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Pozos de ambición

Drama Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la ambición. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta ... [+]
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Críticas 286
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pongo un "Pasable" por el arranque del fim, más que acceptable, pero en definitiva y en su
totalidad es una película demasiado purista.
Las escenas están colapsadas en su casi totalidad por el bueno de Daniel Day Lewis que, aunque estupendamente, hace su papel de siempre (hay pasajes en los que parece estar viendo la continuación de Gangs of New York), dándo empaque al film.
Los secundarios estan tratados de forma sesgada y ninguno termina de copar su cuota de pantalla. La historia va discurriendo a trompicones y la histérica banda sonora no ayuda mucho en el tema. El metraje es excesivo y lleno de escenas superfluas que no aportan nada. Quedan flecos sueltos de guión y algunos diálogos no vienen a cuento.
En definitiva, una medicina dificil de tragar. Se trata de una de aquellas películas que la crítica o trata de obra maestra o se la carga literalmente.
miramelindo
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11 de abril de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pozos de ambición, me ha parecido una buena película mas no la tacharía de obra maestra.

Veo que que hay dos grupos en cuanto a las críticas hacia esta película, los que la tachan de obra maestra y los que la tachan de pretenciosa y aburrida. Yo me encuentro en un punto intermedio.

Argumentos a favor:
1. Algunas grandes escenas, que destacan muy por encima de las demás (el comienzo de la película, las escena del bautismo en la iglesia, la escena final), sólo por eso ya merece la pena ver la película.
2. La gran actuación de Daniel Day-Lewis, para algunos sobre actuado, para mí, magistral.
3. La pedazo de BS que acompaña a la película en todo momento, y que sin ella, estoy seguro de que otro gallo cantaría.
4. Una muy buena fotografía, que en varias ocasiones me recuerda bastante a las extensiones de Almería.

Argumentos en contra:
1. Pese a entender todo lo que estoy viendo, como consume la ambición y el capitalismo al querido Daniel, en ningún momento me transmite en exceso, y me deja un poco frío.
2. Se me hizo larga, hay películas donde 158 minutos se hacen cortos, y éste no fue el caso.
3. El desarrollo final, como despachan los últimos años con 3 escenas muy precipitadas, hace que desconectes un poco del hilo de la historia.
4. Y como punto final, y también mas personal, la falta de diálogos. En general no estoy muy a favor de esto, aunque siempre hay excepciones, los primeros 10 o 15 minutos de película donde no se dice ni una palabra, están muy bien, pero después hay escenas que se hacen pesadas por la misma falta.

Conclusión: Para mí es una buena película, que en ningún momento elevo a sobresaliente ni a obra maestra, pero sí merece ser recomendada por los puntos ya señalados. A falta de ver algunas obras más actuales de PTA, de momento Boogie Night es la que más me ha gustado, al contrario que ésta, tiene mucho diálogo, y si no la habéis visto, os la recomiendo encarecidamente!
Selasor
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6 de julio de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
POZOS DE AMBICIÓN



Hay una escena en Pozos de Ambición, que puede servir de guía para exponer varias ideas de forma simultánea. Conceptos que sirven para definir la propia esencia de la película y que a la vez nos revela el profundo viraje que formalmente supuso esta película para Paul Thomas Anderson.
La susodicha escena consiste en un traveling en el que la cámara sigue una desierta vía de tren, que cual si de un cuadro romántico se tratase, eleva el paisaje a categoría protagónica y ofrece un panorama desolador que evoca tiempos de grandeza, en contraste con el abandono que visualizamos. Al ser una escena sin diálogos (como muchas otras partes de la película donde la imagen se revela en única y suficiente fuente de lenguaje) el espectador se ve impelido a reconstruir lo que la imagen no revela, pero sí señala. La cámara va gradualmente desplazando el foco de acción y dejando atrás la vía para empezar a seguir el automóvil del protagonista hacía su destino vital y físico. Este traveling puede servirnos para definir el cine del Anderson pos-Magnolia a su vez que explica con pasmosa eficiencia el paso del vapor al petróleo como combustible y el esquinamiento (moral,empresarial...) del protagonista: Anderson dejá atrás su estilística sinfonía coral barroca que componían Magnolia o Boogie Nights para en apariencia, emprender un camino más sencillo, pero solo en apariencia. En este traveling ya intuimos la abstracción visual que The Master abrazaría en gran parte de sus escenas. Los planos y escenas de Anderson funcionan de manera referencial, el imaginario visual del director evoca otros planos que se esconden de la pantalla, dando lugar a una complejidad visual en la cual el espectador no puede abarcar la totalidad de lo representado, que se concreta fuera de la imagen.

En los primeros minutos del film, ya podemos contrastar el salto linguístico de Anderson. Lejos de aquel montaje paralelo y del barroquismo visual que envolvia a un sinfín de personajes, el cineasta aisla al que a la postre va a ser el protagonista de la película. Con un montaje lineal y sin diálogos, asistimos al reverso tenebroso del American Dream a la vez que somos testigos de un relato contracultural del hombre hecho a si mismo. Las escenas en las que Daniel Lee Lewis (cuya actuación alcanza picos de excelencia por el equilibrio imposible que consigue entre lo sútil y lo excesivo) pica como un poseso para encontrar crudo, están desprovistas del elemento épico tradicional que configura el arquetipo de persona exitosa que hace su fortuna a base de perseverancia y trabajo duro. Los planos son áridos, la fotografía sombría y la ausencia de verbalización se suple con una música ominosa que actúa como vaticinio de un personaje destinado a la más terrible de las soledades: la incapacidad de amar y de ser amado.
El nivel de síntesis visual y conceptual que alcanza el diretor norteamericano en esta escena, que es capaz de dar forma a la ambición desmedida de un personaje sin ninguna palabra y paralelamente derribar paradigmas inmanentes a la cultura norteamericana, contiúa a lo largo de la cinta; las escenas se componen de primeros planos que escudriñan el alma de sus personajes y de planos largos de una perturbadora belleza romántica, compartiendo todos ellos la misma esencia: la densidad infinita de contenido en -o mejor dicho trás- cada uno de ellos.

Si la abstracción formal y conceptual es una de las características del cine actual de Anderson, los personajes también funcionan como reprentaciones de conceptos abstractos; si Lewis representa el espíritu protestante emprendedor sin carga de culpa, el cura encarna el cristianismo norteamericano con el paroxismo inherente de las nuevas corrientes religiosas y sus profundas contradicciones internas. Los dos personajes actúan como antihéroes cuya relación antagónica está abocada a la destrucción. El capitalismo y la religión (los dos pilares inamovibles del espíritu americano) que fluctuan entre la fratenidad interesada y la destucción mutua.
No es extraño pues que el polémico desenlace de la obra abrace el patetismo y abandone el tono áspero, seco y gélido del resto de la cinta. La imposibilidad conciliatoria de estás dos vertientes que encarnan Lewis y Paul Dano (que da vida a un personaje capaz de repelernos, darnos compasión e infundarnos miedo en sus arrebatos de espiritual trascendencia), estallan en una escena conscientemente ridícula, fulminando de un plumazo cualquier atisvo de trascendencia o ambición de sus protagonistas.

Pozos de Ambición es la primera piedra -después vendrían The Master, Puro vicio o El hilo invisible- que edifica la maestría singular de uno de los directores más interesantes del panorama actual. Si antes su caligrafía -también genuina- consistía en llevar a cotas de pura hipertrofia barroca todos los elementos formales de sus obras, en consonancia con sus personajes, siempre a un paso del desborde emocional,el nuevo Anderson desnuda los planos hasta la misma esencia, usando los mínimos elementos posibles para su construcción, con una sencillez clasicista capaz de recordar a Ford, pero con la diferencia fundamental modernista de que el plano no termina en si mismo, es solo la llave a otros planos que si miramos con detenimiento, son la concreción de lo representado.
Reconozco que el que escribe posiblemente llegue a más conclusiones sobre la cinta en posteriores visionados, ya que Pozos de Ambición es una película que como las imágenes que la componen, no para de ensancharse y expandirse con cada visionado.
Pablo
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18 de febrero de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está dividida en varios años, pero creo que hay que distinguir dos etapas fundamentasles. Las primeras dos horas me parecen maravillosas, un regalo para todos aquellos que busquen historias interesantes´, buenos recursos técnicos utilizados por el director y grandes interpretaciones de los 3 personajes principales, Daniel, el cura y el hijo. Sin embargo, en el momento que la historia está desencadenándose de una forma emotiva e impecable, se produce el último salto en el tiempo, que no va a hacer más que dar una sensación de precipitación, además de aportar pocas cosas nuevas (sólo se atará un cabo que no estaba resuelto) e, incluso, las interpretaciones se vendrán abajo.
No obstante, me parece una gran películay la nota es alta por esas dos horas magistrales que me llegaron a emocionar. Muy recomendada y de lo mejor del año 2007.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davidgil
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23 de febrero de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Pozos de ambición" es una buena peli, y Daniel Day-Lewis trabaja muy bien, en su línea. Pero ni el film ni el actor merecen el Oscar. Ni de lejos. La nominación vale, pero nada más. De hecho, Day-Lewis ha hecho mejores actuaciones (de largo) en su prolífica carrera, y la peli no acaba de cuajar. Le falta "algo". No se sabe muy bien qué cuenta ni por qué lo cuenta. Tampoco sabes qué decir sobre el personaje principal. ¿Es bueno o malo? ¿Está loco o cuerdo? Y sí, la peli se hace pesada en diversas ocasiones. Para mí, no es favorita a los Premios de la Academia.
jjserpe
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