Los canallas duermen en paz

Esta película, del año 1960, refleja perfectamente en el Japón de postguerra de entonces la decadencia que surge tras la corrupción entre la política y la construcción. Como ha pasado en la España del Gobierno actual, heredero de la burbuja que surgió con el de Aznar. Trasladable de la A a la Z. Intemporal. Demuestra como una persona es irreemplazable. Hubo un Akira Kurosawa, no ha vuelto a haber otro. Quiero decir que Japón ni antes ni después ha dado un maestro de ese nivel. Es el único en su país.
Debería ser de visión obligatoria para los de primero del PP, en particular y del resto en general. Vamos, de los que se afilian a un partido (también a un sindicato).
Junto con el carnet del partido el visionado de esta película.

Kurosawa sabía muy bien la importancia de una buena historia: “Con un buen guión, un director puede hacer una obra maestra; con el mismo guión, un director mediocre puede hacer una película pasable; pero con un mal guión ni siquiera un buen director puede hacer una buena película”, llegó a decir. Reconocido y venerado en Occidente, sin embargo, nunca obtuvo el reconocimiento de su propio país, siempre se dijo que sus películas no eran lo suficientemente japonesas. Tras su muerte, decenas de admiradores se concentraron en Tokio a pesar de la lluvia. El diario “Le Monde” calificó esta respuesta como “un homenaje tardío de un país que no supo reconocerlo”. Y es que Kurosawa siempre se interesó por la complejidad del ser humano, por encima de idiomas, culturas y fronteras.

El film, que tiene resonancias del cine negro americano, se abre con una excelente secuencia que se corona con la presentación de un pastel de boda presidida por una rosa, es el banquete nupcial de Keiko, hija del presidente de una gran compañía inmobiliaria, se casa con Koichi Nishi, secretario de su padre. Durante la celebración de la boda los periodistas asistentes recuerdan la muerte, años atrás, de un empleado, del que se afirmó se había suicidado, pero sin descartar la hipótesis del asesinato. Nishi está convencido de que la muerte de su padre fue un homicidio premeditado. Pero también descubrirá que los sentimientos humanos no se pueden controlar y el que juega con fuego acaba quemándose.

Kurosawa plantea un thriller oscuro y premeditado, una especie de versión contemporánea del Hamlet de Shakespeare, describiendo con sorprendente dureza la venganza de Nishi contra la empresa inmobiliaria en la que trabaja. La película respeta las líneas básicas de la obra de Shakespeare, se articula en torno a una cadena de lealtades e intereses ocultos. Una historia de luces y sombras que muestra la realidad social de su país. El film guarda relación con “Rashomon” sobre la relatividad de la verdad y por otro lado demuestra que el odio es como un cáncer que corroe el alma. El cineasta y sus guionistas tejieron una historia perversa en un Japón que tras la dolorosa posguerra había entrado en una fase de salvaje desarrollismo, que conduciría finalmente al país a la consecución de su propio “milagro económico”.

Si nos centramos en la pareja protagonista, el peso de este espectacular thriller denunciatorio recae en la ambigua figura de Koichi Nishi, interpretado con su habitual maestría por un Toshiro Mifune que, a modo de un Hamlet orientalizado, intentará descubrir la verdad respecto al suicidio de su padre. Su esposa, la joven Keiko (Kyoko Kagawa) es una mujer con una cojera ostensible, un personaje femenino que despierta nuestra empatía por su discapacidad y nobleza, que desconece absolutamente lo que ocurre a su alrededor. Lejos de tratarse de un film difícil a causa de su larga duración, “Los canallas duermen en paz” es una experiencia cinematográfica tan estimulante a nivel crítico que podría situarse entre las mejores del cineasta nipón.

Los canallas duermen en paz de Akira Kurosawa, es un drama thriller de cine negro efectivo y llamativo. Dirigida con un ritmo dinámico, es algo confusa y enredada al principio de la trama, pero se aclara a medida que avanza la historia, y la define de forma excelente y magistral en una dirección estupenda y sin desperdicio.
La fotografía en blanco y negro, está cuidada en detalles, y es agraciada y bien cuidada. La música es inquietante e intrigante en los momentos oportunos, acompañando con acierto el film, y penetrando en un espectador absorbido por la historia. Y los planos y movimientos de cámara, con planos detalles, seguimiento, primeros planos y generales son excelentes en un sobrio trabajo, y correctamente elaborados en cuanto a estética.
Las actuaciones, son auténticas, naturales y espléndidas. Con Toshirô Mifune persuasivo, sublime y brillante, Takashi Shimura correcto e intachable, y muy acertados el resto del elenco con señaladas actuaciones de Takeshi Kato, Masayuki Mori y Ko Nishimura. Empleando para los personajes unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos, que son alusivos a la trama en todo momento.
El guion, escrito por el mismo director junto con Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni, Shinobu Hashimoto y Eijiro Hisaita, es interesante y atractivo para el público, argumentando con inquietud y siendo impredecible, insidioso e intrigante. Y empleando para ello una narrativa clásica, evocadora e intachable, al más puro estilo Kurosawa.
En conclusión, la considero una obra indispensable del director, por ser entretenida y emocionante de principio a fin, y por ir de menos a más. Recomendable para sus seguidores, y para el público que busque un cine clásico negro arrollador y profundo, que será del agrado para los cinéfilos más exigentes y rebuscados.

Segunda película que veo de Kurosawa tras "La Fortaleza Escondida" que me gustó mucho, tenía muchas ganas de ver como se desenvolvía en una trama y una época "actual", los resultados son muy buenos para mi gusto, voy entendiendo película a película porque este hombre tiene tantos galones en el mundo del cine.

A mi me ha parecido una película de cine negro con todas las letras, incluso de la mafia aunque no sea en su término más reconocible o convencional, la búsqueda de venganza, el amor encontrado, la crítica hacia una cultura brutalmente sumisa, incluso se divisan toques de terror y paranoia ("Old Boy" bebe de esta obra), las actuaciones son muy buenas y la dirección una maravilla.

Uno de los fallos que le veo en su larguísima duración, el director pierde un poco el sentido del tempo en secuencias largas e incluso innecesarias, aunque no deja de ser una opinión muy personal, es cierto también que es dificil conectar con la película de primeras con tanto personaje suelto y la dificultad de acordarse bien de esos nombres tan "raros" por occidente, esto de todas maneras pasa sólo al comienzo, luego quedas completamente absorbido, eso sí, con parones de ritmo.

En definitiva, una buena película, que no hace más que aumentar mis ganas de seguir la estela de este mítico del séptimo arte.

La película con toques Shakesperianos. Es un claro ejemplo del cine de Kurosawa. La historia de una pareja. Que resulta que el marido es el hijo de un hombre que se ha suicidado aparentemente años atras es el desencandenante de la hostoria. Una historia de denuncia que se centra en Koichi Nichi , Con secuencias memorables como la boda o el aparentemente segundo suicidio en la ladera de un volcán.. Kurosawa muestra su habilidad con este tipo de historias.