Cosas que perdimos en el fuego

¿Cómo se sabe que los tíos de Hollywood quieren vendernos un film que es carne de Oscar?

Sencillo. Sólo hay que ver las pistas.

-Benicio del Toro (el tío debería hacer alguna película ligera... tanta intensidad le va a matar).
-Gente que llora mucho.
-Hechos trágicos.
-Se tocan temas IMPORTANTES en la historia.
-La música es de Gustavo Santaolaya.
-El estilo visual tiene dejes manieristas de peli "artística", pero tira hacia el realismo.

No puedo suspender esta peli, debido al indudable magnetismo de Benicio y Halle. Pero lo haría sin dudar tanto por la dirección (graves problemas de ritmo y abuso de un esteticismo muy de anuncio) como por un guión falso, previsible y edulcorado en demasiadas ocasiones.
Aprobada raspadita.

La primera película norteamericana de la realizadora danesa Susanne Bier -que dirigió el film nominado al Oscar a la mejor película extranjera "Después de la Boda"- es un intenso drama en el que un matrimonio perfecto se rompe cuando el marido es asesinado por meterse en un caso de maltrato, y su único amigo que además es yonqui, entra a formar parte de la vida de la viuda. Escrita por Allan Loeb, "Cosas que perdimos en el fuego" es un profundo viaje hacia la amistad, el amor y la entrega, orquestado con gran mimo pero con una frialdad que no encaja demasiado en una historia que hubiera requerido mucha más pasión. La monumental interpretación de Benicio del Toro dando vida al incómodo amigo yonqui es tan desgarradora como entrañable, trufando la misma cordura de una Halle Berry a punto de entrar en caída libre tras el asesinato de su marido. La parábola que se traza sobre la familia, y sobre los nuevos órdenes sociales influenciados por los problemas contemporáneos (competitividad, drogas, divorcios, desencantos...) es de una desarmante e incisiva agudeza. Pero el gran problema de esta cinta es el corsé en el que parece haber encajado el indomable estilo narrativo de Bier, que fue una de las creadoras del movimiento "Dogma 95" junto a Lars Von Trier y Thomas Vinterberg y que ya realizó un film de similares características con "A Corazón abierto", en el que una felicísima pareja ve truncados sus planes de vida cuando el marido queda tetrapléjico tras un accidente. En esta ocasión, el drama también se centra en una mujer, solo que toda la pasión que presumiblemente podría haber puesto el personaje de Berry queda empañada por una realización quizás demasiado contemplativa y pausada. No obstante, el film funciona como la exactitud de un metrónomo, orquestando a la perfección cada secuencia dentro de la evolución dramática de la historia. Predecible, pero no por ello menos efectiva.

Esta directora se atreve a indagar donde la mayoría prefiere no estar: en las pérdidas no escogidas, las muertes repentinas, inesperadas; los golpes de la vida que uno no puede evitar o no sabe... y lo hace con un estilo personal en el que emociona con una emotiva disección de esos sentimientos tan complejos en el límite de lo soportable.

Para ello utiliza un método que me atrapa sobremanera: pocas palabras, situaciones precisas pero a su vez cargadas de misterio, y una forma de mirar en la que une la emoción con la frialdad del distante que piensa sus encontrados sentimientos.

En este debut en USA, esta mujer que llega de Dinamarca es fiel a sus intereses y su estilo, no escapa a sus obsesiones, tal vez las simplifica un poco pero no las desnaturaliza y aprovecha al máximo a sus excelentes intérpretes capaces de bordar con gran calidad este triángulo insólito en el que la amistad y el amor discurren por caminos nuevos.

Desarrolla conflictos mil veces visto pero evita lo obvio y lo elemental.

Cosas que perdimos en el fuego vuela alto gracias al gran talento de esta mujer que sabe dejarnos con una considerable dosis de preguntas sin respuestas, una carga poética sumamente atractiva de misterio y sugerencias.

Halle Berry oculta en gran medida su cautivante belleza para componer con gran economía de recursos una personalidad muy conflictiva. David Duchovny huye de sus tópicos de televisión y sorprende gratamente sugiriendo con la expresión de su cara y las maneras de su cuerpo todo un mundo inconfeso que sin embargo dice mucho cuando, precisamente, se ocupa de las cosas que perdieron en el fuego.

Y por último, Benicio del Toro realiza un magnífico trabajo recreando situaciones brindadas hasta el hartazgo desde la excelente El hombre del brazo de oro en 1955. Las dificultades de su trabajo son muy grandes pero la mano maestra de Susanne sabe donde frenarle, impulsarle, atraerle y abandonarle otra vez... siempre en el punto justo donde la atmósfera se mantenga e incluso crezca en intensidad y belleza con la preciosa banda sonora de su habitual Johan Soderqvist.

Segunda peli que veo de Susanne Bier y me ha pasado un poco lo mismo que en "Despues de la boda". La segunda parte de la historia mejora mucho el principio. Vuelvo a ver trazo grueso en el perfil de personajes en un primer momento y hay pequeños detalles que vuelven a denotar cierta falta de sutileza (Yo no pondría al yonki escuchando a Lou Reed, es demasiado obvio, me estropea la credibilidad) (el marido poco menos que es un ángel celestial. Tampoco me lo creo) (La exadicta tambien es un personaje que parece más incrustado que justificado). No obstante, y vuelvo a recordar la otra que he visto de Bier, merece la pena, la directora muestra de nuevo preocupación por el aspecto psicológico sin caer en demasiados convencionalismos, o mejor dicho, intenta contarnos la realidad de nuestras reacciones en el día a día y subraya sabiamente para ello, los pequeños detalles y costumbres que son la auténtica cola de contacto con nuestras emociones.

Recomendable desde mi punto de vista, aunque he de señalar, que no estoy demasiado de acuerdo con otros comentarios acerca de que lo que sostiene la película es la actuación de Benicio del Toro. Yo me quedo con creces con la interpretación de Halle Berry.