos y actrices muy bellas que hacen creíble que dentro de una comunidad ultrareducida, la capacidad de generar enredos picantes entre unos y otros se multiplique por tres o por cuatro. Casi se diría que hay tres lios posibles de faldas por cada personaje. Real como la vida misma.

Me ha entretenido. Misión cumplida. Argumento previsible. Etcétera.

Ahora viene el zasca. Ni en Soria se habla así, ni los actores son sorianos, ni el acento es de Soria, ni ná de ná. Así hablan en Albacete, coño. Y lo de "yo pensare que lo supieres" no es ni de Castilla León, palabra de abulense.

De hecho, el guionista debería haberse dado una vueltecita por las tierras altas de Castilla, porque, precisamente, es donde mejor castellano se habla, donde hasta un albañil parece que habla mejor que Menéndez Pidal.

Así que, ¡hala! el próximo golpe será una serie sobre un pueblo de Asturias con paisanos hablando con acento andaluz o extremeño.

Historia en un pueblo con bastante humor. Se deja ver y entretiene. El único pero es que está sesgada hacia ideas muy de izquierdas y normaliza "actos humanos" como normales. No quiero decir más para no spoilear, pero si no tienes los complejos de los guionistas y las ideas claras esta serie es muy entretenida.