Más allá de las montañas

Mountains May Depart o “Shan he gu ren” como en su título original, es la más reciente película del reconocido director chino Jia Zhang Ke (A Touch of Sin, Still Life, Platform): La película con guión del director, cuenta una historia dividida en tres partes, tres tiempos diferentes, y que preciso se desencadena por el melodrama de un triángulo amoroso. Tao, Zang y Lianzi, a finales de 1999 son jóvenes y amigos, pero ambos están interesados en Tao. A partir de ahí y de las distintas decisiones que toman, se pasará a una segunda parte, ambientada en 2014, y una tercera en 2025, que mostrarán y servirán de espejo para retratar los resultados del drama del pasado, de las decisiones tomadas, al tiempo que la siempre presente crítica a la China moderna, a su occidentalización, el capitalismo y la pérdida de la identidad, entre muchas otras cosas... y ese es uno de los problemas, la película, aunque me gustó, unas partes más que otras, quiere abarcar mucho, y deja o no le da el suficiente peso a los lazos que va dejando en camino. Mi favorita es la segunda parte y luego la tercera, con algunos problemas en esta última... creo que hay fallos en las otras, en los momentos elegidos a mostrar, y que hubiesen dado mayor solidez al producto en general. Aún así me parece un trabajo destacable, un bello, triste y luminoso melodrama, pero que para mí tenía mucho potencial de ser más magistral de lo que es. Elogios aparte a la musa del director, la actriz Tao Zhao, su hizo un trabajo impecable y magistral.

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Melodrama puro, grueso en metraje y crudo en sus formas. Más allá de las montañas es mi primer acercamiento al cine de Zhang, un cineasta reconocido en su país y un habitual participante en Cannes. Sobre el filme debo decir que me deja un sabor entrecortado, es un cine que tiene corte de telefilme y explora su forma técnica desde ahí, y no está mal porque eso funciona de cierta manera, las actuaciones no están mal, aunque en el fondo debo aceptar que me costó demasiado comprometerme con alguno de los personajes centrales, sobre todo por la extraña elipsis narrativa que usa su director, en donde transcurre muchos cortes de tiempos y pasan pocos conflictos que nos animen a sentirnos atraídos, más allá de la belleza de alguna de sus imágenes y el tono melancólico de algunos planos. El melodrama al final no se nos mete en la sangre, y no es raro después de hora y media ver el reloj y esperar algo que nos incentive mucho más. Aún con eso, el filme tiene un tema central claro, y es como todos sus personajes son causas directas de las decisiones que toman, de hecho por eso es que su elipsis narrativa es así de cortante, un sacrificio hacia la forma de sentirnos parte como espectadores, más en los minutos finales en donde no dejan de sobrar personajes. Un filme interesante, fallido en algunas cosas pero por pequeños momentos hipnótico.

La historia de un triángulo amoroso contada en tres tiempos: pasado, presente y futuro es el pretexto para que esta producción china desarrolle no solamente un drama de aristas conmovedoras sino que, además, eche una mirada crítica y desencantada de los cambios sociales y económicos que se están produciendo en el gigantesco país asiático.

Acerca de los celos, la ambición, el determinismo vital (hay que ver cómo el futuro está condicionado fuertemente a las decisiones del pasado), la amistad y el desencuentro, el amor y el desamor, la alegría y el dolor. Dicho con ironía "casi nada": es una minuciosa descripción de la condición humana. Para llevar a cabo este relato el director opta por un género que en principio sorprende por lo inusual, utilizando el mecanismo más básico de lo que en América Latina hemos dado en llamar "culebrón" que es —ni más ni menos— el clásico melodrama. Y para ello se ha tomado su tiempo, pausadamente pero con firmeza, esta es una obra en la que la duración es la justa y necesaria.

Unas actuaciones excepcionales (alejadas de las habituales exageraciones actorales en las performances asiáticas) enmarcadas en una notable fotografía, y ambos rubros al servicio de la elipsis descriptiva y de la mirada crítica más sugerida que explícita, hacen que cada minuto del metraje sea absolutamente imprescindible a pesar del ritmo moroso. Ármate de paciencia porque, luego de los 10 primeros minutos, vale la pena sumergirte en la densidad de las emociones humanas, en la delicadeza de los sentimientos y en la brutalidad de los cambios económicos. Todo ello con una serena mirada al devenir y a la inevitabilidad del destino.

Junto con "La Llegada", El Club, "Los Odiosos Ocho", "Una Pastelería en Tokio" y "Suburra" es lo mejor que he visto en los dos últimos años. Si lo que estás buscando es algo más que acción, aventuras y suspenso, me atrevo a recomendártela calurosamente.

Vaya, la vida en tres actos de unos personajes que siendo chinos, llevan su propio ritmo y poseen sus propias peculiaridades. Hay vida más allá de las montañas, desde luego, con dólares o sin ellos, tanto si vas a Australia como si te quedas en un lugar más cercano como Hong Kong o el siguiente pueblo al oeste del tuyo. Eso siempre, ir al oeste parece ser crucial, no sólo porque te acompaña esa maravillosa canción con la que también se cierra la película en unos momentos finales asombrosos, rebosantes en poesía y que explican tanto a más que las dos horas que quedan detrás.

El problema de esta producción china es ese ritmo lento que nadie puede negar, aunque sea placentero usar las marchas cortas y disfrutar de un viaje pausado. Habrá quien se aburra, de eso no tengo ninguna duda. El caso es que su comedimiento hace que desde nuestra perspectiva occidental nos sintamos más ajenos a sus existencias, como si eso de gritar no fuera con ellos. Sin embargo si una de las aristas falla es capaz de hacerse con unos kilos de dinamita para arreglar el triángulo. La violencia interiorizada es peor.

Tres actos entonces, siendo claramente el segundo muchísimo mejor que el resto (salvando el epílogo emocionante del 'Go west'), con una lección asombrosa del uso de elipsis. La vida es así, aunque sea en China, dejamos de saber qué fue de aquél, cómo debió acabar, si está vivo, dónde estará, cómo le fue... Unas veces va bien, otras no. Yo me veo incapaz de suspender una película que está bien hecha y que intenta retratar la vida tal cual es, sin artificios.

Es una película deliciosa de ver con uno de los finales que más me han impactado últimamente y que me ha dejado un cúmulo de sensaciones agradables a las que intento volver de vez en cuando. Es larga y puede que en algunos momentos se eternice en escenas prescindibles pero hay que esperar al final porque es totalmente novedosa la forma de poner broche a esta joyita procedente de China. En realidad es coproducción con Japón y Francia, pero el director, Jia Zhang Ke, es chino y la ambienta en China y en una comunidad de chinos en Australia en torno al 2025.
La estructura confunde, trata varias historias pero la protagonista, una joven china, Tao Zhao, Zhang Yi, y sus 25 años siguientes articula la peli y la cierra. Las relaciones que mantiene te introducen en un mundo bastante alejado del nuestro y su confrontación con lo occidental es un tema recurrente. Para ello utiliza a su hijo, un personaje muy atractivo que amalgama las contradicciones de lo nuevo y lo viejo en China. Empieza en el cambio de siglo y termina en 2025 lo que también nos lleva a la ciencia ficción pero captada desde un punto retro muy naif.
Muy interesante para ver otro cine que habla de relaciones personales pero también hace una crítica a sociedades donde el capitalismo ha penetrado recientemente.

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