Érase una vez en América

Una Obra Maestra, cine en estado puro. Inolvidable banda sonora.
El único pero es que quedan algunos cabos sueltos, sabes que la película ha sido recortada y te quedas con las ganas de ver el metraje original.

Creo que esta película es muchas cosas pero principalmente es una película sobre golfos desnortados y mafiosillos. La película se sostiene en unos cuantos chistes machistas y violentos. Sí, también habla del amor, de las oportunidades perdidas y de las amistades que te llevan a la perdición. Hay personas que nacen en los suburbios y se hacen médicos y otras se hacen asesinos. Pero lo salva todo la metáfora final. Lo que vengo a comentar en el spoiler.

Posiblemente estemos ante una de las películas más subestimadas, ya que en la actualidad no se habla mucho de ella.
Lo cierto es que es muy truculenta, muy salvaje, muy cruda, machista (lo cual hace que se la crucifique hoy en día), y tiene momentos netamente perturbadores, me recuerda incluso a la naranja mecánica. Quizá sea experimental y muy políticamente incorrecta para la actualidad.
La primera parte de la película y la evolución de estos gánster es sublime. La recreación de las épocas de principios de siglo XX es de matrícula de honor; ¡como capta la esencia, el espíritu y la vida de aquella época! Ya de viejos, en los 60, se recrea como una nostalgia de aquellos años locos.
Si no le doy un 10 a la peli es porque el final decae, me esperaba algo mejor, sobre todo por parte de James Woods, el cual parece nacido para este papel.
Película de 4 horas, las 2 primeras horas son frenéticas, luego la última hora se puede hacer algo lenta, pero la genialidad prosigue y sino, que final más acertado que la sonrisa de De Niro tras colocarse con pipa de opio en el fumadero chino.

Los célebres gangsters marcaron toda una época en Estados Unidos en el periodo de la ley seca que aprovecharon al máximo para hacer todo tipo de negocios ilegales, licor, apuestas, prostitución a los que sumaron la extorsión y toda una parrilla de crímenes a la carta.

Sergio Leone les dedicó esta gran producción con una película de larguísima duración 3 horas y 45 minutos pero le proporcionó un toque personal mas intimista, huyendo de la acción continua y tiroteos a diestro y siniestro prefirió centrarse en la vida y emociones del personaje central encarnado por un gran Robert de Niro y por el resto de su pandilla.

De lejos, lo mejor de la película son dos miradas, la de la protagonista, Elizabeth MacGovern tanto en su papel de adulta como la de la actriz jovencita en el papel de sus primeros años, las dos tienen unos ojos realmente espectaculares.

Maravilloso epílogo a la trayectoria —no muy prolífica, pero de influencia sin par— del gran Sergio Leone, maestro de maestros. Tanto es así, que «Érase una vez en América» puede considerarse, y sin lugar a discusión, a la altura de la trilogía de «El Padrino» («The Godfather», 1972, 1974 y 1992 respectivamente), de las descarnadas cintas de mafiosos firmadas por Martin Scorsese —«Uno de los nuestros» («Goodfellas», 1990), «Casino» (ídem, 1995)— y de las monumentales series «made in» HBO «Los Soprano» («The Sopranos», 1999-2007) y «Boardwalk Empire» (ídem, 2010-2014).
Conviene advertir de que no resulta fácil cogerle el aire a «Érase una vez en América», debido principalmente a que, durante su primera media hora, la alternancia de estratos temporales se produce de manera un tanto atropellada. A la lógica confusión del espectador contribuye la escasez de diálogo característica de la caligrafía fílmica de Leone. No en vano, para su estreno en los Estados Unidos, Warner Bros. se dedicó a una vergonzosa labor de corte y confección vía Zach Staenberg, montador de, ojo al dato, «Loca academia de policía» («Police Academy», 1984). El disgusto le costaría a Leone una enfermedad coronaria que, a la postre, acabará por llevárselo a la tumba pocos años después. La versión original —de cuatro horas y con todos sus flashbacks— cobra brío hasta alcanzar cotas altísimas de ese lirismo a tiros marca de la casa cuando, insisto en que tras unos treinta o cuarenta minutos de metraje, a cada una de las tres tramas —coincidentes con la infancia, juventud y vejez de sus protagonistas— se las deja respirar y desarrollarse con una naturalidad que sí se antoja novedosa en el cine del realizador romano y que lleva a preguntarse por qué derroteros hubiera circulado una eventual carrera ulterior.
En fin, adornan a «Érase una vez en América» planos de una belleza sobrecogedora, caso del de la joven banda cruzando el encuadre presidido por la mole azul del puente de Manhattan. El conmovedor «score» a cargo de Ennio Morricone no hace sino multiplicar el poder de evocación y la doliente melancolía que transmiten las imágenes de Sergio Leone.